Bastian No sabía qué sentimiento me dominaba en ese momento: si el enojo o la tristeza. Quería destrozar a esa zorra con mis garras, causarle tanto sufrimiento como ella lo hizo con mi mate; sin embargo, mi prioridad era el bienestar de Zebela.¡Con un demonio! Ella lucía tan mal. Cuando me dijeron que la habían encerrado, no me esperaba encontrarla tan maltratada y moribunda.Pero me las iban a pagar, eso era seguro.¡Insolentes! ¿Cómo se atrevieron siquiera a tocarle un pelo a mi pareja? ¡Ella era su luna! Como tal, le debían respeto y sumisión. Ah, malditos, tendrían que humillarse delante de ella o perderían su asquerosa existencia.Pero primero tenía que salvarla.—Hermosa, resiste —le susurré mientras la levantaba de ese suelo frío y asqueroso, y la sostenía entre mis brazos.Cuando la vi cerrar los ojos, entré en pánico, pero sentir su aliento cálido contra mi cuello me trajo el alma al cuerpo. Por supuesto, su respiración era débil, así que tenía que darme prisa.Bajo la mira
Zebela La delicadeza con que Bastian me trataba contrastó con la violencia y humillación que sufrí en estos últimos días. Él, el llamado alfa cruel y despiadado, me miraba con tanto amor y culpa.No quería que se sintiera culpable.—Bastian... —balbuceé, pues todavía me sentía muy débil—. Necesito explicarte lo que sucedió...—No te esfuerces, debes recuperar energía. Ya tendremos tiempo para conversar. —Me acarició el rostro.Lo volví a abrazar y me quedé así por un rato, refugiada en su calor y seguridad, mientras el agua nos mojaba a ambos. Luego deseé lavarme los dientes, pues me daba vergüenza estar así delante de él.Como pude, salí de la ducha, seguida por Bastian, quien me observaba curioso hasta que me vio agarrar el cepillo y ponerle gel dental.—Déjame ayudarte —se ofreció. Luego se acercó a mí y empezó a cepillarme.En otras circunstancias, estaría avergonzada y me sentiría extraña. No obstante, de una manera loca y que no le encontraba explicación, sentía todo lo contrar
Zebela¿Había escuchado correctamente? Bastian me dijo que me amaba. Ya lo había demostrado con sus acciones, pero escucharlo decirlo se sentía tan bien.¿Podría ser más dichosa? Bastian me amaba, él era mío.No me pude controlar; lo besé. Cuando sus labios encontraron los míos, recordé lo delicioso que era su aliento, su sabor, su textura...Oh, sí, había extrañado tanto esto...—Yo también te amo —dije sobre su boca.Nuestros alientos se mezclaron, y nuestras miradas navegaron en la profundidad del otro en silencio.No necesitábamos decir más, pues había una conexión tan intensa que nos permitía experimentar las emociones entre nosotros, que se compartían y fusionaban por medio del lazo. Nos amábamos por encima de todo: las dificultades, nuestras diferencias y la oposición de los demás.Éramos él y yo contra el mundo.—¿Qué sucedió ese día? ¿Por qué te acusan de ser bruja? —me preguntó mientras sus manos me acariciaban el rostro con añoranza.—Pues... —me mordí el labio inferior y b
¿Mi Alfa rogándome que salve a su amante y a su hijo?Soy una loba wosa, eso significa que tengo habilidades por encima de un licántropo común. Mi más preciado poder es el de curación. Soy capaz de sanar heridas que nuestro cuerpo licántropo no puede restaurar, quitar el veneno de la sangre, entre otras curaciones.El problema es que me debilito cuando uso dicha habilidad. Y esa fue la razón por la que decidí dejar a mi esposo, el alfa de la manada Zafiro.Todavía el dolor de su traición está impregnado en mis huesos y mi loba llora nuestra desdicha con rabia y sed de venganza.Aún duele recordar...—¡Zebela! —Sentí un estremecimiento cuando su voz autoritaria me despertó en medio de la noche. Por un momento me emocioné al escucharlo porque había regresado a casa.«Pasará la noche conmigo», celebré en mis pensamientos mientras saltaba de la cama contenta. Me cercioré de no estar desaliñada y le sonreí al espejo porque mi piel tenía ese brillo especial que adquirimos las lobas cuando e
