Antes de que Julieta pudiera reaccionar, Leandro ya la había levantado horizontalmente.—¿Qué estás haciendo? Leandro, bájame, ¡quiero ver a Samuel! —dijo Julieta.Forcejeó y golpeó a Leandro con los puños, pero él no cedió. En cambio, la llevó al ascensor y subieron directamente al último piso.Después de acostarla en la cama, fue al baño para echar agua en la bañera.Pero antes de que Leandro llegara al baño, Julieta estaba cojeando para escapar.Leandro se acercó con grandes zancadas, la agarró y dijo:—Julieta, ¡termina con tus dramas ya!Julieta lo miró con terquedad y resentimiento. Sus ojos estaban llorosos, y no dijo nada.Leandro estaba lleno de ira. Después de ver su rostro feroz pero vulnerable, ya no sabía qué hacer. Así que dijo con un tono más suave:—Julieta, Samuel está en la sala de emergencias. No sirve de nada que vayas allí. Toma una ducha caliente, cámbiate de ropa. No quieres enfermarte, ¿verdad?Pero Julieta solo apretó los dientes y respondió: —¡No es necesario
Media hora después, Jasmine llegó al hospital. Cuando escuchó que Samuel había tenido un accidente, imaginó que Julieta debía estar en pánico. Por lo tanto, llegó tan rápido como pudo.De repente, chocó con alguien. Cuando estaba a punto de pedir disculpas, sintió un agudo dolor en el abdomen. Al mirar hacia abajo, vio un cuchillo clavado en su abdomen.El hombre agarró su hombro y, sin esperar a que ella reaccionara, sacó violentamente el cuchillo y lo volvió a clavar. Para impedir que gritara, el hombre le cubrió la boca y susurró en su oído: —Lo siento, sabías algo que no debías saber. El señor Cisneros no puede tolerarlo.¿Leandro?Jasmine luchó, queriendo librarse de ese hombre, pero no tenía fuerza en absoluto. De esta manera, fue apuñalada varias veces en la entrada del hospital y cayó de rodillas en el suelo.Cuando el hombre vio que casi estaba hecho, sonrió y se fue.El hombre desapareció y nadie notó nada inusual en Jasmine. Las personas que pasaban solo le echaron un vis
—¡Jazmín! —gritó Julieta.En ese momento, una enfermera pasó por allí. Julieta corrió hacia ella y cayó al suelo. Agarró los pantalones de la enfermera y suplicó:—Enfermera, salve a mi Jazmín.Solo entonces la enfermera vio a una mujer no muy lejos, tendida en el suelo y cubierta de sangre.—Espera un momento, iré a llamar al médico de inmediato —dijo la enfermera. Luego comenzó a gritar—: ¡Doctor! ¡Doctor! ¡Tenemos un paciente de emergencia aquí!Julieta se arrastró de vuelta al lado de Jasmine, sosteniendo su cabeza y llorando incontrolablemente:—Jazmín, por favor, aguanta. Dijiste que querías ir a esquiar. Cuando te recuperes, iremos, ¿de acuerdo?Pero la respiración de Jasmine era inestable. Sus ojos estaban apagados y abría la boca, pero no podía articular una sola palabra.—¡Jasmine! —exclamó Omar.Corrió hacia allí y vio a Jasmine en el suelo, apenas respirando.A pesar de que era un médico acostumbrado a enfrentar situaciones de vida o muerte, entró en pánico.—¡Jasmine! ¿Qué
Jasmine había… ¿Muerto?Las palabras fueron como un rayo que cayó del cielo,. Elel corazón de Julieta tembló de repente. En ese momento, su respiración se detuvo.Miró a Omar con incredulidad,. Abrióabrió la bocaboca, pero no salió ni una palabra y al final la volvió a cerrar. Las lágrimas se deslizaron por sus mejillaslas comisuras de sus ojos y gotearon sobre sus manos,. de pronto volvió en sí, dio un paso adelante, jaló a Omar de un solo movimiento, siseó y lo interpeló.De pronto volvió en sí, dio un paso adelante y jaló a Omar de un solo movimiento. Siseó y lo interpeló.—¡Me prometiste que estaría bien, me lo prometiste! ¿¡Por qué me mentiste!? ¡Jasmine no va a morir, no va a morir!Apenas dijo esto, la enfermera empujó la camilla donde estaba a Jasmine, que estaba cubierta con un paño blanco.Julieta se puso rígida,. Sese dio vuelta, miró el paño blanco, se mordió el labio con fuerza y soltó a Omar.Se dirigió cojeando hacia la camillacama, sacudió las manos, levantó aquel paño
