—Todavía puedes volver, pero no puedes quedarte aquí para siempre. ¿Qué harás cuando yo muera?Jasmine colocó su vaso pesadamente sobre la mesa y le contradijo:—Julieta, ¿Qué tonterías estás diciendo? Dios nos libre, ¡no vas a morir!Julieta se sintió profundamente conmovida, apretó ligeramente sus labios y respondió con una sincera sonrisa:—Todos morimos alguna vez, Jasmine, la cuestión es cuándo, y yo, que tengo cáncer en estado avanzado, tengo una idea bastante clara.—¡Los medicamentos del señor Soto te curarán!—Mi niña, no existen los milagros, especialmente cuando se trata de mí.—Pero Julieta… —Jasmine quiso decir algo más, pero fue interrumpida por las amables palabras de Julieta.—Compórtate, no te he prohibido venir, no te preocupes tanto.Jasmine sabía que Julieta era testaruda como ninguna, por lo que sería casi imposible hacerle cambiar de opinión.Así que fingió responder y asintió: —De acuerdo.Aunque fingió estar de acuerdo, secretamente planeó quedarse por el vecin
Obviamente, Julieta no se dio cuenta que la estaban siguiendo, pero inconscientemente mantuvo una sana distancia de Jorge. —¿Qué quieres comer?"—Lo que quieras.Julieta se sentía un poco inquieta, tenía mucho miedo de que Leandro apareciera en cualquier momento y le gritara por ser una zorra, así que juntó las manos, miró por la ventana con un poco de ansiedad y contestaba con apatía. Jorge observó su reticencia y se rio ligeramente: —Julieta, no hay necesidad de que seas tan formal conmigo. La última vez fue culpa mía, pero vamos, ambos crecimos juntos, no puedes evitar que me preocupe por ti. Si realmente quieres volver al mundo del diseño, puedo ayudarte.Al oír esto, los ojos de Julieta se iluminaron: —¿De veras?—Por supuesto, aunque no puedo luchar contra Leandro, si puedo pasarte algunos trabajos pequeños. Además, si mal no recuerdo, hay un concurso de diseño que está por empezar.—Concurso de diseño—repitió Julieta. Una cosa así, la verdad que ni siquiera se atrevía a p
Julieta empujó a Leandro.—Leandro, basta ya, ahora mismo volveré a casa contigo.Leandro la miró con recelo y susurró.—Cállate, cuando volvamos te castigaré como corresponde.—Leandro…Jorge se acercó e intentó tirar de la mano de Julieta y dijo:—Señor Cisneros, si Julieta no quiere ir con usted, no debería limitarse su libertad personal.Leandro lo apartó y le preguntó.—¿Quién eres? ¿Por qué crees que tienes derecho a enseñarme cómo debo tratar a mi esposa?—¿Alguna vez la has tratado como tu esposa? Está claro que restringes su libertad personal. Lo que ella haga o no, debería ser decisión de ella…Al oír esto, Leandro no podía creer su insolencia:—¿Me estás cuestionando?Julieta temía que la ira de Leandro consumiera a Jorge, así que habló:—Jorge, no digas más nada y vete de aquí. Estas palabras tuvieron el efecto contrario a lo esperado y enfurecieron aún más a Leandro. La mano en la cintura aumentó su fuerza hasta ser inaguantable; parecía que iba a partirla en dos. —Juli
El rostro de Leandro fue sombrío durante todo el camino y destilaba un aura fría a su alrededor, asustando a Julieta hasta el punto de encogerse por completo, quien no se atrevía a mover ni un solo músculo.Él hablo solo después de un largo rato:—¿Qué? ¿Acaso no vas a explicarme nada?Julieta levantó la vista, sus pestañas estaban manchadas de lágrimas.—Si te lo explico, ¿me escucharás?—Habla de una vez.Leandro no le tuvo ninguna paciencia, al decir una sola palabra parecía advertirle que era su única oportunidad de demostrar su inocencia.—Jorge y yo somos simplemente vecinos, no estamos comprometidos y no estamos haciendo absolutamente nada inapropiado.—¿Es así?A Julieta se le heló el corazón cuando escuchó su elocuente pregunta. Sabía que Leandro no le creía.Después de llegar a Península, Leandro la arrastró hacia adentro sin decir nada y la tiró al sofá. Sujetó el rostro de Julieta sin esperar ni un segundo.—¿Por qué no me dices la verdad?Lo que acababa de decir era sufici
