Gabriel, estaba asomado por el balcón de su habitación, miraba a la nada, a las montañas que se veían a lo lejos. El último día que habís compartido con Alana había sido intenso. Había sentido tantas cosas, pero no se atrevió a decirlas. Por miedo y eso era lo que le irritaba, sentir miedo, miedo al rechazo. Habían dormido juntos esa última noche antes de que ella se fuera, no había pasado nada entre ellos, pero se sintió tan íntimo, la forma en que durmieron y se trataron. Cómo deseaba que esa noche hubiera sido eterna. Al día siguiente sólo se despidieron con la promesa de qué el iría a su fiesta de cumpleaños. De hecho le había comprado unos zapatos, unos zapatos plateados de tacón fino, unos que Alana había visto y que le habían gustado, pero que no compró porque ya llevaba muchas cosas y eran costosos, se trataba nada más y nada menos de Unos Gianvito Rossi. Los zapatos eran preciosos y no dudaba que quedaran bien en los hermosos peies de la loba y más con ese vestido. Los hab
Gabriel escogió la misma mesa de siempre, dónde podía mirar a través de los ventanales las montañas, hoy era un día muy frío, parecía que iba a llover. Muchos decían que los días oscuros y lluviosos eran tristes y hoy no lo dudaba, pues él clima expresaba justo como el se sentía. Espero calmadamente mirando por el mirador la lejanía de las montañas, así de lejos estaba de Alana, así de lejos estaba de su hogar, porque a pesar del tiempo que llevaba allí nunca había sentido a Healy como su hogar. Extrañaba estar allí, extrañaba correr, extrañaba estar en su forma lobuna, extrañaba, la casa, extrañaba, los entrenamientos, a los alfas, a sus amigos, su habitación, los recuerdos de sus padres y también la extrañaba a ella. Hoy, se sentía extraño, se sentía triste, abrumado, se sentía ansioso, sentía una necesidad tremenda de salir e irse, por eso se había despertado tan temprano, queria irse y llevarle su regalo, le había prometido que estaría allí. La voz de Courtney lo sacó de
La Manada completa se preparaba para la fiesta, sabían que era un evento grande pues no era una fiesta cualquiera, Las lobas se preparaban para divertirse en cambio los lobos se arreglaban con la esperanza de ser el elegido. Que lobo no quería pertenecer a una familia Alfa? Alana miró el resultado en el espejo, se veía preciosa. Tanto sus amigas como su cuñada se habían esforzado por dejarla hermosa, su largo y rubio cabello iba suelto, le habían hecho ondas, con una carrera de lado derechos y habían peinado su cabello del mismo lado de la carrera hasta su oreja y justo allí, le pusieron un gancho que la Luna les había dado, era de Rowena la abuela de Alana, era hecho de diamantes, era alargado en forma de pluma. El gancho la hizo ver realmente elegante, sólo le faltaba vestirse. Todavía no era el momento eran las seis y treinta, las chicas debían arreglarse, así que mientras Alana debía esperar, decidió sentarse en su cama, ya que no se podía acostar porque arruinaría el pein
Alana se miró por última vez al espejo, ya sus amigas se habían ido a la fiesta, ella sólo esperaba que su padre llegara por ella. Se veía hermosa, tenía un maquillaje sencillo, justo cómo le gustaba, el peinado le quedó perfecto con su ropa, eligió todo muy bien. Hoy sería una noche especial, eso esperaba. No podía seguir aguantando el celo, cada día era peor y hoy lo había sido más. Se sentó en su cama hasta que la puerta se abrió, su padre lucía una camisa azul, con unos pantalones negros, ambas prendas de vestir, Alana lo vió y no pudo evitar sonreír su padre era hermoso y a pesar de que ya estaba algo viejo, conservaba su buen físico y sus músculos aún entrenaba así que eso lo ayudaba mucho, no dudada que cuando fue su momento, muchas lobas quisieron ser su compañera. Alana se levantó y su padre la vió, - Estás hermosa, como siempre. Le tendió su mano, para que la loba se levantara. La loba la tomo y se levantó- Alana, esta fiesta fue preparada para que la disfrutes en su