Las lobas wosa somos consideradas una bendición en las manadas, un tesoro invaluable que todos desean tener. Nuestro corazón noble nos convierte en la presa perfecta de cualquier cazador ambicioso y malvado.Dolió saber que eso fui para Roan. Un trofeo que usó a su conveniencia.Tras vivir la horrible experiencia de perder a mi cachorro, estuve inconsciente por varios días donde me mantuve soñando con Roan y todos los momentos que tuvimos juntos.Mis sueños eran mis recuerdos...—Señora Zebela, ya despertó —La voz de la mucama hizo que terminara de abrir los ojos. Me los froté para recuperar claridad en mi visión.—Me duele la cabeza... —me quejé.—Le traje un analgésico. Debe comer, aunque sea un pedazo de fruta antes de ingerir el medicamento, ya que no ha comido nada en tres días. Mire, le traje su ensalada de frutas de todas las mañanas —dijo Lidia con voz suave. Pese a que ella era una empleada que solo hacía su trabajo, era la única persona que no me miraba con desprecio en la m
El silencio reinó en el pasillo mientras Roan esperaba por una explicación. Me pareció irónico, dado que era yo quien debía estar demandando una.—Esta insolente fue a molestar a tu hijo y se atrevió a faltarnos el respeto. —Fue Greta quien rompió el silencio porque yo no fui capaz de articular palabras. ¿Por qué no pude siquiera moverme? Odié ser tan cobarde.—Zebela, ¿qué sucede? —ignoró a su madre y se dirigió a mí con una calma no muy propia de él. ¿Será que se sintió culpable por todo el daño que me estaba haciendo?—R-Roan... —Fue lo único que pude expresar antes de estallar en llantos.¡Qué patética! Me sentía un ser inútil en ese momento.—Ven conmigo. —Él se me acercó y me cargó entre sus brazos, como si justo acabara de descubrir mi fragilidad. Por supuesto, la joya de mi suegra empezó a pelear detrás de él.—Necesito hablar con mi esposa a solas —le dijo Roan como si ella no estuviera a punto de sufrir un colapso, acto seguido, le cerró la puerta de mi habitación en la cara
Allí estaba yo, acurrucada en una orilla de la lujosa pared, sentada en el piso frío y pulido mientras me abrazaba las piernas y lloraba mi desdicha.—¿Cómo te llamas? —me preguntó él con su voz imponente de alfa, pese a que todavía no había sido nombrado como tal, pero Roan lo llevaba en la sangre. Estaba tan asustada que solo sollocé—. No te haremos daño, chiquilla. ¿Acaso no te salvamos de esos rufianes?Por primera vez desde que fui traída a esta manada, miré a Roan a los ojos. En ese entonces, él tenía veinticinco años y yo solo era una cachorra adolescente; sin embargo, su belleza cargada de misterio y peligro me prendó y ese día supe que mi corazón estaría ligado al suyo.Lo amé en secreto por dos años en los que tuve que verlo ser feliz con su mate. Traté de no pensar en él y decidí ignorar cuánto lo amaba. No me alegré para nada cuando ella murió, en especial porque verlo destrozado me ponía muy triste.—Zebela, hace un año perdí a mi pareja y tú ya tienes la edad suficiente
Después de que regresé de mi paseo, entré a la ducha y me di un largo baño donde pensé mejor en mi futuro. Cada segundo que transcurría, la idea de dejar la manada me parecía menos descabellada y una solución a mi desdicha.—Te dejaré libre, Roan. Podrás ser feliz con tu nueva familia... —dije mientras lloraba. Me permitiría ese último momento de debilidad, lloraría por Roan esta vez para no volverlo hacer más. Es lo que esperaba. Sabía que él no se merecía mis lágrimas, pero era mi manera de sanar.Tras un baño reparador, decidí ponerme un vestido fresco y dejarme el cabello mojado porque no tenía ánimo para secarlo. El estómago me ardía a causa de la falta de ingesta de comida, por lo que fui a la cocina a comerme una fruta.—Hasta que te dignas en salir de esa habitación, holgazana —espetó mi suegra cuando entró en la cocina. Supuse que se estaba quedando en la casa por más tiempo del que solía hacer debido al cachorro.Me giré en su dirección, pero verla con el hijo de Roan en bra