Capítulo455
—¡Tú! ¡Sinvergüenza!

La cara de Julieta enrojeció. Sus ojos miraron con maldad a Leandro, como si fuera un conejo enojado. Se veía feroz pero linda a la vez. Leandro solo había visto esa expresión en Julieta. Pero cuando pensó en el hecho de que la mujer que había estado echando de menos simplemente se negaba a reconocerlo, le dolió vagamente el corazón.

Entonces la soltó, se puso de pie y se mantuvo a una distancia segura de ella.

—Lo siento, hace un momento fui grosero. Te llamaré más tarde por lo del pedido del anillo. Me marcho.

Tras decir esto, se dirigió a la puerta.

Julieta se quedó un poco sorprendida. No entendía lo que este hombre estaba pensando, pero sabía que era peligroso. Así que recogió el cheque que tenía sobre la mesa y detuvo a Leandro, que ya estaba saliendo de la sala de conferencias.

—Señor Cisneros, lo siento, no puedo aceptar este trabajo.

Leandro frunció el ceño.

—¿Por qué?

—Usted mismo sabe muy bien cuál es la razón, ¿no?

En ese momento, Diana pasaba por allí
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