Estaba hablándome y mirándome a los ojos con una intensidad inmanejable para mí. Su seducción era tan fuerte, su boca era perfecta y cargaba una soberbia casi mágica.
—Creo que estás loco, Gerard, debiste decírmelo antes. —dije, con una seriedad de piedra. —Pensé que eras un millonario raro, pero no uno lunático.
Él se echó a reír.
—Clara, no me malinterpretes. —sonrió. —Quiero conocerte un poco más.
—Ya me viste en televisión. —dije con cierto recelo, tenía la humillación todavía con un sabor amargo.
—Eso no es conocerte en profundidad. He visto los apodos que te han puesto, las imágenes. Pero debo decir que he quedado intrigado contigo. —me miró profundamente. —Aunque intentan ridiculizarse, te ves fantástica en cualquiera de las tomas.
—Bah, eso es puro palabrerío. —dije con desdén, tratando de cortarle ese rollo que se inventaba.
Estaba coqueteando conmigo, aunque no quería admitirlo lo sabía y eso me ponía muy nerviosa. Me sonrojé sin siquiera darme cuenta.
—No te aflijas. —dijo él, con la voz suave, se acercaba cada vez más. Incluso podía sentir casi el calor de su piel. Era adictivo verlo a los ojos, tenía una belleza extrañamente intrigante. —Te admiro, por eso quería conocerte.
—Bueno, no me has dicho el porqué del robo. —volví al tema principal, no quería distraerme.
Mi corazón me decía que tenía que cuidarme de él, esa mirada tan atrapante podía hacerme daño en un futuro. Nada de relaciones, Clara, o acabarás mal otra vez. Las risas en mi mente seguían presentes.
—Es que necesitaba verte un rato, no aceptaste cenar conmigo. —soltó, relajado.
—¿Es todo? ¿Esa es tu gran explicación? —pregunté, molesta.
—No voy a inventarte una historia. —sonrió. —Quería ver a la mujer protagonista de aquel escándalo. Cuando era un niño soñaba con ser periodista, supongo que esos casos me dan curiosidad.
—Pues no hay nada que descubrir aquí. Es todo como fue expuesto. Mi esposo me engañaba con una mujer desde hacia muchos años, una más joven que yo. Esta mujer quedó embarazada, el quiso que abortara al niño y entonces ella corrió a buscar venganza y por alguna extraña razón, yo estaba en ese plan. —me sabía de memoria mi propia historia, la había escuchado incontables veces y no podía olvidarme ni un detalle, era porque a veces era obsesiva con las cosas que me ocurrían. —Además gané el juicio, el cual mi esposo quería ganar para conservar el dinero y las propiedades. Pero para mi suerte, aunque fuera en eso gané yo. Luego de esto, he intentado rehacer mi vida. Esa mancha no se borra fácil, sobre todo si en la televisión pasan tu foto llorando sobre tu escultura cubierta de pintura roja, como una mujer ensangrentada.
—Vaya, me has contado una bonita historia. —dijo él, maravillado, incluso vi una chispa de brillo en sus ojos.
—Yo no le diría bonita, ha sido una desgracia para mí. —no comprendía porque le contaba estas cosas, estaba abriendo mi corazón, lo que juré estaría prohibido para siempre.
—¿Por qué? Es una buena historia, una experiencia vivida. Hay personas que ni siquiera lo intentan y no tienen nada para contar. Es bueno tener un curriculum lleno, así uno no se aburre para nada. —soltó una risa que se me contagió y también me reí.
—Supongo. No lo había pensado así, ahora que lo dices. Eres un tipo de lo más fastidioso, me has timado, luego me has hecho pasar por una estafadora que encarga comida que no paga y ahora, charlas conmigo como si fuéramos amigos. —dije, sorprendida incluso de lo que estaba pasando.
Gerard tomó una de mis manos, tomándose ese atrevimiento.
