HARLEYUn año, ha pasado un año desde que de la nada, Dylan me terminó y se cambió de hospital, de la nada solo dijo que ya no podíamos estar juntos, se cambió de departamento, se fue del Hospital renunciando, no sé a dónde mierda se fue, y el mismo día, la directora también presentó su renuncia, al parecer le habían ofrecido la dirección en otro hospital en Texas. Ese mismo año me enteré de que Clara y Tobias tenían una niña de seis años, bueno, él la tenía, da igual cómo surgieron las cosas, ellos están juntos. Mis amigas tienen como parejas a hombres idiotas, pero hombre que si ellas piden amor, el mundo va a arder. Dylan no fue así, él quebró algo en mi interior, él me dañó a tal punto que ahora soy la doctora hielo, como me llaman, me he vuelto alguien fría y calculadora, no pienso permitir que vuelvan a jugar conmigo, no lo haré. La Harley del pasado se quedó ahí, creyendo que Dylan era el hombre de su vida, creyendo que la amaba, ahora las cosas son distintas. —Aquí estás.
HARLEY No ha cambiado nada, eso es lo primero que pienso en cuanto lo tengo frente a mí, en un espacio tan cerrado, él tiene la osadía de detener el elevador y yo me cruzo como si nada de brazos, si piensa que voy a correr a sus brazos como si nada hubiera pasado, está equivocado, ya no soy la misma que hace un año, ahora soy más perra, fría y calculadora, este hijo de puta no me la vuelve a hacer, puede que tanto Maddison como Clara perdonen las mierdas de Levi y Tobias, yo no, a mí me la hacen y me la pagan con intereses, y me parece que Dylan ha acumulado ya bastantes. —¿Hablar? No lo creo —le sostengo la mirada. —Me parece que tenemos una plática pendiente, tengo que explicarte por qué me fui y… —No me interesa —le interrumpo. —¿Qué? —Lo que oíste, no me interesa saber ya, por qué te fuiste y me dejaste, creo que está todo claro, solo buscabas follarme para hacerme parte de tu colección, felicidades, ahora, vete y no vuelvas más —espeto con firmeza. Incluso yo me sorpr
HARLEYMe paso toda mi estancia de segundo turno, buscando un nuevo empleo en una de las computadoras del sistema en el área de recursos humanos, tengo tanto por hacer, son muchas opciones, en el pasado me echó a perder mis planes, Dylan no volverá a hacerlo, no pienso permitírselo. Debo actuar con cautela. —¿Demasiado ocupada? La voz de Paty me hace levantar la mirada, ella trae consigo una taza de café que me da. —¡Oh, eres mi salvación! —apago la computadora—. Te lo agradezco. Ella me mira con su gesto serio, no el que suele poner cuando hablamos del tamaño de los penes de los doctores o de los pasantes. —¿Cómo te sientes? —pregunta con cautela. —Con sueño, pero creo que sobreviviré —encojo los hombros y opto por una actitud desinteresada. —Sabes bien a lo que me refiero —niega con la cabeza—. Dylan Wood es el nuevo director del hospital, pero no solo eso, sino que su esposa, Amelie Soto, también estará trabajando aquí como jefa de recursos humanos. No sé si es por el café
HARLEYCuando esas simples palabras brotan de la garganta de Dylan, la respiración se me acelera y el aire se me atasca en los pulmones, comprimiéndolos. Siento que nada de lo que he hecho ha servido hasta ahora, frunzo el ceño, intento soltarme de su agarre, sin embargo, obtengo el mismo resultado. —Déjame ir —logro balbucear. La lengua la siento adormecida. —¿Por qué bebes? Nunca lo haces, mucho menos cuando tienes guardia, no regresaste al trabajo, ¿por esto? —me sigue hablando como si fuera una niña pequeña. —Oye, siento que Alan te hubiese llamado, al parecer, nunca borré tu número de mi lista de emergencia —suelto de repente—. Me iré a casa, ahora, suéltame. El agarre de Dylan se afloja un poco más, por un breve segundo creo que me dejará libre, hasta que vuelve a ajustar, algo duro golpea contra mis nalgas y mis mejillas arden, no de vergüenza, sino, de rabia, ¿cómo se atreve siendo un hombre casado? —Dylan —mi voz tiende de un hilo. —Te llevaré a casa, anda. Sin decir
