Karl se quedó viendo las intenciones de su suegro, solo estaba buscando la forma de crear problemas entre Brenda y él, como no pudo salirse con la suya, ahora intentaba dañarlos de otra forma.No era ningún secreto que a su suegro se le daba bien manipular las situaciones para conseguir lo que querí
Karl entró ansioso con su esposa al apartamento, mas no fue necesario llegar a la habitación, porque apenas entraron, la chica lo empujó en el sofá de un puesto haciéndolo tomar asiento.—No te muevas de aquí —le dijo con seriedad.—Tranquila, no me iré a ningún lado —pronunció Karl, emocionado por
La habitación parecía estar en sincronía con sus movimientos, la suave iluminación y el acogedor ambiente parecían formar parte de su actuación. Parecía estar en su propio mundo, bailando su propia historia que Karl quería conocer. Podía sentir el calor que emanaba de su cuerpo, el deseo y la pasión
—¿Qué piensas hacer? —le preguntó Brenda frunciendo el ceño con sospecha.—Voy a enfrentarlos, voy a enseñarle al tal Andrew que no puede venir a mi casa a amenazarme y va a esperar que yo me mantenga sin hacer nada.Karl se terminó de vestir, comenzó a caminar hacia la puerta principal y Brenda le
La alzó entre sus brazos y la llevó a la habitación, sin mediar palabra, volvieron a acercarse el uno al otro, con los ojos aún fijos en un abrazo ardiente.Sus manos temblorosas se extendieron y sus labios se encontraron con avidez. La pasión, furiosa y salvaje, se desató entre ellos. Su deseo los
La fresca brisa del atardecer se mecía a través de la ventana abierta mientras la luz de la luna se colaba por ella, iluminando el aposento con su dulce y tímido resplandor. Brenda se quedó mirando aquella escena un momento, dejando que la paz y el amor que la llenaban se expandieran por todo su cu
Finalmente, el hombre fue el primero en pronunciar palabras, estaba maravillado por toda la pasión que ella le hacía sentir,—Te amo Brenda —le dijo al fin, con una sonrisa. Ella también sonrió, y su rostro se iluminó con una mezcla de alegría y ternura. —Yo también —respondió en un susurro, mient
Karl y Brenda se fueron a la casa de los Hamilton, la joven no podía contener los nervios, al ver las puertas de hierro forjado que marcaban la entrada a la impresionante mansión de los Hamilton Ferrari, aunque trataba de disimularlo, después de todo ella siempre se le había dado bien en ocultar emo