— Siento mucho la tardanza mi amor, llegué hace unos minutos pero me di un baño en la otra habitación antes de venir aquí. — Se disculpó Lucien sentándose en la cama, ya que Luciano estaba recién nacido le preocupaba traer los gérmenes a la habitación, especialmente después de visitar la estación, por eso incluso había cambiado su ropa antes de venir con ellos. — Hola princesa. — Hola papi. — Saludó Luna en voz baja y con una pequeña sonrisa, ella era muy cuidadosa de no despertar a Luciano y pasaba la mayor parte del tiempo viéndolo dormir, fascinada por su hermanito. — Esta bien, ¿Qué estabas haciendo? ¿Por qué tardaste tanto? Luciano se despertó y volvió a quedarse dormido. — Dijo Aria con una sonrisa mirando como su bebé dormía y Luna no dejaba de mirarlo, estos niños le daban mucha alegría a su corazón, le encantaba cada minuto que pasaba con ellos, al igual que con Lucien. — Te lo explicó luego, ellos duermen mucho cuando están pequeños, Luna era igual. — Espetó Lucien sonrie
Dos años después. — Estás realmente preciosa, no sabes lo feliz que nos hace a todos este momento. — Dijo Elizabeth con una sonrisa y envolviendo a su hija en un abrazo. Le encantaba el hecho que Aria volviera a casarse y está vez ellos pudieran estar con ella acompañándola, querían ver a su pequeña casarse, desafortunadamente no pudieron presenciar la primera vez, pero estaban felices de estar ahora con ella. — Gracias mamá, a mí también me hace muy feliz que estén conmigo. — Murmuró Aria con una pequeña sonrisa, sentía su corazón un poco pesado porque le hubiese gustado que su abuela también estuviese con ella, pero lamentablemente había fallecido hace más de un año, solo podía llevarla en su corazón y esperar que estuviera feliz mirándola desde el cielo. — Hija ya es hora. — Anunció Hank tocando la puerta, estaba muy emocionado por entregar a su princesa, se había sentido triste antes al saber que ella ya estaba casada y no había sido él quien la entregará y ahora podía hacerlo
Maya Davis, una chica hermosa, mimada y muy coqueta, llega a la vida de Victor Myers, un hombre poderoso, misterioso y bastante cruel, decidida a enamorarlo, haciendo que él rápidamente termine enomorandose de su dulzura, pero cuando una verdad del pasado de ella y el suyo sale a la luz, él decide hacerle creer que no la ama. Con el objetivo de que ella decida alejarse y no quiera volver a verlo, él planea todo para hacerla pensar que la estaba engañando con otra mujer y que para él ella solo había sido un juego, una más de sus mujeres, haciendo que el corazón de Maya se destrozara en ese instante, dejándola completamente desconsolada. Le costaba aceptar que el hombre al que ella tanto amaba, del que había estado enamorada desde que era una niña solo estuviese jugando con ella, así que decide alejarse de él para siempre, sin decirle que estaba embarazada, ya que para él, ella solo había sido un juego, pensaba que no le importaría en absoluto que estuvieran esperando un bebé, por lo qu
—¿Victor? — Pronunció Maya con sus ojos cristalizándose al ver a una mujer arrodillada intentando quitarle el cinturón a quien se suponía que era su novio en medio de la oficina de él. Le costaba creer que lo que estaban viendo sus ojos era cierto, su corazón se estaba desgarrando y esperaba poder escuchar una explicación que aliviará este dolor creciente. Sentía que no podía respirar de tanto dolor. —Maya, ¿Qué estás haciendo aquí? — Cuestionó Victor deteniendo las manos de la mujer para alejarse. —¿Que estoy haciendo aquí? Habíamos quedado ayer en que hoy viniera a verte y ahora me encuentro con esto, necesito una maldita explicación. — Gritó Maya desconsolada, mirando como la otra mujer se ponía de pie y se lamía los labios para luego sonreírle de manera burlona. —No creo que haya nada que explicar, lo que viste es lo que hay, esto es algo que tiene tiempo sucediendo, ¿No creías que un hombre como Victor podría tomar en serio a una niña como tú o si? — Preguntó Sasha sin qu
