Por leves segundos Sandra se sintió nerviosa, pero en segundos recobró su control.—Así le digo al señor Taddeo, después de todo es el abuelo de mi novia —dijo con aparente tranquilidad.—¿Es abuelo de Sandra Hamilton? —preguntó con el ceño fruncido y Taddeo y Santos se miraron por leves segundos.—
—Ese es el problema cómo voy a conseguir que Santos y Sandra vayan con Stefano sin que se den cuenta de que soy la misma persona. Esto es demasiado frustrante. —¿Cuál es el problema? No pueden ir juntos, pero si te gusta realmente pueden ir por separados —dijo Taddeo, no viendo problema. Sandra
Sandra sabía que quizás era impulsivo lo que estaba haciendo, pero no podía negar el deseo que se agitaba en su sangre, se convenció a sí misma, que tan solo una vez sería suficiente, pensó que una sola oportunidad sería suficiente pata exorcizar el deseo en su interior. Sandra cedió, se bajó del
—¡Sí! —exclamó él con voz ronca. La volvió a besar mientras la penetraba más profundamente, las sensaciones eran insoportables, ella se agitó entre sus brazos, arqueó su espalda mientras él siguió embistiéndola con fuerza. Stefano entró y salió sin cesar, ambos gemían de deseo, los gemidos de Sand
Stefano se quedó en silencio e inhaló hondo para calmarse, pero fue peor porque ahora le dolía más que Sandra lo que había hecho, avergonzado terminó cortando la llamada antes de que ella respondiera. La manera que él la trató no le pareció correcta, comprendía que estaba enojado, pero era injusta s
La carrera la ganó Stefano, pese a ello no celebró, ni siquiera se dio cuenta de lo que había logrado, no notó que su equipo lo había hecho muy bien, solo quería ver a Sandra, esperaba verla, pensaba que seguramente estaría allí con Santos, la buscó con la mirada, pero no la vio, eso lo decepcionó u
Sandra no podía parar de llorar, se recostó de la ventanilla, mientras su abuelo hizo el recorrido hasta la clínica. —Tranquila hija, estará bien, Stefano es un chico fuerte. —Todo es mi culpa, yo sentí que estaba incómodo con Santos, me imagino porque pensó que se había acostado con su novia… y c
—La verdad es que… Sandra y yo somos la misma persona —confesó la joven, sintiéndose un poco avergonzada, porque iba a quedar como una mentirosa—. Siento tanto haberte engañado, no fue mi intención, de hecho, no sabía que me terminarías gustando… lo hice porque pienso que como hombre hay más oportun