Error Desconocido (Relaciones Complicadas 1)
Error Desconocido (Relaciones Complicadas 1)
Por: Denisetkm
1

*—Clayton:

¿Cómo era que había sucedido esto? ¿A el quien se había esforzado bastante para que nunca le faltara nada en la vida y para que tampoco lo apuntaran con el dedo?

Desde que tenía uso de razón había estado dando lo mejor de sí. Ser el mejor estudiante, el mejor hijo, el mejor empleado de su compañía y, por último, el mejor esposo, pero parecía que no era suficiente para quien sea que estuviera moviendo los hilos de su destino.

Clayton Hale se pasó la mano temblorosa por el rostro, retirándose el sudor y varias lágrimas que habían escapado de sus ojos mientras se lamentaba por lo sucedido.

Quería seguir ahogando sus penas en el alcohol, pero lo habían sacado del bar donde se había echado a morir por ser escandaloso. Era increíble que actuara de esa forma cuando siempre había sido un hombre respetable y recatado, llamar la atención no era lo suyo, pero lo sucedido le había golpeado demasiado fuerte y el dolor lo hizo salirse del molde en el que siempre había estado. Esto que pasó, lo rompió e hizo que dejara sus principios a un lado. Es que, ¿cómo se iba a mantener cuerdo cuando había perdido dos de las cosas más importantes de su vida?

Se tanteó los bolsillos del pantalón formal que llevaba aquel día y extrajo de este su teléfono.

El aparato se desbloqueó automáticamente al mirarlo y en la pantalla apareció una foto tomada desde lejos, foto que había estado viendo mientras ahogó sus penas en el bar donde había estado antes en donde mostraba una perfidia proveniente de su esposa.

Había recibido estas fotos desde un número desconocido y quiso creer que era una broma en cuanto vio el mensaje que le decía que tenía que echarle un ojo a su esposa, pero al ver luego las fotos, una parte de él lo supo, que no era una broma y que era la pura realidad. Su esposa lo estaba engañando con otro hombre y al ver las fotos, algo encajó y comenzó a entender viejas situaciones.

Clayton podía comprender porque lo había hecho, había estado tan enfrascado en ser el mejor en todo, que a pesar que creyó que fue un maravilloso esposo, al final, no lo era. Solo había llenado a su esposa de lujos, dándole todo lo mejor, sin embargo, nunca estuvo del todo a su lado. Estaba seguro de que la soledad afectó a Hazel y provocó que hiciera esto.

Otro suceso igual de importante y que le dolió igual de fuerte que la traición de su esposa fue su despido. Había pasado tantas horas en su trabajo, haciendo tiempo extra y trabajando cuando no tenía que hacerlo para que al final todo fuera en vano.

Una carcajada brotó de lo más profundo de su ser mientras se reía de su desgracia.

Y ahora no tenía trabajo, ni tampoco esposa y solo quería morirse.

Se sentía como si la vida no tuviera importancia, pues había perdido dos de las cosas más importantes de su vida y no sabía qué hacer. Ni siquiera quería llegar a casa y ver a su esposa, porque sabía que en cuanto la viera, tendrían que dar el adiós definitivo y desde el fondo de su alma, Clayton no quería, pero tenía que suceder. No iba a perdonar un engaño sea cual sea la razón.

Estaba caminando hacia la parada del autobús, era tarde en la noche y aun la hora del último transporte no había llegado, así que, si tenía suerte, podía llegar a tiempo, pero mientras se desplazaba con su cabeza mareada, sus pies tropezaron con una grieta en la acera y con el alcohol ingerido, en vez de recuperar el equilibrio, lo que sucedió fue que su cuerpo se inclinó hacia delante. Clayton vio el concreto de la acera en su rostro, juraba que lo saboreó, pero no cayó de cara al suelo como había esperado porque unas fuertes manos evitaron su caída y lo sostuvieron antes de que besara el suelo.

¿Qué había pasado?

Clayton parpadeó con confusión y luego su cuerpo comenzó a elevarse hasta que estuvo colocado derecho. Las manos que aún seguían sosteniendo sus brazos, lo soltaron, pero Clayton no podía recuperar el equilibrio del todo, se sentía muy mareado y con muchas ganas de vomitar.

