Capítulo 35

Me coloco la última horquilla en el cabello dejándolo en un recogido algo desordenado. Mi vestido azul oscuro de corte griego es fresco para el cálido clima.

Mi mirada se dirige a él chupetón que Cillian dejó en mi hombro ayer en la tarde en la piscina.

—La carne es débil y el corazón, un pendejo—susurro disgustada conmigo.

Después de nuestro tórrido encuentro, salí de la piscina como alma que lleva el diablo, y me encerré en la habitación. No vi a Cillian después de eso. Intento entrar cuando anocheció, pero no le deje. Tenía que subir de nuevo mis defensas.

Cuando creí que ya se había ido dormir, bajé por algo de comer y volver corriendo a mi escondite.

—Como una maldita rata —Helena resoplo.

Esta mañana no lo vi. Le pregunté a Norman al cual encontré en el salón, solo respondió que su jefe había salido al poblado. Su mirada gélida me produce incomodidad. Prefiero a Fran, el hombre me cae bien y es muy amable.

La hora del almuerzo llego sin noticias de Cillian. Había preparado algo
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