¿Que fue lo que hizo el hermano para que terminara preso y Valdimir le robara el trono? ¿Será que lo conoceremos? ¡Descubrelo leyendo los proximos episodiooos!
Valdimir recorrió a Aelina hasta donde su vista le permitía, deteniéndose brevemente en la ira contenida que parecía brotar de ella como vapor, antes de continuar su camino con pasos firmes y demasiado tranquilos con su caballo. Para ese momento ya estaban cruzando el puente hacia el palacio, en vista de que el Rey lobo ya no podía retrasar más el viaje.—Una cosita humana como tú jamás va a comprender mis ambiciones, por supuesto —dijo Valdimir con un tono de voz irónico.Aelina se giró bruscamente, su vestido arremolinándose alrededor de sus piernas, y enfrentó a Valdimir con una mirada desafiante.—¿Cosita humana? ¿Así me ves?—Eres pequeña de estatura, edad, y eres humana. Llamarte "cosita humana" no es despectivo. Es acertado.Los nudillos de Aelina se tornaron blancos mientras apretaba los puños con fuerza, su cuerpo temblando ligeramente por la furia que intentaba contener.—¡Y tú eres una bestia cruel que hasta incluso lastimas a tu propia familia! ¡Le arrebataste el trono a tu
Los ojos ámbar de Valdimir, habitualmente gélidos y astutos, ahora centelleaban con una ira apenas contenida ante la audacia de Aelina. Su mirada penetrante se clavó en la joven de cabello azabache que se interponía valientemente entre él y el aterrorizado sirviente con el que deseaba desquitarse. El muchacho, paralizado por el asombro, observaba la escena con incredulidad, incapaz de procesar la extraordinaria situación que se desarrollaba ante sus ojos.En ese momento, parecía como si el aire del entorno se hubiese vuelto denso y opresivo, repleto de una tensión que parecía acechar en cada rincón. Valdimir, con los músculos de la mandíbula visiblemente tensos y una vena palpitante en su sien, alternaba su mirada entre Aelina y el sirviente. Este último, al sentir sobre sí los ojos del rey, sintió que el corazón le daba un vuelco y tuvo que luchar contra el impulso de salir corriendo.—Veo que has perdido el juicio... —murmuró Valdimir con voz áspera y amenazante, cada palabra cargada
Tras lo que Aelina percibió como una eternidad caminando en un silencio sepulcral dentro de aquel enorme castillo, finalmente llegaron a una estancia que ella jamás había vislumbrado. Con un chasquido de dedos y gracias a su magia, Valdimir iluminó el suntuoso candelabro de araña que pendía majestuosamente del techo. Fue entonces cuando la joven pudo apreciar aquel recinto que estaba decorado de una manera hermosa, que más bien parecía una especie de salón destinado a prácticas reservadas.Por un instante, Aelina había temido que Valdimir la confinaría en un calabozo gélido, tenebroso y lúgubre, apartado de toda civilización. Sin embargo, para su asombro, se encontraba en una habitación ataviada con muebles de exquisita manufactura, un suelo cubierto por una mullida alfombra y pesados cortinajes de terciopelo de un tono púrpura tan oscuro que eclipsaba por completo la luz de aquella tarde gris. De no ser por el resplandor titilante de las velas del candelabro, aquel lugar habría quedad
Perspectiva de AelinaMi corazón latía desbocado en mi pecho, mientras observaba a Valdimir despojarse de sus prendas con una naturalidad desconcertante. Lo hacía sin ceremonia alguna, como alguien que se prepara para un baño rutinario o se desviste para buscar el confort de ropas más holgadas. Su actitud casual contrastaba abruptamente con la gravedad de la situación, intensificando mi aprensión. Aunque mi mente ya anticipaba sus intenciones para mi "castigo", sentí la necesidad de confirmar mis sospechas, buscando preparar mi espíritu para lo que estaba por venir…—¿Por qué te desvistes? —indagué, esforzándome por mantener un tono firme que ocultara el temblor interno que me sacudía. Mi voz apenas logró salir como un susurro entrecortado cuando vi que la última prenda de su ropa caía al suelo, dejándolo completamente expuesto ante mí.Sentí un nudo en la garganta mientras mis ojos, traicioneros, recorrían involuntariamente cada centímetro de su anatomía. ¡Era una crueldad del destino