Ni bien lo pensó, su cuerpo se arqueó hacia delante mientras comenzaba a vaciar su estómago luego de tanto alcohol ingerido. Las mismas manos volvieron a sostenerlo y Clayton agradeció al buen samaritano que no lo estaba dejando caer y más ahora que había un charco de vómito frente a él.

El destino no era tan malo al final de todo.

Sin embargo, antes de que pudiera agradecer la ayuda, todo a su alrededor comenzó a tornarse negro, amagando un pronto desmayo.

Bien, lo que le faltaba, desmayarse en la calle sin saber dónde iba a parar.

El último pensamiento que tuvo antes de perder el conocimiento era un pedido hacia el buen samaritano.

«Por favor, no me desampares», susurró en su mente.

.

.

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*—Clayton:

No, no lo habían desamparado.

Una torpe sonrisa apareció en los labios de Clayton mientras sentía la mullida cama bajo su cuerpo entumecido y mareado. Aun la cabeza le daba vueltas y el estómago lo sentía hecho una m****a, pero al menos estaba seguro, o eso era lo que creía.

No se podía mover del todo y no sabía dónde diablos estaba. Su vista era borrosa gracias a que no llevaba puesta sus gafas de pasta y lo poco que podía ver era la tenue luz que arrojaba la lámpara a un lado de su cabeza, más allá de esta, veía todo borroso.

Sin embargo, había otra cosa extraña.

Clayton no entendía porque había una almohada bajo su vientre, lo que hacía que su cuerpo estuviera arqueado e inclinado hacia arriba, para ser más claros. Y… ¿Qué era eso? ¿Qué era esa sensación? Sentía un cosquilleo en un área en la que no estaba acostumbrado a sentir nada más que… Un gemido salió de él cuando volvió a sentir aquella sensación húmeda rozándolo. Era como si…

Ahogó el gemido que iba a salir cuando volvió a sentir la misma sensación de antes. ¡Dios! Se sentía extraño, pero de igual forma, se sentía bien.

Cerró los ojos apretando los párpados, no creyéndose a sí mismo por aquel pensamiento extraño, pero no quería mentirse a sí mismo.

No sabía dónde estaba, pero lo que sí sabía es que había alguien que le estaba lamiendo el trasero, aquel lugar fruncido y oculto en el medio de sus nalgas y no tan solo eso, Clayton sentía una mano acunando el saco bajo su miembro que estaba muy endurecido. La mano que sentía sobre su saco era demasiado grande para ser de una mujer, por lo cual…

No quería admitir en voz alta, pero parecía que un hombre estaba tratando de hacerlo suyo.

¡Dios! ¿Cómo se había metido en aquel lío?

Trató de pensar, pero lo único que podía creer era que el buen samaritano de antes quizás no era tan bueno, pues era la única persona en la que podía pensar que le estaba haciendo esto y demonios, no se sentía tan mal como creía.

No, no debería. Aunque su esposa lo había engañado y tenía otro hombre, aún seguían casados y hasta el final, Clay se iba a mantener fiel a ella.

—No, espera —soltó esperando que el hombre detrás de él lo hubiera escuchado pues se escuchó a sí mismo y había sonado muy suave, casi inaudible, por lo cual trató otra vez con más fuerza—. ¡Basta! —exclamó y los toques se detuvieron.

Clayton no se podía mover, aun sentía el cuerpo entumecido, por lo cual no podía ver quién estaba detrás exactamente, sumándole a eso era ciego y no veía sus gafas cerca. Sin embargo, como pudo y obligando a su cuerpo, se giró en la cama que era enorme para ver el gran cuerpo a sus pies.

Sus pobres ojos no podían ver del todo bien, pero si podía ver al gran hombre sentado en la orilla de la cama. Estrechó los ojos para ver mejor, pero lo único que pudo ver fue una cabeza oscura, más de ahí, todo era borroso. Ya con esto podía decir que debía de operarse los ojos, una situación como ésta donde no tenía sus gafas no podía repetirse.

Clayton tragó nervioso y esperó que el hombre a sus pies no fuera un violador, pero viendo como había actuado, como lo había tocado sin su permiso, podría decir que no era un hombre de bien.