HARLEYSi las miradas pudieran matar, las de Dylan estarían calcinándome en estos momentos, sus ojos recorren en dirección de donde se encuentran nuestras manos entrelazadas, Rafael me lanza una mirada cargada de confusión, a diferencia de la de Dylan, ambos no saben lo que pasa, pero tengo que deshacerme del primero. —Eso es mentira —asegura Dylan con arrogancia. Mirando a Rafael como si fuera un ser inferior, algo que solía hacer cuando trabajaba en el hospital, cada que llegaba un alumno nuevo o un pasante del que estaba a cargo, hacía todo por hacerlos sentir mal, estos terminaban cambiando de departamento o en el peor de los casos, de carrera, por eso lo llamaban el terror de la medicina. —No tengo por qué darte explicaciones —balbuceo. Los mareos me vuelven a atacar de manera constante, Rafael parece darse cuenta de ello y sin intención alguna, para darle más énfasis a lo que había sucedido, rodeó mi cintura con su brazo y me atrajo hacia él, cosa que solo provocó que Dylan
DYLANOdio, repulsión, eso era lo que sentí cuando Amelie tuvo el maldito descaro de subirse a horcajadas sobre mí, y besarme, pese a que fueron solo un par de segundos, fue suficiente como para que mi mala suerte me persiguiera, debido a que Harley entró sin llamar a la puerta, en cuanto sus ojos recorrieron con dolor la escena que se presentaba ante sus ojos ámbar, ella frunció los labios. Amelie la saludó de manera que la hizo pensar que estaban pasando las cosas equivocadas. —No es lo que piensas —digo. —Lo es —le asegura Amelie, rodeando mi cuello con sus manos—. Es mi marido, es normal que…—Nos estamos divorciando —insisto como si tuviera la imperiosa necesidad de estarle repitiendo una y otra vez que no tengo nada serio con Amelie. Las excusas son la única orden del día que sigo. —Bueno, es algo que no firmo, por lo que estamos casados todavía —Amelie voltea a verme, concentrando toda su atención ahora en mí—. ¿Crees que no estoy enterada de tus planes? No te vas a desha
HARLEYUna locura, eso es lo que pienso cuando hago un recuento de lo que Dylan ha hecho y la manera en la que ha actuado desde hace dos semanas, mismas en las que, sin duda, se ha portado distante, meramente profesional, como se supone que debería estar esperando, pero no es lo que espero. Sino, que me deje en paz, porque pese a que ha mantenido toda su distancia, no deja de mirarme con ojos asesinos, esos que tanto me inquietan, pero que no lo demuestro. No puede haber nadie que me mire, me hable, o incluso ría al hacer una broma pesada de colegas conmigo, porque aparece de la nada, argumentando que no ha visto a esa persona desde hace años, cosa que es mentira, solo un pretexto para que sea yo quien me aleje y de esa manera piensa que me ha salvado. No lo dice abiertamente, pero me doy cuenta de la manera en la que le lanza claras advertencias a Rafael cuando nos encontramos en el camino, ambos traen una rivalidad que irradia tensión por todas partes.—Hola. Doy un respingo, me d
HARLEYLos nervios me matan, tanto, que ni siquiera me tomé la molestia para ir a los vestidores y quitarme la bata, salimos a lo que me pareció más correcto, y eso era una cafetería en frente del hospital, donde no me gustaba nada la comida, pero era eso o tener que pasar más tiempo con el señor Siniestra, contando que nada de esto me daba buena espina. Siento sus ojos clavados en mí, todo el momento, Roger, como dice llamarse, se limita a estudiar cada uno de mis movimientos, me hace sentir como si yo fuera el ratón de laboratorio y él el científico que está poniendo a pruebas mis habilidades. La mesera del lugar en turno, pasa y me ofrece la carta, cosa que rechazo con un ligero movimiento de mano, esperaba no tardar, estaba en mi zona segura. Aunque al parecer, el hombre sentado adelante de mí, apartando su atención de mi persona, cambió de opinión y comenzó a pedir el menú del día junto con un jugo de toronja natural. En ese instante, sentí que nada de esto tenía sentido, en es