El abuelo en modo: bueno, bueno, vaya apurándose con la Celeste, mijito que ya tengo que reiniciar el sistema pronto!! ¿Como le irá a Erik en su participación? ¡Enterate en el proximo capitulooo! gracias por leer, comentar y darle me gusta al capitulo, adiooos
Con el paso de las horas, la fiesta de bienvenida en honor a la princesa Aelina y su esposo, el príncipe lobo Valdimir, alcanzaba su punto más alto. El gran salón del palacio real rebosaba de vida y esplendor, transformado en un escenario digno de las más grandiosas celebraciones. Las paredes, revestidas de tapices dorados y cortinajes de las mejores telas del reino, reflejaban la luz de cientos de velas que danzaban al ritmo de la música.Los acordes melodiosos de una orquesta de instrumentos de cuerda y viento se entrelazaban con el murmullo animado de las conversaciones y las risas de los invitados. Parejas ataviadas con sus mejores galas giraban grácilmente por la pista de baile, creando un caleidoscopio de colores y movimiento. El aroma de exquisitos manjares y vinos selectos impregnaba el ambiente, mientras sirvientes circulaban entre los presentes ofreciendo bandejas repletas de delicias culinarias.En una mesa prominente, cercana al trono real, se encontraban los homenajeados —
En ese instante, Erik permanecía sentado, observando el ir y venir de los invitados con una mirada distante. Sus padres, Valdimir y Aelina, continuaban ahí, mirándolo con una preocupación evidente en sus rostros.—Padre, madre, no se preocupen por mí —dijo finalmente Erik, esbozando una sonrisa tímida que no alcanzó a iluminar sus ojos—. Vayan a divertirse. Créanme, aquí estoy bien. Además, dentro de un rato participaré en las peleas amistosas. Tendré tiempo de sobra para hablar con todos los jóvenes que son contemporáneos conmigo.Valdimir y Aelina intercambiaron una mirada llena de significado. La preocupación por su hijo era muy obvia, pero respetaron su deseo de quedarse solo. Con un último vistazo hacia Erik, se dirigieron hacia la pista de baile y así, mientras caminaban entre la multitud elegantemente vestida, Aelina se acercó a su esposo sintiendo como su voz apenas se podía escuchar por encima de la música clásica.—Jamás pensé que tendría un hijo tan tímido —confesó Aelina co
Celeste, con un gesto casi instintivo, asintió ante la propuesta del duque de Arik de que la acompañara. La joven, consciente de su responsabilidad como anfitriona y guía en el palacio para el joven lobo, no dudó en ofrecer su ayuda para encontrar un uniforme adecuado. Aclarando su voz con un suave carraspeo, la rubia respondió con amabilidad:—Por supuesto, duque Arik, será un placer ayudarte —afirmó la muchacha mientras se adentraba en el área de vestuario.Erik, respetuoso, le cedió el paso y se mantuvo a una distancia prudente mientras Celeste avanzaba con paso seguro hacia los imponentes armarios que se extendían a lo largo de una de las paredes. La familiaridad con la que la muchacha se movía en aquel espacio era evidente; cada paso denotaba su conocimiento del lugar.El vestuario era una estancia amplia y elegante, iluminada por majestuosas lámparas de cristal que pendían del alto techo, proyectando una luz cálida sobre cada rincón. Las paredes, revestidas de madera noble, alber
Celeste, al ver que evidentemente él no iba a revelar más información, suspiró resignada y le dijo:—No uses tus zapatos, usa estas botas... —indicó, buscando el calzado que correspondía al uniforme.Mientras Erik se cambiaba, Celeste no podía dejar de pensar en lo que acababa de ver. Las cicatrices en el cuerpo del joven duque contaban una historia muy diferente a la que él le había relatado. Cada marca parecía susurrar secretos de un pasado lleno de peligros y sufrimiento, tan distante de la vida tranquila que supuestamente había llevado en el ducado de Navarra.La joven observó al duque con nuevos ojos, preguntándose qué otras verdades él ocultaba detrás de su fachada de noble. Las cicatrices hablaban de batallas, de dolor, de supervivencia. No eran las marcas de alguien que había crecido en la comodidad y seguridad de un palacio ducal.Erik, por su parte, se sentía incómodo bajo la mirada inquisitiva de Celeste. Sabía que había cometido un error al exponerse de esa manera, pero no