—Estoy asustado —comentó Clayton mirando hacia su cabeza y esperó por el hombre a que dijera algo, pero este se mantuvo en silencio y Clayton prosiguió—. ¿Por qué me haces esto? —le preguntó muy directamente—. No nos conocemos y…

—Me diste permiso —habló el hombre con una muy fuerte voz varonil y Clayton se sorprendió, pues la voz de aquel hombre era fuerte y por la silueta del mismo, podría decir que un hombre muy masculino. Tuvo una pizca de envidia, pues siempre quiso tener un gran cuerpo y una fuerte voz, pero el mundo le concedió un débil y delgado cuerpo junto con una voz que a veces sonaba hasta femenina y nada que decir de su cara.

Se rió de sí mismo.

¿En serio estaba teniendo envidia del tipo que estaba a punto de violarlo? Debería preocuparse por cómo salir de allí, no por no ser lo suficiente masculino.

—¿Cuándo? —le preguntó al hombre—. No lo recuerdo —comentó, sin embargo, sabía que en medio de lo sucedido entre su desmayo y él despertando allí, algo había pasado. Sentía los labios sensibles y nada que decir de sus pezones. Dios, casi había tenido sexo con un desconocido y para el colmo, un hombre.

Una carcajada profunda salió del hombre y Clayton vio como este se movía, bajando de la cama.

—Oh, ya entiendo, ahora si estás cuerdo —comentó mientras Clayton lo veía el borrón moverse por la habitación sin ver en si lo que hacía—. Y yo que pensé que antes lo estabas —continuó el buen samaritano.

Clayton abrió la boca para decir algo, pero la cerró. Parecía ser que durante el lapso de tiempo fuera de sí gracias al alcohol, le había dado el visto bueno a aquel hombre para que lo tomara. Seguramente su dolor lo llevó a hacer esta clase de locura y ahora que estaba cuerdo se arrepentía. Bueno, era más que obvio, pues no era gay.

—¿Eres gay? —preguntó hacia el hombre que no sabía muy bien cómo se veía, pero tenía una gran duda, pues estaba seguro que ese hombre era muy musculoso y atractivo y no entendía cómo es que, siendo así, era homosexual. Movió la cabeza, no podía juzgar, no estaba bien.

—¿No lo eres tú? —le devolvió el hombre la pregunta y Clayton comprendió que seguro era por su aspecto. Era muy delgado y femenino, pero solo era una persona que no podía engordar por mucho que comiera y que le gustaba estar muy higienizado, y por esto último se refiera que no tenía ni un vello en su cuerpo, más porque tenía poco y prefería quitárselo.

—Estoy casado —respondió Clayton, aunque no por mucho tiempo. Si Hazel, su esposa, estaba con otro hombre y quería estar con este, no podía ser un imbécil y tratar de evitar que no se fuera, al final, ambos se lastimaran si seguían con una relación que por lo que veía, no tenía futuro.

—No veo tu anillo —comentó el desconocido y Clayton se tocó la mano donde se supone que tenía que estar y al no sentirlo, trató de recordar qué hizo con él, pero no podía saberlo bien. Seguro en medio de su borrachera se lo quitó y lo dejó por ahí. Esperaba que tuviera en su maletín o en algún bolsillo de su pantalón, pues la sortija había valido una buena cantidad de dinero y tuvo que ahorrar dos sueldos para esta.

—Yo…—Clayton suspiró—. Me lo quité —admitió con la verdad, pues recordaba haberlo hecho.

El hombre se quedó en silencio para luego bufar.

—Comprendo —solo dijo.

Clayton volvió a mirar a su alrededor esperando ver sus gafas con la pobre vista que tenía, pero no tenía idea de donde habían llegado a parar. ¿Debería preguntarle al desconocido?

—¿Eres el buen samaritano que me ayudó antes? —la pregunta que salió fue diferente a la que pensó, pero quería saber porque no entendía cómo es que lo había ayudado y ahora se lo trataba de coger. No era para nada un buen samaritano.

—No soy tan bueno como crees, pero si deseas creerlo —Clayton vio como algo se movía frente a él, pero no supo que—. Adelante, créelo —terminó diciendo el hombre después.

Una sonrisa apareció en sus labios.

Bueno, podría decir que no era tan malo, se había detenido. Si hubiera sido otra persona, sin importar que le doliera o lo muy asustado que estuviera, lo haría sin pensarlo dos veces, pero aquel hombre se había detenido de lastimarlo. No era tan malo al final.