Perspectiva general:Conforme transcurría el tiempo, los labios de ambos se entrelazaban con una urgencia apasionada, como si estuvieran ansiosos por explorar y conquistar cada rincón de sus bocas. Y así, en medio de aquel beso, Valdimir se cuestionaba internamente:«¿Dónde habrá aprendido a besar con tal maestría? ¿Acaso estos no son besos demasiado apasionados para una inocente princesa?», se preguntó Valdimir por un breve instante de cordura, sin embargo, a medida que el beso se tornaba más intenso y feroz, sus pensamientos se disiparon en un torbellino de sensaciones.Él había esperado resistencia, gritos de negación, un forcejeo más enérgico por parte de Aelina, pero nada de eso ocurría. Fue entonces cuando, liberando el rostro de ella de su agarre, permitió que sus manos recorrieran la silueta de su cuerpo con una impetuosidad que le resultaba imposible contener. Sin interrumpir en ningún instante aquel beso arrebatador, que parecía consumirlos mutuamente, sus manos exploraban co
La dura y erecta virilidad de Valdimir se abrió paso por la estrecha feminidad de Aelina, dándose cuenta cómo avanzaba cada vez más profundo. Aunque su intención era causarle dolor y hacerla llorar, el rostro de la joven reflejaba una experiencia distinta. Su boca entreabierta y sus ojos embelesados revelaban que el castigo de Valdimir resultaba más placentero de lo que ella e incluso el mismo Rey Lobo jamás hubieran imaginado.Verla disfrutar intensificó aún más su excitación que él trataba de ocultar, si es que eso realmente era posible, porque ya con ver lo duro que estaba, no engañaba a nadie. Cuando él sintió que había llegado hasta el fondo, que ya la había «abierto» por completo, comenzó a moverse con mayor ímpetu, embistiéndola. Simultáneamente, llevó su mano al cuello de ella, aplicando presión, estrangulándola sin la fuerza necesaria para que ella pudiera seguir respirando. Se suponía que debía ser un castigo, pero mientras la sometía con rudeza en su primera vez, observaba c
Tal y como había pronosticado el Rey Valdimir, el "castigo" prosiguió en la intimidad de la alcoba real. En ese instante, Aelina se encontraba sometida bajo el imponente cuerpo del Rey Lobo. Él, con sus manos firmes, le sujetaba las muñecas impidiéndole tocarlo, mientras la besaba con una pasión desenfrenada que no podía controlar. Simultáneamente, la penetraba con movimientos frenéticos de sus caderas, provocando que los gemidos de ella se ahogaran en el ardiente encuentro de sus lenguas. El cuerpo de Aelina, llevado al límite de la resistencia, ya no podía soportar más. Aunque había perdido la noción del tiempo transcurrido en ese abrasador encuentro, tenía la certeza de que la excitación que recorría cada fibra de su ser no era natural, sino algo sobrenatural, lo cual intensificaba su sentimiento de culpa.«No tengo dudas, él está empleando algún tipo de hechizo para que disfrute de este castigo. No puede haber otra explicación lógica», pensaba Aelina mientras el clímax de la pasión
Con una delicadeza que contrastaba dramáticamente con la rudeza de sus acciones anteriores, extendió su mano. Sus dedos, que antes habían sido instrumentos de placer y dolor para muchos otros, ahora flotaban sobre la piel de Aelina como si temieran romperla. Finalmente, con un suspiro casi imperceptible, reposó su mano en el costado izquierdo de ella, justo sobre su corazón.El calor de su palma se fundió con la piel de Aelina, y por un momento, Valdimir permaneció así, inmóvil, como si estuviera escuchando el latido de su corazón a través del contacto. En ese instante de quietud, con la noche como único testigo, algo cambió en la expresión del Rey Lobo. Una sombra de vulnerabilidad, tan fugaz como un parpadeo, cruzó por sus ojos, antes de que su rostro volviera a endurecerse con esa expresión de indiferencia que siempre solía llevar.Entonces bien, en el instante en que Valdimir posó su mano sobre Aelina, un fenómeno extraordinario comenzó a manifestarse. Las venas de su brazo se oscu