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En la comisaría.Mia detuvo su llanto, se acercó a un guardia.—Necesito hacer una llamada.—Ahora no, señora.—¡Exigió ver a un abogado!El guardia recapacitó, la dejó ir a los teléfonos.Mia llamó a sus tíos, pero, ninguno respondió, estaba nerviosa, no tenìa a nadie más. Con sus padrinos de viaje, solo quedaba el abuelo, pero no podía llamarlo.Decidió llamar a Luca.Luca estaba con Helena, quien curaba su resaca.Helena respondió.—Hola.—Necesito hablar con Luca, urgente, habla Mia Estévez.—Prima, soy yo, Helena, ¿qué pasa? Te escuchas alterada.—¡Helena, estoy detenida, por favor, tienes que ayudarme! Arturo me abandonó, Arturo me echó de su lado.—¡¿Qué has dicho?!***Mia pasó las siguientes tres horas ahí, estaba destrozada, sola.Pensó en sus padres, y nunca se sintió tan sola como en ese momento.De pronto, abrieron la celda.—Está libre, señora.Mia salió de ahí y encontró a Luca y a Helena, abrazó a su prima.—¡Gracias!—Mia, ¿qué fue lo que pasó?Salieron de ahí, pero ju
—¿Qué dices, hija? ¡No puede ser! No pueden divorciarse, ustedes se aman.—Abuelo, el amor se acabó.Jerónimo estaba tan triste, y Helena fue a abrazarlo.—Vamos, abuelo, te llevaré a dormir.Jerónimo solo asintió, se sentía débil, los años lo habían golpeado con dureza, y se sentía mal justo ahora.—¿De verdad te vas a divorciar, Mia?Ella asintió.—Esto se acabó, Luca —dijo con la mirada borrosa por las lágrimas contenidas—. He hecho tanto por Arturo, he esperado por su amor, y lo que èl hizo, no tiene nombre, o tal vez, despreció mi amor, hasta matarme en vida, pero no más. No voy a caer en ruegos a sus pies, soy inocente, no lo engañé.Luca la abrazó.—Te entiendo, créeme que te entiendo.—¿No has hablado con Catalina?Esta vez fue el turno de que los ojos de Luca temblaran.—Desapareció, Ariel dice que se fue con su amante, tal vez… nunca pensé que fuera así, pensé que me amaba con locura.—¡Yo también! Es que no lo puedo creer…Luca hundió la mirada.—No me importa, la olvidaré,
Mia supo que su inocencia estaba probada, ahora debía lanzarla contra Arturo. Sintió un alivio, pero también un dolor.«¿Qué tan poco me amas, Arturo? Qué dudas con tal crueldad de mì», pensó.—Tenemos por lo menos la información del vehículo, tenemos la placa, ¡detendremos a esos desgraciados! —dijo el hombre y les pidió que pusieran la denuncia.Mia y Luca fueron con un colega del hombre a la comisaría, quien los ayudó a poner la denuncia.Salieron más tarde, pero les hicieron el favor de darles una copia del video.—¿Qué harás, Mia?Mira mirò a Luca.—Voy a hacer que Arturo pague por esto. Èl quiere arruinarme delante de todos, bueno, espero que sea tan hombre para asumir la verdad.Luca asintió.—Te apoyo totalmente —dijo tomando su mano.***Por la tarde.Mia intentó contactar a sus padrinos, pero fue inútil, no quiso llamar a sus tíos, temió que Arturo se hubiera adelantado.—Mejor que lo sepan por mí misma —murmuró en su habitación.No podía dormir, solo pensaba en el mañana.
