Las chicas bajaron los colchones al piso y se acostaron boca abajo mientras Carlotta empezaba a preguntarle. —¿Qué hiciste cuando me fui a Chicago? Debes contarme todo —pidió Carlotta, ya ansiosa por saber todos los detalles. —Está bien, lo haré. Los recuerdos del pasado se abrieron paso en los p
—Si no me dan la cara voy a ir a la policía a denunciar, ¡Necesito saber de mi amiga Carlotta Ferrari! Mike se la llevó y no aparece, su celular ni siquiera repica… ¡¡¡¿Qué hizo con ella?!!! ¡Exijo respuesta! —y enseguida empezó a gritar consignas como si estuviera en una protesta—. ¡Liberen a Carl
—Mira Chiquinquirá o me cuentas o voy y le digo al idiota de Mike, que su amada Kate, no es otra, sino la loca de Katy ¿Tú verás que te conviene? —inquirió, mientras por dentro se burlaba a carcajadas de su amiga, no podía creer que ella se hubiera vuelto tan tonta para pensar que ese hombre no sabí
—¿Por qué? Yo no pienso quedarme sola aquí. —Pues no tienes otra opción… te mandaron a encerrar aquí porque eres muy bocona, no sabes mantener la boca cerrada ¿Acaso no has oído el dicho que dice que en boca cerrada no entra mosca? Ve y trata de aplicarlo y ya deja tu empeño en querer desprestigiar
Carlotta esperaba impaciente la llegada de Katy, estaba ansiosa porque le siguiera contando, pero esta se había tardado en el baño más de la cuenta, mentalmente hizo un repaso de cuánto tiempo tardaría ella en ir al baño, desabrocharse, bajarse el pantalón, orinar, secarse, volver a subírselo, hizo
—No, esto no está bien, tú hace un momento estabas despotricando de mí, mirándome despectivamente ¿Y qué pretendes ahora usarme de desahogo? Creo que estás equivocado conmigo, yo no soy una mujer a quien se le van a bajar las pantaletas ante una cara de niño bonito —pronunció empujándolo hacia un la
Sandro, escuchaba atento la historia de su hermano con una expresión ceñuda, no le gustaba que hubiera manipulado a Carlotta para que se casara con él, pero sería hipócrita decir que estaba molesto, porque la verdad le agradecía enormemente su intervención, porque desde chantajearla amenazándola con
Entretanto Mike, guiado por el ruido, dirigió su mirada a la puerta, a diferencia de Sandro, no veía nada, solo trataba de captar los sonidos, de pronto sintió que lo abrazaron—¡Cálmate Mike! Todo está bien, lo siento… yo solo quería saber si tú estabas claro que era yo tú... —no la dejó hablar, to