Clayton no sabía si ponerse de pie y comenzar a arreglarse, pues no sabía dónde estaban sus cosas y estaba muy seguro que el hombre se había cambiado y que pronto lo dejaría solo. El ambiente, si es que hubo alguno, se arruinó al volver en sí. ¡Dios! ¡Casi lo hace con un hombre! ¡Su cuerpo había sido tocado por alguien de su mismo sexo! Aún sentía ese cosquilleo en su ano, no tan solo en ese lugar, también sentía los pezones escocerle como si hubieran sido pellizcados con fuerza y nada que decir de lo sensible que estaban sus bolas.  A pesar de que estaba asustado, debía de admitir que no se sentía tan mal.

¿Qué estaba pensando? Debía de ser alcohol, si, acusó a lo ingerido de sus pensamientos y de la pregunta que soltó después.

—¿Qué era eso que me hacías? —quiso saber refiriéndose a cuando había estado boca abajo sobre la cama con aquel hombre detrás, no sabía porque diablos preguntaba porque sabía perfectamente que era lo que le había estado haciendo. No era tan sano, lo había estado preparando, pero sentía curiosidad.

—Te chupaba el culo —comentó el hombre sin decoro y Clayton miró hacia él con sorpresa. El hombre soltó una carcajada—. Oh, ya veo, un tipo convencional que le sorprende algo tan normal como chuparle el culo a alguien —el tipo volvió a reírse y Clayton bajó la cabeza, avergonzado. Seguro que, para un tipo como él, que parecía tener mucha experiencia, un pendejo como era debía de ser muy divertido.

—Quizás fue por eso que mi esposa me engaño y me dejó —comentó Clayton pensando en su esposa y sobre porque esta lo había engañado en primer lugar. El sexo entre ellos siempre fue convencional, pensándolo un poco mejor, quizás Hazel había querido algo diferente y Clayton, como el hombre sin mucha experiencia que era, no supo darlo.

Soltó una carcajada y movió la cabeza.

—Que patético, ¿no? —comentó hacia el tipo desconocido y al no escuchar ni una respuesta de este, Clayton agregó: —. No tienes que decir nada, basta con solo escucharme —terminó diciendo y luego escuchó un suspiro proveniente del desconocido.

—Pagaré la habitación, puedes quedarte a dormir hasta que te mejores —sugirió el desconocido dando a entender que se iba a ir y a dejar a Clayton allí sin más—. Tu ropa está en la tintorería del hotel y alguien vendrá a traerla más tarde —murmuró, pero Clayton no podía entender porque, después de haberse tomado la molestia de traerlo allí, se iba así sin tratar de convencerlo.

—¿Así sin más? —preguntó Clayton sorprendiéndose a sí mismo por haberlo preguntado. Debería estar alegre de que el desconocido se iba sin tratar de forzar el momento, pero una parte de él se sentía muy triste, ni su esposa ni aquel desconocido lo querían y eso daba pena y vergüenza.

—¿Quieres que te folle? —le soltó el desconocido a Clayton, dejando a este último sin habla por la falta de tacto—. Te lanzaste sobre mí antes y creía que eras de la comunidad, por eso iba a follarte duro, pero lo siento, no lo hago con vírgenes y menos con personas atadas a otras —espetó esto último con dureza.

Aquel tipo no tenía pelos en la lengua, era muy directo. Seguro el tipo con el que estaba engañándolo su esposa era así y por eso esta se había ido a los brazos de dicho hombre.

—Disfruta tu noche —escuchó que decía el desconocido poco después y Clayton no le respondió mientras escuchaba atentamente como este abría la puerta de la habitación y luego la cerraba, imaginando que ya se había ido.

Clayton suspiró cansado y se acostó en la cama.

Era tan patético y lo único que quería era llorar, volver a ahogar sus penas en el alcohol y que lo olvidara todo. Aún no podía creer que había sido despedido de su trabajo por una tontería y menos el que su esposa lo engañaba. Era como si el destino se hubiera confabulado para joderle el día con tantas malas noticias. Y se preguntaba, ¿por qué a él? ¿Acaso no lo había dado todo desde el inicio? Siempre trató de hacer que las personas a su alrededor fueran felices, mientras él se sacrificaba tanto y ahora no tenía nada, y tampoco no tenía ganas de seguir pensando.

Se acostó de lado y cerró los ojos.

Cuando volviera en sí, comenzaría a hacer planes, pero por ahora solo quería descansar.

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