- Por un momento pensé que no me permitirían entrar, no sabía que había tanto protocolo para tu fiesta, no me dijiste nada. Expresó Gastón Con un poco de molestia. - Lo siento, es que me había sentido mal, lo olvidé. Gastón giró su rostro hacia el otro lado y puso sus ojos en blanco. - Tu padre no parecía nada cómodo con mi presencia. - Disculpalo, el es así no le gustan los extraños. Se acercaron de nuevo al caney dónde se llevaba a cabo la fiesta, la música sonaba pero el ambiente ya no era el mismo, todos cuchicheaban y miraban a todas partes preguntándose que había pasado, hasta que la mira de todos se posó en ellos. El Alfa quien era el que más se veía incómodo se dirigió a su mesa, le comentó algo en el oído a su esposa, haciendo que se levantara de la silla y salieron del caney. La primera mesa con la que se toparon era donde habían un grupo de lobas, entre ella estaban Stella, Kayla y Netty, no despegaron su mirada de ella. Sobre todo Stella que la miraba con mucho
- Gabriel pensábamos que no vendrías. dijo el Alfa, dándole un corto abrazo y unas palmadas en la espalda. - El viaje fue lento, había mucha nieve en el camino. - Lo bueno es que ya estás aquí. Expresó Eva con felicidad - Si, Cómo va la fiesta? Los Alfas se miraron por unos segundos - Va bien, bien esperando que sea la hora. No supo porqué pero sintió la necesidad de mentirle al beta. - Que bueno, iré a mi habitación, necesito dejar mi bolso y sacar un regalo que le traje a Alana. - Está bien, te esperamos en el caney. Salieron de la casa y se dirigieron de vuelta a la fiesta - Crees que le moleste el invitado de Alana? Preguntó el Alfa. - No lo sé, Gabriel y Alana siempre han tenido una relación cercana. No estoy segura de si se molestara. Pero si creo que debemos decírselo a Alana. Los alfas entraban al caney y Ziara y Alian salían con rapidez, Eva al verlos caminar tan rápido se acercó a ellos. - Alian ya se van? - No, volveremos en un rato. Ziara no se siente bien. E
Matt y Jacob se levantaron para saludarle, estaban felices de verlo de nuevo allí, luego le ofrecieron un asiento, un siento que no quiso recibir. Su mirada estaba fija en el chico del otro lado de la mesa y el lo miraba de la misma manera. Gabriel no lo conocía, porque sólo lo había visto una vez y no tan de cerca, pero pudo reconocerlo y su interior se revolvió. ¿ Cómo era posible que el estuviera aquí, en la manada, en su hogar? Se sintió traicionada, a decir verdad se sintió como un estúpido. Levantó su mirada tratando de controlar aquel huracán de sentimientos que sentía dentro, cuándo miró hacia al frente la vió, podía reconocer ese cuerpo, la ropa, las botas, el cabello en cualquier lugar, podía reconocerla dónde fuera que estuviera. Pero al verla sólo sintió ganas de alejarse, de alguna forma se sintió traicionado por ella, lo había usado. Quiso irse pero sabía que iba a ser muy obvio, así que iba a entregar el maldito regalo, quedarse un par de horas y se iría a acostar, y
Alana sintió que todo le estaba saliendo mal, si no fuera porque Gabriel decidió venir, todo estuviera saliendo mejor, sus papás se adaptarían a Gastón, lo conocerían y les agradaría, lo único que debían hacer era conversar un poco más. - No, no te vayas. La mejor parte de la fiesta está por comenzar. No es que no le agrades a nadie, o que no quieran que estés allí, es sólo que, debes practicar un poco más con todos, sobre todo con mis padres. - Alana, de verdad? Hablar con tus papás desde que llegué aquí tu papá solo me ha mirado con ganas de asesinarme. Sus ojos parecen los de un león encima de su presa. No, fue un error haber venido. - No, te prometo, que la noche mejorará, vamos sólo diviértete un poco, debes beber un poco más y levantarte de esa silla en la que has estado sentado desde que llegaste. Alana caminó un poco más, ya estaban en la casa, solos les faltaba entrar. Gastón la observó por unos segundos y sin responderle se dió la vuelta para entrar a la casa prime