—¿Qué? ¡No quiero abortar! ¡Suéltame!Julieta siguió forcejeando y cuando se dio cuenta de que no podía quitarse a Leandro de encima le mordió su muñeca.Leandro la soltó con rabia al sentir el dolor. Entonces vio que Julieta salía corriendo de la habitación. ¡Ella no quería realmente abortar!Este niño había estado con ella en tantos altibajos que, mientras siguiera vivo, ella misma nunca lo mataría.¿Pero cómo podía Julieta correr más rápido que Leandro? Permaneció bajo el fuerte control de los brazos del hombre. —¿Quieres correr?Julieta luchaba frenéticamente por escapar.—¡Ayuda! ¡Ayuda!Leandro simplemente la ignoró mientras la enviaba directamente a la sala quirúrgica. Julieta sintió como si todo se volviera oscuro completamente, solo había un pensamiento en su mente: ¡De ninguna manera podía perder a este niño!Soltándose de la mano del doctor, tomó con agilidad el bisturí, lo puso directamente contra su cuello, sus e encontraban enrojecidos y lágrimas rodaban por ellos. —¡N
—Julieta… Leandro tomó repentinamente la mano de Dalila y se incorporó rápidamente de la cama, había un poco de nerviosismo en su tono.Al escuchar ese nombre, los ojos de Dalila brillaron siniestramente, pero dijo con suavidad: —Leandro, ¿estás despierto?Leandro abrió los ojos cuidadosamente y vio que era Dalila, estaba un poco perdido; le soltó la mano.—¿Por qué estás aquí?—Leandro, has estado desmayado por cinco horas, estaba realmente asustada, ¿cómo te encuentras?Leandro la ignoró, se cubrió la cabeza y gritó: —¡Renzo!—Señor —Renzo ingresó a la habitación. .—¿Dónde está Julieta? ¿La has encontrado ya?—Todavía no —negó con la cabeza.Los ojos de Leandro se hundieron.—Inútiles, ¿han pasado cinco horas y ni siquiera pueden encontrar a una persona?—Señor, hemos buscado por toda la ciudad y no hay rastro alguno de la señora…Leandro intentó levantarse de la cama, pero como aún no se le había pasado el efecto de la anestesia, sus piernas cedieron y cayó de nuevo sobre la cam
No le gustaba cuando las mujeres lloraban, especialmente cuando Dalila lloraba, Julieta era su única excepción a la regla. Su llanto siempre le hacía incapaz de resistirse a cuidarla, y aunque había sido engañado por ella tantas veces, su corazón se resistía y seguía ablandándose por ella.Cuando sintió que realmente se estaba impacientando un poco, Dalila naturalmente no se atrevió a molestarlo más, afirmó obedientemente con la cabeza: —Bueno, entonces te espero en casa.—Muy bien.Cuando salió de la habitación, los ojos de Dalila se nublaron por completo. Maldita Julieta, se estaba muriendo y todavía lograba que Leandro se preocupara por ella, ¡sólo buscaba la muerte!Originalmente la anestesia sólo debía hacer efecto durante tres horas, pero para ganar tiempo Dalila se la inyectó nuevamente, así que, tras cinco horas, Leandro aún no podía moverse con total normalidad.No quería que encontrara a la puta Julieta. Cuando llegara el momento su personal la encontraría primero y así podr
Después de bajar del coche, Julieta sintió un poco de frío; se envolvió en la ropa con fuerza. Tal vez era porque su ropa seguía un poco húmeda pero cuando soplaba el fuerte viento, este hacía temblar su cuerpo.Solo había estado una vez en la antigua casa de don Camilo y, sobre todo de noche, le costaba orientarse un poco.Caminó sola bajo la lluvia durante mucho tiempo hasta que por fin encontró la casa de don Camilo. Todavía había una luz encendida en la casa, levantó la mano y llamó a la puerta.Una voz sonó desde el interior de la casa:—¿Quién es?—Doña Camila, soy yo, Julieta.Pasaron unos segundos antes de que la persona en la habitación se diera cuenta, abrió rápidamente y empujó a Julieta hacia adentro, luego asomó la cabeza de nuevo, miró a su alrededor por un momento antes de cerrar cuidadosamente la puerta.Julieta estaba un poco extrañada.—Doña Camila, ¿qué le pasa?Doña Camila se dio la vuelta y extendió la mano, tocó la ropa de Julieta.—Señorita, voy a hervir un poco