Capítulo395
Pero ella no quería hacer eso. Después de todo, su cuchillo no alcanzó a Leandro.

Sobresaltado, Leandro le cogió la mano por reflejo.

—Julieta…

—Leandro, ¿qué haces aquí?

En ese momento Ismael entró corriendo. Empujó a Leandro fuera de la habitación y cerró la puerta. Luego regresó rápidamente a la cama, tomó el cuchillo de la mano de Julieta, lo dejó a un lado y la tranquilizó suavemente.

—Está bien, no temas, no temas.

Julieta parecía acabar de volver en sí. Levantó la vista y lo miró estupefacta. Las lágrimas resbalaban por sus mejillas hasta su boca. Sabía amargo, astringente.

Era la segunda vez que quería matar a Leandro. ¿Cómo había llegado a esto su amor, sus diecisiete años de afecto? ¿Tenía que morir uno de los dos para que acabara esta parodia?

Preocupado. Ismael la abrazó y le acarició suavemente la espalda.

—Julieta, está bien, estoy aquí, no tengas miedo.

Solo después de un largo rato, Julieta lloró en voz alta y dolorosamente en sus brazos.

Después de ser expulsado de
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