Veloz como un relámpago, Caty se salió de entre los brazos de Sander, se acomodó la bata y caminó en dirección a su marido. Preparándose para lo peor. — Esto no es lo que crees. Yo...yo puedo explicarte...— balbuceó, elevando sus manos en súplica. Lo último que quería era una discusión y una guerra de puñetazos entre los gemelos. Sandro la contemplaba divertido. Con las cejas elevadas y con los brazos cruzados sobre su pecho. Tomando nota de lo apetecible que se veía su esposita, sonrojada, excitada y con muy poco ropa encima. — Por favor, Alessandro. Fue mi culpa, Sander no quería...yo...— él no la dejó terminar. Cerró un brazo alrededor de su cintura y la pegó a su cuerpo con un movimiento violento. — No quiero explicaciones, mujer. Solo recibe a tu marido como se lo merece.—masculló él, rabioso. Subiendo una de sus manos y enterrando sus dedos en el cabello de ella, apretándola para que no huyera, en lo que le daba un beso vengativo, doloroso, y violento. Pasando su leng
La mujer gemía ruidosamente mientras el hombre la follaba con fiereza desde atrás. Catalina miraba aquello con una mueca de aburrimiento tan evidente, que Sandro la contempló con expresión inquisitiva.—¿Te parece aburrida?— interrogó en tono burlón.Ella lo fulminó con la mirada.— Cuando dijiste que veríamos material educativo, pensé que pondrías un documental o algo parecido — Caty se llevó un puñado de palomita de maíz a la boca y señaló a la pantalla del televisor— lo único que me ha enseñado esto, es que las películas porno son exageradas y que la mayoría de las actrices finge sus orgasmos.Sander ocultó su risa detrás del puñado de palomitas que se llevó a la boca.— Quiero decir solo mírala — Farfulló Catalina, elevando las cejas burlonamente,al tiempo que regresaba su mirada a la pantalla.— comenzó a gemir como perra en celo antes de que él se la metiera y ahora está gritando tanto que parece querer romper el techo.Sandro tomó el control de la tele y pasó la película, girand
—Perfecta —Susurró Sandro, en lo que ella respiraba entrecortadamente contra el cuello de Sander. Sander tomó su boca, besándola y acariciando su rostro. — Sandro, apresúrate. Ella lo tiene tan chiquito y tan apretado, que no voy a durar mucho— declaró con voz entrecortada —¿ Me va a doler?— sintiendo como Sandro se acercaba, se arrodillaba justo detrás de ella , y dirigía su boca a su entrada trasera. ¡Lamiéndola justo allí! —No. Será molesto, pero no será un dolor insoportable— respondió Sander. Catalina puso los ojos en blanco del placer, la lengua de su esposo rozando su culo se sentía maravillosa y extraña. —¿Te gusta?—Susurró Sander, aprovechando que ella estaba arrodillada, y que su hermano le lamía el culo, para acariciar su clítoris con fuerza. Trazando círculos y presionando con sus dedos. Ella se tensó , liberando un gemido. Se mordió el labio, moviendo sus caderas, y entonces Sandro comenzó a introducirle un dedo, allí, atrás. —Oh, hmm... Sandro se movió, salie
Sander fue el primero en verla. Al posar su azul mirada sobre ella, sonrió, con tal expresión de felicidad que el pobre corazón de Catalina no pudo hacer más que temblar en su pecho. — Buon giorno(buen día) preciosa. ¿Qué tal dormiste? — susurró Sander, mirando en su dirección, y alertando a Sandro de su presencia. Este la vio y le lanzó un beso. Caty sintió que se ponía colorada. ¿Cómo había dormido? ¡Maravillosamente! Oculta entre los dos, sintiéndose pequeña y protejida...¡lo había amado! Y más, cuando en la madrugada, Sandro la había acariciando mientras aún estaba dormido y Sander la había llenado de besos. Creyó que los gemelos la estaban preparando para volver a hacerlo, pero en vez de eso, se relajaron luego, y continuaron durmiendo. La habían dejado frustrada. ¿Acaso eran sonámbulos? — Dormí bien. Gracias.— Murmuró, comprimiendo los labios y acercándose a la encimera , para comprobar que ya el desayuno estaba listo. — ¿Tienes que ir a trabajar hoy?— la interrogó S
