La fresca brisa del atardecer se mecía a través de la ventana abierta mientras la luz de la luna se colaba por ella, iluminando el aposento con su dulce y tímido resplandor. Brenda se quedó mirando aquella escena un momento, dejando que la paz y el amor que la llenaban se expandieran por todo su cu
Finalmente, el hombre fue el primero en pronunciar palabras, estaba maravillado por toda la pasión que ella le hacía sentir,—Te amo Brenda —le dijo al fin, con una sonrisa. Ella también sonrió, y su rostro se iluminó con una mezcla de alegría y ternura. —Yo también —respondió en un susurro, mient
Karl y Brenda se fueron a la casa de los Hamilton, la joven no podía contener los nervios, al ver las puertas de hierro forjado que marcaban la entrada a la impresionante mansión de los Hamilton Ferrari, aunque trataba de disimularlo, después de todo ella siempre se le había dado bien en ocultar emo
Ante las palabras de Carlotta, su familia no pudo contener la risa, empezaron a reírse simuladamente, pero al final estallaron en ruidosas carcajadas.—Mamá, ¡¿Es en serio?! —dijo Sandra y Carlotta la miró con cara de pocos amigos.—Esposa, ¿Se te olvidó que saliste huyendo sin ninguna explicación?
Dos semanas después.El sol brillaba en el cielo despejado, iluminando los exuberantes jardines verdes de la mansión Hamilton. Los amarillos y naranjas brillantes de las flores parecían centellear por el rocío de la mañana. La ligera brisa transportaba el dulce aroma de las flores por todo el recint
SE QUE LOS BUENOS SON MÁS. AYÚDENME A DENUNCIAR A QUIENES ROBAN MI TRABAJO.Y así lo hizo, la tomó del brazo y caminó el resto de los pasos que le faltaban y se la entregó a Karl. Justo en el gran arco, donde las rosas blancas añadían un toque romántico a la escena.—Tenías razón, lograste a enamora
El sol estaba bajo en el cielo cuando Brenda y Karl llegaron a las islas griegas. El azul del mar bajo sus pies, el verde intenso de las montañas a lo lejos, la brisa cálida y fragante... todo ello se combinaba para crear una sensación de paz y asombro. Los esposos se pararon en un saliente rocoso
Karl le acarició el cabello que caía a su alrededor como una cascada dorada, los brazos del hombre se extendían sobre ella, llevándola cada vez más profundo en un abrazo tierno y apasionado. Su piel se arqueaba con placer a medida que sus labios recorrían cada centímetro de su cuerpo. Sus sentidos