La respuesta que pidió Erik en aquel tiempo llegó en forma de un golpe brutal. La mano de Valdimir, aquella que tantas veces lo había acariciado con afecto, ahora se estrellaba contra su rostro con una fuerza descomunal. Erik salió despedido, su cuerpo golpeando el suelo frío y duro, rodando hasta quedar a un metro de distancia.El impacto lo dejó aturdido, un dolor agudo pulsando en su mandíbula. El sabor metálico de la sangre inundó su boca, y un líquido cálido comenzó a brotar de su nariz. Con manos temblorosas, Erik se tocó el área de entre su boca y nariz, viendo como sus dedos se macharon de rojo.Valdimir avanzó hacia él con paso lento y decidido con sus ojos brillando en una maldad que Erik jamás había visto.—Se me ocurrió que matar al hijo de Valdimir y Aelina sería interesante... —dijo, y en ese momento, al escucharlo hablar en tercera persona, Erik comprendió con horror que quien estaba frente a él ya no era su padre, sino la sombra que lo había consumido—. Te torturaré tan
TIEMPO ACTUAL – REINO HUMANO DE VIENTALIA: BATALLAS AMISTOSASEn el centro del salón del trono, los espectadores aguardaban con expectación el inicio del siguiente combate. El ambiente estaba lleno de emoción, mientras los murmullos de la multitud se mezclaban con el sonido metálico de las armas siendo preparadas.De repente, la voz potente del heraldo se escuchó por todo el recinto:—¡Ahora es el turno del duque Arik del reino de Kolgrim!El joven de porte noble y mirada cálida dio un paso al frente. Erik, o como todos lo llamaban en el reino humano, Arik, con sus diecisiete años, irradiaba una mezcla de nerviosismo y entusiasmo. Su cabello castaño contrastaba con unos ojos ámbar que reflejaban la fuerza de su linaje mixto.Un asistente que estaba a cargo de las batallas amistosas se acercó para entregarle una espada sin filo, diseñada especialmente para ese tipo de encuentros. El muchacho la tomó con firmeza, sintiendo el peso familiar del arma en sus manos. Antes de tomar posición,
VARIOS MESES DESPUES: REINO HUMANO DE VIENTALIAValdimir y Aelina yacían entrelazados en su lecho, sus cuerpos desnudos todavía conservaban el calor de una noche de pasión típica de ellos que, nunca dejaban de disfrutarse mutuamente cuando estaban solos. La luz del amanecer se filtraba tímidamente por las cortinas, dándole a la habitación un resplandor dorado que realzaba la belleza de esa habitación de la princesa heredera y su esposo el príncipe consorte. Para ese momento, el vientre de Aelina, a una semana de llegar a su noveno mes de gestación, se erguía majestuoso entre ambos, como un recordatorio visible del fruto de su amor.En esa agradable mañana de primavera, el antiguo Rey Lobo del reino de Kolgrim fue el primero en despertar, como era su costumbre. Sus ojos color ámbar, antes fríos y calculadores, ahora brillaban con una calidez inusitada al posarse sobre la figura de su amada. Con delicadeza, sus manos recorrieron la silueta de Aelina, deteniéndose en sus suaves senos, aho
TRES MESES DESPUÉS: REINO HUMANO DE VIENTALIA—Eras tierno de bebé, Erik —comenzó a decir Nikolai, con sus ojos brillando llenos de nostalgia y afecto mientras sostenía al pequeño con una delicadeza que contrastaba con su apariencia imponente de Rey Lobo.El Erik joven, parado a unos metros de distancia, observaba la escena con una mezcla de fascinación y vergüenza. Era extraño verse a sí mismo como un bebé indefenso, tan ajeno a los desafíos que el futuro le depararía. Un escalofrío recorrió su espalda al pensar en todo lo que había vivido y cómo esas experiencias lo habían moldeado, mientras que su yo de esa línea temporal no tenía idea de nada.«Sin duda, tendremos distintas personalidades…», pensó Erik sin poderlo evitar.Valdimir y Aelina, sentados en cómodas sillas de la terraza real, no podían apartar la mirada de la escena. El orgullo paternal brillaba en los ojos de Valdimir, mientras que Aelina sonreía con ternura, con sus manos inconscientemente acariciando su vientre, donde