Julieta se despertó a las dos de la madrugada, llorando.Se quitó la sonda del brazo e intentó levantarse de la cama. La vio Ismael, que estaba sentado en el borde de la cama, cuidándola. Ismael cerró el ordenador, se levantó y la sujetó. Miró su rostro pálido, sus ojos rojos e hinchados. No pudo evitar fruncir el ceño, estaba preocupado.—Julieta, estás muy débil en este momento, necesitas recuperarte. Esta noche deberías…—¿Dónde está Samuel?Como Julieta llevaba tanto tiempo llorando, tenía la voz ronca y parecía que hubiera envejecido diez años.Ismael intentó persuadirla, pero sabía lo terca que era Julieta. Esta vez, además, era diferente a todas las anteriores. Esta vez Jasmine murió en sus brazos. El impacto había sido demasiado para ella.Entonces Ismael le puso una manta y luego le sirvió un vaso de agua.—Toma un poco de agua, ahora te llevo a ver a Samuel.Cuando Julieta escuchó esto, tomó el vaso de agua y se lo bebió de un solo trago. Luego se puso de pie y se dispuso a
Después de tanto llorar, Julieta se había ido calmando poco a poco. Cuando vio a Jasmine allí tendida y sin sangre en la cara, contuvo sus lágrimas y se sentó a un lado. La observó en silencio.En su mente, comenzó a recordar cuando tuvo su primer encuentro con Jasmine. Era como si todo pasara ante sus ojos como una presentación de diapositivas.—Jasmine, acordamos que yo debía ser la primera en irme. ¿Cómo pudiste abandonarme? —Al terminar la frase, respiró hondo—. ¿Qué quisiste decir con diecisiete años? ¿Puedes levantarte y decírmelo?Diecisiete años, el mismo tiempo que había pasado desde que se enamoró de Leandro. Pero ella no recordaba nada. Por mucho que lo intentara, no lo conseguía, y más doloroso se le hacía.¿Cómo podía no recordar algo tan importante?La sangre de las manos de Jasmine ya se había secado. Julieta cogió paños húmedos, la limpió mientras murmuraba en voz baja:—Jasmine, te gusta tanto la limpieza y la belleza, que me aseguraré de prepararte un hermoso conjunto
En el Apartamento Cima Dorada.Después de acompañar a Julieta a casa, Ismael no se sentía tranquilo de que ella estuviera sola, así que se quedó para acompañarla.—Julieta, descansa un rato. Anoche ni siquiera dormiste.Aunque Julieta no había dormido en toda la noche, no tenía ganas de hacerlo. Pero cuando levantó la vista y vio que Ismael tenía ojeras, asintió con la cabeza obedientemente.—Está bien, vamos a comer algo y a dormir.Si ella no comía, él tampoco. Si ella no dormía, él tampoco.Jasmine ya se había ido y no quería que Ismael se enfermara también, así que, aunque no tenía nada de apetito, se propuso comer.Ismael se sorprendió un poco, pero también se sintió aliviado. —Está bien, ve a ducharte y yo prepararé la cena.—Vale.En cuanto Julieta entró en el cuarto de baño, vio todos los frascos y botellas familiares. Le ardió la nariz y le volvieron a brotar las lágrimas.Para que Ismael no se preocupara, abrió el grifo para dejar correr el agua y se puso una toalla caliente
Al día siguiente, Julieta, Ismael y Omar hicieron un túmulo para Jasmine y lo colocaron justo al lado del de Camilo. Lo hicieron así porque Julieta temía que Jasmine se quedara sola. Por lo menos, en el cementerio de los Rosales no estaría tan sola.Apenas dos noches después, Omar tenía un aspecto mucho más demacrado, le había crecido la barba, tenía el pelo desordenado y ya no parecía el hijo de una familia adinerada.—Omar. —Julieta sacó dos papeles de su bolsillo y se los entregó—. Jasmine te había amado, solo que no se atrevía a aceptarlo debido a que se sentía inferior.Tras escuchar sus palabras, Omar se estremeció. Tenía la mirada tontamente clavada en ella.—Antes, Jasmine sentía que casi no le quedaba nada, aunque todavía conservaba su virginidad. Aquella noche sintió que su virginidad estaba arruinada, así que se esforzó al máximo por apartarte de su lado. Luego, cuando se enteró de que la querías, en realidad se alegró, pero tenía miedo de que sólo estuvieras bromeando.Cuan