—¿Qué dices, Mia? Al menos ten el valor de darme la cara —sentenció—. Reconoce que me engañaste.—¡Ya basta! —exclamó Diego, y mirò a Mia—. Explícanos, hija, porque esta no eres tú, tú no eres así. Dinos, ¿qué pasó?—¿Cómo puedes preferir el lado de Mia?—¿Al menos la has escuchado una vez, Arturo? —exclamó Amaranta—. Alguna vez le has dejado hablar.—¡No tengo nada que escucharle!Arturo quiso irse, pero su padre lo detuvo.—¡La escucharás, y es una m*****a orden! No eres un niño, pero me estás demostrando que aún no eres un hombre. Lo harás, porque te lo pido, no cometas mi mismo error —dijo susurrando sus últimas palabras.Hubo algo en la mirada de su padre que llamó poderosamente la atención de Arturo y lo hizo detenerse y escucharlo todo.—¡Habla, Mia! Dime, ¿qué tienes que decir?Mia tena ojos cubiertos de lágrimas, pero al mismo tiempo, tenía una actitud hostil, firme, vengativa, como si estuviera peleando una gran guerra.—Yo no soy una esposa infiel, nunca lo fui, y tengo prue
—¿Qué dices, Mia? ¡No! ¡No tiene sentido lo que dices! Ha sido mi maldito error, pagaré por él, pero te voy a recuperar…Mia no quiso escuchar màs, subió al auto y cerró la puerta.Luca y Helena subieron con rapidez.Arturo luchó por abrir la puerta, golpeteó la ventanilla, pero ella no abrió. El hombre se volvió loco, se puso frente al auto.Luca bajó la ventanilla.—¡Quítate, m*****a sea! Acepta tu error, y vete al diablo.—¡No! Mia, déjame hablar, no sabía de este video, vi esto y…Luca dio reversa y viró, yéndose incluso en sentido contrario por una cuadra hasta que pudo tomar el camino correcto.Arturo corría detrás del auto.Helena lo mirò por la ventana.—¡Qué terrible lo que ha pasado! Pero… ¿Es una broma? ¿Verdad? Ustedes dos no se casarán, ¿verdad?Luca sostuvo con fuerza al volante, esas palabras le parecieron raras.Mia rompió en un buen llanto.***—¡¿Qué haces aquí, Corina?! ¡Lárgate! —exclamó Amaranta.—Señora Estévez, yo solo pedí un poco de ayuda a Arturo, nunca quise
Mia caminó hasta esa habitación del hospital. Cuando por la ventana observó esa escena, ella sintió que su corazón se oprimió.Arturo estaba ahí, abrazando a esa mujer.«Era su mejor pretexto, que yo fuera infiel, limpiaba su conciencia, y podía volver con la única mujer que realmente ama. Bien, ahora pueden ser felices, juntos, porque no volveré contigo, nunca, Arturo», pensó.La mirada de Arturo se alzó y encontró los ojos de Mia, sintió pavor, soltó a Corina y salió detrás de Mia, quien se apuró a irse.—¡Arturo! —exclamó Corina, pero él no volvió.***Arturo alcanzó a Mia, pero ella se liberó de èl al sentir su toque.—Mia, lo que viste, no…—¡No me importa! Nos vamos a divorciar, y aparte de hoy estamos separados, así que haz lo que quieras.Ella quiso irse, èl la retuvo tomando su brazo.—¡No digas eso! Porque no me voy a divorciar de ti, no lo haré.Ella le mirò con rabia, quiso zafarse, pero él la retuvo con màs ahínco.—¡Déjame la vida en paz, Arturo! ¿No has hecho suficiente
—¡Claro que no! —exclamó el abuelo y acunó el rostro de su nieta—. Tu padre no era malo, Arturo estaba molesto, èl se ha equivocado, hija, pero no olvides el motivo, fue engañado, fue una trampa y…—¡No lo defiendas, abuelo! Arturo es un imbécil que no merece ni perdón, ni olvido, además; Mia y yo nos vamos a casar.Todos se quedaron congelados de nuevo, esas palabras cayeron sobre sus cuerpos como cubetas de agua helada.—¡¿Qué?! —exclamó Jorge, siendo el primero en hablar.—Tal como lo oyes, padre, yo he sido traicionado y Mia decepcionada, ambos pronto, seremos libres y tenemos derecho a rehacer mi vida. Sé que Mia es la mujer perfecta para mí, nunca me traicionará, y me dará paz y felicidad, pienso que puedo darle lo mismo.—¿Mia?—Estoy de acuerdo, tía, quiero ser feliz con la persona correcta, y esta vez, elegiré a Luca, porque es bueno para mí.Mariza parecía horrorizada, ni que hablar de Jorge.***Al día siguiente.Luca y Mia fueron a la empresa, había un CEO interino, y cuand
Arturo no dejaba de beber, la música resonaba en alta voz, cuando Diego llegó.Mirar a su hijo así fue deprimente. Su padre apagó el Estéreo.Arturo le mirò enojado, estaba ebrio, pero al verlo se asustó.—Padre… yo…—¿Qué haces? Por Dios, ¡mírate! Ve a darte un baño y a dormir, mañana debes volver al trabajo.—Yo sin Mia no puedo, padre, yo sin Mia soy nada.Diego le mirò con rabia, lo tomó del cuello de la camisa.—¡Eso no lo pensabas cuando la insultaste!—¡Soy un imbécil, pensé lo peor y me arrepiento!Arturo lo obligó a subir la escalera, lo hizo a regañadientes y, al final, lo lanzó sobre la cama.Diego no evitó sentir lástima por su hijo. En el pasado, alguna vez, él también había pensado lo peor de su esposa cuando creyó que le engañaba. Entonces, èl hizo sufrir a su amada esposa Amaranta, ella incluso estaba embarazada.Pero, tuvo suerte, ella le perdonó, aunque no fue fácil. Ahora Diego sentía mucho pesar por su hijo, tenìa miedo de que no tuviera la suerte de que Mia le conc