— Maya, ¿dónde estás? — Preguntó Jacob al entrar al apartamento de su hermana, ayer había recibido una llamada de ella en la que no se escuchaba para nada bien y por eso había decidido viajar hasta aquí para ver lo que estaba sucediendo. — Maya. — Volvió a llamar antes de finalmente abrir la puerta de la habitación de ella y en ese momento vio que su hermana estaba hecha un ovillo mientras su cuerpo temblaba envuelta en las sábanas, causándole un terrible dolor en su corazón. A pesar de que ella escuchó la voz de su hermano no quería decir nada, no quería dar explicaciones solo quería estar sola y llorar, pero cuando Jacob se acostó en la cama y la envolvió en sus brazos ella sollozo con más fuerza. — Dime que te pasa por favor ¿Por qué estás así? — Cuestionó Jacob sin dejarla de abrazar. — Por favor dime algo, tu silencio me está volviendo loco, me estás preocupando más. — Tenías razón, siempre la tuviste, me equivoqué y ahora mi corazón duele tanto que es insoportable. — Sollozó
— Señor Myers, la señorita Maya va en camino al aeropuerto junto a su hermano. — Informó el guardaespaldas y cuando Victor escuchó estás palabras sintió su corazón mucho más incómodo, si ella se iba cuando se suponía que estaba estudiando lo que deseaba aquí, era porque la había lastimado demasiado, tanto como para dejar lo que quería atrás, ella nunca lo podría perdonar. — Esta bien, ya puedes dejar de seguirla. — Espetó Victor antes de colgar la llamada, se sentía terrible por el dolor que le estaba causando a ella y por el que se estaba causando a sí mismo con esto, pero no había otra opción, el pasado siempre estaría ahí, torturándolo y terminaría torturándola a ella. “Muñequita lo mejor es que estés lejos de mí, es lo mejor para los dos, espero que puedas sanar, olvidarme y ser muy feliz, que encuentres a alguien mejor para compartir tu vida con él.” Pensó Victor, aunque su corazón se sentía muy renuente, no deseaba que la única persona que lo hacía latir de manera desenfrenada
Cinco años después. — Mami despierta. — Pidió Marcus preocupado mirando a su madre, sabía que ella tenía días sintiéndose mal y hoy parecía estar mucho peor. — Mi amor dile a Lorena que les prepare el desayuno si tienen hambre, hoy no me siento bien, voy a dormir un poco más. — Dijo Maya con voz débil sin ni siquiera abrir los ojos, aunque quería levantarse para darle los buenos días a sus dos maravillosos pequeños y hacerles el desayuno, su cuerpo no se sentía nada bien. Al escuchar esto Marcus frunció el ceño, mucho más preocupado, su mamá por más cansada que estuviese e incluso estando enferma, al menos abriría los ojos y le sonreiría para asegurarle que todo estaba bien, pero está vez ella ni siquiera podía hacer eso, así que salió de la habitación, no sin antes tomar el teléfono de su mamá que estaba en la mesa y al llegar a la sala miró a su hermano que estaba distraído viendo televisión y entonces apagó el televisor para tener su atención. — Mamá no está bien, hay que llamar
— Por Dios Maya, ¿Cuándo pensabas decirme que tenías lupus? ¿Cómo puedes guardar este secreto y solo admitirlo después que yo mismo me enteré gracias al doctor? — Cuestionó Jacob molesto y preocupado, no pensó que ella tuviera que atravesar una enfermedad como está, con la que tendría que vivir toda su vida y ni siquiera lo había llamado para contarle y aunque sabía que era para no preocuparlo igual se sentía muy molesto, siempre que pudiera ayudarla quería hacerlo, no quería que ella sufriera ningún daño y esta enfermedad no era algo bueno, lo menos que podía hacer era cuidar de ella. — No quise que vinieras hasta aquí por eso, se que estás ocupado y bueno estoy bien, solo que tengo que soportar ciertos malestares a los cuales debo ir acostumbrándome, voy a estar bien, no te preocupes. — Respondió Maya sonriéndole para calmarlo, que él se preocupara tanto por ella hacía que su corazón se sintiera muy cálido, ya que sabía que él la amaba mucho, pero ella no quería que él dejara de ha