—Ya no tienes alianza. —observó.
—Estoy divorciada, a eso venía toda la historia. No iba a quedarme con mi esposo luego de lo ocurrido. —mi voz era más confiada que en un principio, incluso comenzaba a agradarme su compañía.
Estaba rozando su piel con la mía. Era apuesto, el más atractivo hombre que hubiera visto y también era interesante. Acarició mi mano de tal forma, que si seguía haciéndolo me iba a volver completamente loca. No aparté su mano de la mía y me acerqué.
—Eres la mujer más interesante que he visto. —dijo, mirándome más de cerca, acercando su rostro al mío.
Su boca estaba tan cerca de la mía que mi corazón comenzó a palpitar más rápido. ¿Estaba dispuesta a llegar tan lejos con este desconocido? Oh, no quería saberlo.
Pero él seguía susurrándome casi al oído y yo, me embelecaba cada vez más.
—¿Van a pedir otra bebida? —preguntó la mujer, interrumpiendo lo que pudo llegar a ser un beso entre los dos.
En ese momento, me sentí agradecida de que no hubiera ocurrido. Como se me podía cruzar por la cabeza que sería adecuado el besar a un completo desconocido. ¿No tuve ya suficientes malas experiencias? El amor no era para mí. Las experiencias me lo demostraron, Lucio había parecido ser un marido de ensueño y resultó ser el peor de todos. Me engañó vilmente por tantos años, no quería ni siquiera recordar todas sus mentiras, cada dolor que me provocó.
Me levanté de la silla de golpe.
—Necesito que devuelvas la obra. —dije con firmeza, para cortar esa tensión romántica entre los dos, no podía dejarme llevar así.
El sonrió con su postura relajada y también se puso de pie, despreocupado.
—Nos despedimos tan pronto, entonces. —contestó, omitiendo mi pregunta enteramente. —Ya le he enviado a tu secretaria el cheque verdadero. Confía en mí, en ese cheque está mi teléfono, por si quieres saludarme antes de que me vaya… Puedo invitarte a hacer algo, lo que te guste…
—Ya será suficiente. —dije, seria y rígida, buscando desviar mi mirada.
Lo que pasó a continuación casi me deja húmeda de la sorpresa. El me abrazó a modo de saludo de despedida y aferro su cuerpo al mío, como si fuéramos una pareja que se despide. Podía sentir sus brazos musculosos envolviéndome y el calor que transmitía su piel. En ese momento mi respiración pareció pausarse por completo. Incluso podía sentir su prominencia entre mis piernas, porque estábamos tan pegados que no podía evitarse. Eso me hizo sentir un leve cosquilleo que se elevó con el roce tan intenso.
Es un abrazo de despedida como cualquiera, Clara, ya compórtate. Me dije, al tiempo en que me apartaba, con las mariposas en el estómago más alborotadas que nunca.
—Adiós, Clara, ha sido un gusto para mí conocerte. —dijo él, con un tono de voz que casi me derrite enteramente.
—También para mí. —contesté, con timidez, como si fuera una adolescente.