— ¿Por qué me cuentas esto? ¿No se supone que son asuntos de negocios en los yo no tengo nada que ver?— Susurró ella.— Oh, amore. Pero resulta que no quieroalos entendidos entre nosotros, cuando me encuebtee al tal Paolo, lo llenaré de plomo. Y no quiero que creas que lo hago por celos, porque siento algo por tu hermana o por cualquier otra tontería.Sandro se levantó de su silla, se acercó a ella y la subió a mesa.— ¿Qué haces?, yo...— Shhh. No protestes. No tengo hambre de comida pero de ti sí.— Masculló, pegado a su boca, en lo que Sander contemplaba todo aquello con curiosidad.Caty levantó las manos y le enterró los dedos en el pelo, sujetándole la cabeza mientras le devolvía el beso y exigía a su vez. Comenzó a mover las caderas mientras el sabor y el olor de de su esposo se apoderaban de ella como una droga. El deseo se extendió por su cuerpo, abrasándole la piel.Se moría por saborearlo, por sentir sus manos mientras la desnudaba y la tomaba allí mismo, sobre la mesa, y se
Los tres respiraban a un ritmo frenético y entrecortado. Catalina sentía la húmeda calidez de su sexo, expuesto a las ardientes y lujuriosas miradas de los gemelos, quienes le impedían cerrar las piernas. En ese momento Sandro estaba completamente concentrado en ella, sin pronunciar palabra, observándola mientras le acariciaba las piernas con las palmas de su mano.Caty se quedó muy quieta, a la espera.Como si tuviera todo el tiempo del mundo, Sander comenzó besándola en la boca, y acariciando sus cabellos.Por su parte, Sandro le pellizcaba el clítoris desde atrás, metiendo su mano entre las piernas de ellas y después trazó una caricia posesiva sobre los pliegues de su coño, observando todas sus reacciones en silencio, y sintiendose como si fuera un rey, acostumbrado a la obediencia ciega y ella su favorita esclava sexual.La frustración la hizo protestar. –¡Joder! ¿Se van a quedar toda la noche solo tocándome o vas a darme sus vergas de una vez?Sander soltó una risilla, Sand
Bañada de nuevo, refrescada y vestida con una bata ligera, Caty disfrutaba de las caricias de Sander, por sus hombros y brazos, mientras Sandro llenaba su rostro de besos, atrandola entre sus manos. — Wow, vaya forma de comenzar el fin de semana— bostezó, acomodándose entre ellos porque se estaba quedando dormida. Sandro sonrió contemplando lo sonrojada y radiante que ella se veía. Parecía tan apetecible...no hacía siquiera una hora que había estado dentro de ella y ya quería más. ¡Dio! ¿Algún día tendría suficiente de ella? Sandro llegó incluso a cuestionarse si cuando los miembros de su familia se enamoraban, sentían todos lo mismo que él. El paso de las semanas le había sentado a Caty de maravillas, y había recuperado casi el peso inicial con él que la había conocido. El rosado de sus mejillas estaba de vuelta, y el brillo de sus ojos era evidencia de que estaba feliz. — Deberíamos hablar con padre. El asunto con el tipejo ese podría ponerse peligroso— comentó Sander, miránd
— No.— respondió Sandro firmemente.— no tengo evidencias de su culpabilidad. Valiant asintió, pasándose los dedos por su labio inferior. Un gesto que hacía cada vez que se ponía pensativo. — Eso no nos ha detenido antes.— intervino Mischa.— por ofensas mucho menores, la mafya quemaría todas sus propiedades, atrasaría con toda su familia y dejaría su cabeza en una plaza pública para sirviera de escarmiento. Sander sonrió. Una de las cosas que hacía entrañable al primo de su padre era las soluciones sanguinarias que le encontraba a los problemas. — Lamentablemente, esto no es la mafya, sino la mafia italiana, Mischa. Hemos gozado de años de paz entre las familias y con los miembros del consejo. No sería provechoso que se desate una guerra entre nosotros por cometer una imprudencia.—continuó Valiant. Sandro comprimió sus labios. Cómo heredero de su padre había mucho que podía hacer, pero llevarle la contraria al Padrone no era una de las cosas que tenía permitido. — Por la parte