El rostro de Leandro fue sombrío durante todo el camino y destilaba un aura fría a su alrededor, asustando a Julieta hasta el punto de encogerse por completo, quien no se atrevía a mover ni un solo músculo.Él hablo solo después de un largo rato:—¿Qué? ¿Acaso no vas a explicarme nada?Julieta levantó la vista, sus pestañas estaban manchadas de lágrimas.—Si te lo explico, ¿me escucharás?—Habla de una vez.Leandro no le tuvo ninguna paciencia, al decir una sola palabra parecía advertirle que era su única oportunidad de demostrar su inocencia.—Jorge y yo somos simplemente vecinos, no estamos comprometidos y no estamos haciendo absolutamente nada inapropiado.—¿Es así?A Julieta se le heló el corazón cuando escuchó su elocuente pregunta. Sabía que Leandro no le creía.Después de llegar a Península, Leandro la arrastró hacia adentro sin decir nada y la tiró al sofá. Sujetó el rostro de Julieta sin esperar ni un segundo.—¿Por qué no me dices la verdad?Lo que acababa de decir era sufici
—¿Qué? ¡No quiero abortar! ¡Suéltame!Julieta siguió forcejeando y cuando se dio cuenta de que no podía quitarse a Leandro de encima le mordió su muñeca.Leandro la soltó con rabia al sentir el dolor. Entonces vio que Julieta salía corriendo de la habitación. ¡Ella no quería realmente abortar!Este niño había estado con ella en tantos altibajos que, mientras siguiera vivo, ella misma nunca lo mataría.¿Pero cómo podía Julieta correr más rápido que Leandro? Permaneció bajo el fuerte control de los brazos del hombre. —¿Quieres correr?Julieta luchaba frenéticamente por escapar.—¡Ayuda! ¡Ayuda!Leandro simplemente la ignoró mientras la enviaba directamente a la sala quirúrgica. Julieta sintió como si todo se volviera oscuro completamente, solo había un pensamiento en su mente: ¡De ninguna manera podía perder a este niño!Soltándose de la mano del doctor, tomó con agilidad el bisturí, lo puso directamente contra su cuello, sus e encontraban enrojecidos y lágrimas rodaban por ellos. —¡N
—Julieta… Leandro tomó repentinamente la mano de Dalila y se incorporó rápidamente de la cama, había un poco de nerviosismo en su tono.Al escuchar ese nombre, los ojos de Dalila brillaron siniestramente, pero dijo con suavidad: —Leandro, ¿estás despierto?Leandro abrió los ojos cuidadosamente y vio que era Dalila, estaba un poco perdido; le soltó la mano.—¿Por qué estás aquí?—Leandro, has estado desmayado por cinco horas, estaba realmente asustada, ¿cómo te encuentras?Leandro la ignoró, se cubrió la cabeza y gritó: —¡Renzo!—Señor —Renzo ingresó a la habitación. .—¿Dónde está Julieta? ¿La has encontrado ya?—Todavía no —negó con la cabeza.Los ojos de Leandro se hundieron.—Inútiles, ¿han pasado cinco horas y ni siquiera pueden encontrar a una persona?—Señor, hemos buscado por toda la ciudad y no hay rastro alguno de la señora…Leandro intentó levantarse de la cama, pero como aún no se le había pasado el efecto de la anestesia, sus piernas cedieron y cayó de nuevo sobre la cam
No le gustaba cuando las mujeres lloraban, especialmente cuando Dalila lloraba, Julieta era su única excepción a la regla. Su llanto siempre le hacía incapaz de resistirse a cuidarla, y aunque había sido engañado por ella tantas veces, su corazón se resistía y seguía ablandándose por ella.Cuando sintió que realmente se estaba impacientando un poco, Dalila naturalmente no se atrevió a molestarlo más, afirmó obedientemente con la cabeza: —Bueno, entonces te espero en casa.—Muy bien.Cuando salió de la habitación, los ojos de Dalila se nublaron por completo. Maldita Julieta, se estaba muriendo y todavía lograba que Leandro se preocupara por ella, ¡sólo buscaba la muerte!Originalmente la anestesia sólo debía hacer efecto durante tres horas, pero para ganar tiempo Dalila se la inyectó nuevamente, así que, tras cinco horas, Leandro aún no podía moverse con total normalidad.No quería que encontrara a la puta Julieta. Cuando llegara el momento su personal la encontraría primero y así podr