—Otra vez, en serio. ¿Por qué no lo besaste, Clara? —preguntó mi hermana, al tiempo en el que tomaba de su vaso. La barra tenía una gran cantidad de bebidas para escoger.La había invitado a un bar cercano a su casa para que tomáramos algo, siempre me relajaba el poder charlar con ella.—Estás loca, yo no soy así, mira, casi me pone loca un abrazo. Estoy descontrolada. —me cubrí el rostro con las manos. —He estado sola por mucho tiempo…—No digas eso, él quería que pasara, por algo te coqueteaba así. Uf, tienes que seguir a ver qué ocurre. —dijo ella, sonriente.—No lo haré, mira, fue divertido, creo… No lo sé… Pero no me siento lista para volver a estar con alguien. —negué también con la cabeza.—Por amor de dios, eres una mujer joven. ¿Piensas quedarte toda tu vida sola? Deja que me avises ahora, así encuentro un buen obsequio de cumpleaños con baterías… —hizo una mueca y las dos estallamos de la risa.—Oye, no seas tan ofensiva. —dije, con un tono irónico. —No te he contado todo.E
Mi mensaje fue sencillo, no era tan valiente como para invitarlo a salir directamente.—¿Tienes tiempo libre? —pregunté, por el móvil, con la voz más relajada que pude hacer en ese momento.El corazón en realidad me estaba latiendo a mil, porque estaba actuando sin pensar, con un desenfreno que no era propio de mí. No comprendía porque me encontraba cambiando tanto mi manera de ser así tan de golpe.Era demasiado para mi vida de estar casi aislada, en especial de relaciones románticas. Pero necesitaba charlar con alguien, más que nada, porque si no caería en las garras de la nostalgia y volvería a extrañar mi vida de casada.Eso sería terrible, en especial luego de haber sufrido semejante engaño.—Hola Clara, paso por ti en una hora. —dijo la seductora voz de Gerard en el móvil, incluso me sonrojé a pesar de no estar viéndolo a los ojos en ese momento.Corté antes de que pudiera decir cualquier cosa y le envié mi ubicación para que pudiera venir sin problemas.Ay clara, ¿Qué se supone
Desperté al otro día, completamente exhausta luego de mi ajetreada noche. Mi camisón era suave y lo primero que vi, fue a Gerard a mi lado, sin camisa y aferrado a mi envolviéndome con sus amplios brazos. Fue una noche de disfrute pleno y no lo olvidaría nunca, el poseía una fuerza tremenda y sabía exactamente qué hacer para tenerme por siempre a sus pies.—Buenos días, Clara. —dijo, al tiempo en que me besaba la frente y acariciaba mi piel con lentitud, para hacer que me estremeciera. Tenía esa capacidad.—Buen día. —contesté somnolienta y lo abracé, sentir ese calor me elevaba hacia las estrellas. Esa calma era invaluable. —Oh, olvidé el trabajo, santo cielo. —dije al tiempo en que me levantaba de un salto estrepitoso.El negó con la cabeza, tomando una de mis manos.—No volverás a esa galería a trabajar hoy. —su voz volvió a tornarse severa. —Te advertí que serías mía y eso es lo que pasó. —sonrió. —Te llevaré conmigo, necesito una esposa con urgencia.—Pensé que te referías a unas
Cuando mi hermana se fue, esta vez, no me encontré sola dentro de mi propia casa y eso fue muy relajante. Incluso pude dormir un poco y con una calma gratificante. Tenía ese día para pensar en lo que haría, si me marcharía o me quedaría en casa.El sonido del golpe en la ventana, para dar paso a los vidrios rotos contra el suelo. El estrepito se hizo grande. Salí corriendo para ver con mis propios ojos lo que estaba ocurriendo. El miedo creció más cuando escuché los pasos acercándose hacia mí. Pensé de inmediato en un ladrón o un pervertido que se infiltró para robar lo que pudiera.—¡Maldita! —gritaba ella, con el martillo entre sus manos, destrozando mi juego de té, mi aparador de vidrio y otra de mis jarras de flores.No atiné ni siquiera a decir palabra alguna. Ella comenzó a perseguirme con eso entre sus manos para lastimarme. Corrí hacía mi cuarto para cerrar con llave para impedir que entrara, pero no llegaba a tiempo antes de que me empezara a pisar los talones.—No corras mal
