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Capítulo XXXI. La sentencia
- Está bien mi señora, se lo diré ... - da un suspiro lleno de pesadez - Pero antes Necesito que me prometa que me brindara todo su apoyo y toda su protección - me dice casi en forma de súplica.

- Así será Ángel, te lo aseguro - le digo con firmeza.

- Como le contaba, yo fui una de las primeras Víctimas de este matrimonio, los secuaces del Señor Gerard me raptaron para venderme como esclavo a las familias adineradas de Inglaterra Pero la señora Martha decidió que yo era más útil quedándome aquí, lo aterrador de todo esto es que de no ser por eso mi destino hubiese estado ubicado no como esclavo sino en las filas de prostitución que hay en toda Europa. La idea inicial de todo esto era que yo me sumase al negocio de los Boure de una forma o de otra - me dice lleno de horrores con la piel realizada.

- Martha y Gerard... ¿te iban a obligar a prostituirte? - le pregunto llena de asco.

- Así es, y desde entonces la Señora Martha se pasa recalcándome que de no ser por ella mi vida hubiese sid
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