Después de bajar del coche, Julieta sintió un poco de frío; se envolvió en la ropa con fuerza. Tal vez era porque su ropa seguía un poco húmeda pero cuando soplaba el fuerte viento, este hacía temblar su cuerpo.Solo había estado una vez en la antigua casa de don Camilo y, sobre todo de noche, le costaba orientarse un poco.Caminó sola bajo la lluvia durante mucho tiempo hasta que por fin encontró la casa de don Camilo. Todavía había una luz encendida en la casa, levantó la mano y llamó a la puerta.Una voz sonó desde el interior de la casa:—¿Quién es?—Doña Camila, soy yo, Julieta.Pasaron unos segundos antes de que la persona en la habitación se diera cuenta, abrió rápidamente y empujó a Julieta hacia adentro, luego asomó la cabeza de nuevo, miró a su alrededor por un momento antes de cerrar cuidadosamente la puerta.Julieta estaba un poco extrañada.—Doña Camila, ¿qué le pasa?Doña Camila se dio la vuelta y extendió la mano, tocó la ropa de Julieta.—Señorita, voy a hervir un poco
Julieta se quedó completamente atónita.—¿Una copia?... ¿Se refiere a lo que dejó mi padre?—Sí, estaba inquieto incluso antes de irse, por eso dejó una copia —suspiró—. Señorita, no tiene por qué culparse por eso, él ya se esperaba algo así, aunque no quería creer que fuera verdad, él me dijo que temía no volver.—Don Camilo… Si no hubiera ido a Marina a buscarme, ¡no hubiera muerto!—Es el destino mi niña. Esa mala mujer llamada Dalila seguramente tendrá su retribución, antes, mi viejo decía que Dalila no era de fiar, lo que no esperaba es que siguiera siendo víctima de esa mujer.—Dalila es culpable de mucho más que eso, ¡vengaré a mamá, a papá y a don Camilo!Doña Camila se levantó muy apresurada y le enseñó la caja a Julieta.—Esta es la copia que dejó.Julieta la abrió con manos temblorosas y vio el informe de la autopsia de su madre.—¿Tóxicos en el cuerpo? ¿No murió entonces durante el parto? Debió ser envenenada…Julieta se quedó pasmada totalmente, estaba un poco incrédula, v
La primera persona que vio a Julieta fue Dalila.Se asustó por un momento, luego tiró de la mano de Leandro y apoyó suavemente la cabeza en sus brazos mientras hacía mimos: —Leandro, aún no ha llegado toda la gente, ¿puedes pasear conmigo por el jardín? Quiero mirar las hermosas estrellas contigo.Tal vez porque Leandro estaba un poco blando después de la pelea que tuvieron anoche, afirmó con la cabeza, aunque no le interesaba ir.—Bien.Julieta estaba en la puerta y vio a las dos personas girar mientras caminaban hacia el jardín, su corazón tembló por un momento, pero pronto recobró por completo la razón y se dirigió hacia Jorge.—Jorge.Jorge vio a Julieta y se dio la vuelta. Inconscientemente dio un paso atrás como si hubiera visto verdaderamente un fantasma.Julieta frunció el ceño: —¿Te asusté?—No, no… Es que te llamé y como no contestaste así que pensé que no vendrías.—Perdón, no conteste porque perdí mi teléfono. Jorge le alcanzó una copa de vino, pero la mano derecha le do
—¿Es así? —Leandro se sonrió con desprecio—. Pero, por favor, mantén en el futuro las distancias con mi mujer, de lo contrario atente a las consecuencias.—Jorge solamente me está ayudando a encontrar trabajo, ¿tienes que hablar de esa manera?—Julieta, no olvides quién eres.Julieta respiró profundamente:—¿Quién soy? El señor Cisneros trajo a su amante a la recepción, ¿ha pensado en quién soy en algún momento?En ese momento Dalila también se acercó corriendo, y le susurró muy bajito: —Julieta, no hagas el ridículo, si no hubieras desaparecido, ¿cómo me habría encontrado Leandro? Estamos afuera, todo el mundo nos está mirando.—¿Ah? ¿De qué tienes miedo? ¿Ahora quieres dignidad?Nada más ver a Dalila, Julieta pensó en la muerte de sus padres y se desbordaron las lágrimas en su hermoso rostro al instante.—Julieta, sé comprensiva o si no…—¿O si no qué?Apartando a Leandro con todas sus fuerzas, Julieta lo miró realmente con los ojos enrojecidos:—¿Qué más puedes hacer aparte de amen