El lapso que siguió me heló la sangre, no olvidaría nunca lo que sucedió en ese momento, cuando Cielo cayó sobre mi intentando cortar mi rostro con esa navaja afilada. No llegó a cortarme la cara porque detuve su mano, pero si llegó a mi hombro y rasgó la piel haciendo que sangrara. Intenté inmovilizarla, pero ella tenía mucha fuerza y su furia parecía hacer que pudiera resistir todavía más. Busqué empujarla a un lado inútilmente, Cielo estaba cada vez más dispuesta a hacer cualquier cosa, lanzaba golpes que podían incluso apuñalarme sin piedad. En el suelo, las dos luchábamos la una con la otra para ver quien sobrevivía, mientras él fuego comenzaba a propagarse.La sirena de la policía hizo que se quitara de encima de mí y rodara hacia un lado, con movimientos torpes en un intento por ponerse de pie. Sujeté sus pantalones para que no pudiera irse, quería que la policía la atrapara de inmediato. Ella me asestó una patada de lo más dolorosa, que me apartó de golpe y me tiró al suelo.L
—¿Cómo supiste que estaba en problemas? —le pregunté a Gerard, con una confusión creciente. —¿Acaso me estás siguiendo? —fruncí el ceño, desconfiando.Él sonrió con su correspondiente aire misterioso y me ignoró por completo. Volví a insistir antes de que creyera que todo estaba en orden.—Lo vi en la televisión. Estás nuevamente en cada canal. Vaya, debe ser agotador ser tan famosa. —dijo en un tono suspicaz, me gustaba cuando intentaba provocarme y hacerme enfadar.No respondí, el hecho de saber que de nuevo estaba en la televisión me hizo revolver el estómago.—Te llevaré a tomar algo, un café, lo que quieras. Has pasado por un momento difícil. —dijo, con un tono más amable y no tan amenazante como el que estaba teniendo.Por momentos creía que me quería como su sumisa y que esto era una trampa para llevarme a una mansión como esas de las cuales se leen en libros o se ven en películas. Lo inspeccioné con la mirada, era una mezcla entre la caballerosidad y el poder, se veía imponent
(Narra Thomas)—Tu hermano ha llamado hace unos pocos segundos. —dijo mi madre, con su voz ronca de haber dormido poco, sufría de un insomnio terrible, las ojeras bajo sus ojos lo demostraban.—¿Qué ha dicho? ¿Se cansó de su viaje absurdo? —pregunté con ironía, claro que Koddel podía no volver en años si quisiera, así era él, nadie nunca lo cuestionaba.—Vendrá con su prometida. —ella sonrió con una alegría enorme, casi saltando de la felicidad. —¡Tendremos al fin una boda!Mi hermano mellizo Koddel siempre había sido el futuro de la familia. Mi madre siempre quiso que se casara para así convertirse en abuela. Para ella, necesitábamos mantener las apariencias frente a todo, era lo más vital en nuestra familia. Yo lo entendía, él siempre fue el más listo.—¿La tendrá como a una de sus sumisas? —pregunté con un sarcasmo afilado.Por poco mi madre me asesta un bofetón en el rostro, ella no toleraría tal insulto hacia su hijo. Lo sobreprotegía y consentía desde que tengo memoria. Desde qu
Estaba en el cuarto de huéspedes de mi hermana, el cual era igual cómodo. En realidad, cualquier cama me hubiera resultado cómoda estando en esta condición, agotada y con mil cosas. El sueño me ganó, incluso con la ansiedad de mañana tener que partir.No había comprado nada para el viaje. Me llamaron para decirme que mi casa se había salvado al menos a la mitad, pero mis pertenencias habían quedado cubiertas enteramente de tizne negro y eso era imposible de quietarse.Era de poca importancia en estos momentos, porque agradecía el solo hecho de todavía estar viva, respirando y pudiendo tomar la decisión de marcharme. Ya buscaría nuevas cosas, nuevos atuendos. Mi hermana me prestó su camisón y entonces pude darme un largo baño relájate para borrar ese mal sabor que me dejó el tener que huir de la mujer de mi ex pareja.—No te sientas culpable. —me había dicho Estela. —Esa mujer actuó por su propia locura, tu no has tenido nada que ver.Pero no era así de sencillo. La habían atrapado y a