5

*—Clayton:

La esposa de Dylan le había conseguido una entrevista en el lugar donde trabajaba y en donde no se requería experiencia en el área, lo cual para Clayton fue como ver la gloria. Ni bien aplicó lo llamaron para que fuera a la entrevista y el mismo día en la tarde, tuvo su reunión con el supervisor del área donde iba a trabajar. El proceso fue tan rápido que a los tres días ya tenía el contrato firmado y tres días más después de firmar el contrato comenzaba en esta nueva aventura.

Aunque el sueldo era menor al que tenía antes en la firma, con los beneficios de la empresa, Clayton podía acercarse al salario que tenía en su antiguo trabajo. Y quizás no era del todo su área, pero estaba relacionada. Trabajar auditando contratos de préstamos no podía ser tan difícil y sería pan comido.

Otra cosa que le encantaba del lugar era que no usaban uniformes y se podía ir vestido en ropa formal, claro, llevando siempre ropa decente y manteniendo una imagen implacable, pero para Clayton esto era fácil de lograr, siempre odio los trajes con los que la firma los obligaba a trabajar.

Algo más a destacar, era que no quedaba tan lejos del apartamento de Hayden en donde estaba viviendo ahora y su amigo podía darle un aventón, dejándolo en el camino, puesto que quedaba entre el trabajo de su amigo y el apartamento.

No sabía cómo sentirse por estos cambios, pero estaba abrazándolos sin problemas. Aunque aún le dolía el engaño, pero no quería aferrarse a este y pasar toda su vida llorando por algo que ya fue. Era mejor comenzar a tratar de superarlo.

Su trabajo era fácil en comparación a lo que hacía en la firma de contadores y sus compañeros que habían entrado con él se quejaban de ello, pero para Clayton era tan fácil que como siempre, destacó en las inducciones y entrenamientos del proceso. Para cuando estuvieron instalados en sus áreas al final de la semana, ya sabía manejar muy bien el sistema que usaba la entidad. Solo tenía que recibir los contratos y auditarlos y como había sido un auditor en la firma, lo hacía muy bien.

Las personas que lo rodeaban en la empresa eran jóvenes entre los 20 y 30 años y según supo el presidente de la empresa no pasaba de los 35 años y eso era sorprendente. Ser tan joven y tener una empresa, por lo que veía, prospera, debía de ser un sueño hecho realidad. Sintió envidia, pero se dijo que algún día colocaría su propia firma de contadores y que solo tenía que esperar, su sueño despegaría.

Al final de la segunda semana, a los últimos integrantes del equipo les tocaba cenar con el presidente de la entidad y el supervisor del área en la que trabajaban. Estaba nervioso. Aunque en la firma se había codeado muy bien con los jefes, la cercanía que hubo con estos no le valió para el despido y no quería crear vínculos otra vez, pero las personas allí eran muy cálidas y divertidas, por lo cual era imposible no hacerlo.

En los viernes la jornada laboral terminaba muy temprano y uno de los pros de la entidad, era que no trabajan los fines de semanas. Otra cosa positiva era las horas extras que se hacía, solo la permitían si había mucho trabajo y eran durante la semana, nunca los fines y eso le pareció algo maravilloso. Recordaba las veces que tuvo que trabajar de más los fines de semana y lo muy casado que siempre estuvo. No sabía si era porque era un trabajo nuevo y un ambiente diferente, pero Clayton nunca terminaba cansado.

—Supe que esta empresa tiene dos jefes y que la persona que conoceremos hoy es el jefe de los jefes, el presidente de la compañía —comentó uno de sus colegas y Clayton asintió. Había escuchado esa información durante el almuerzo. Los demás estaban nerviosos por cenar con el presidente mientras que Clayton lo estaba tomando muy calmado, pues no era la primera vez que cenaba con los jefes y si era un hombre joven, no debía de ser tan malo.

—Cálmate y solo se tú mismo —le recomendó Clayton.

—Claro, pero manteniendo los modales —comentó una voz femenina y cuando se volvieron vieron a la esposa de Dylan, Taylor quien era la encargada de recursos humanos de la empresa y con quien cenarían junto al presidente de la compañía.

—Taylor —la saludó Clayton con naturalidad, pues, aunque tuviera un rango mayor que el suyo y debía de respetarla en la entidad, por más que quisiera, no podía llamarla señora Harrigton. Sabía que Taylor lo odiaba.

—Esta cena debió darse la semana pasada, pero el señor Bates estaba muy ocupado —explicó Taylor—. Por lo cual, la hemos colocado hoy y debemos aprovechar el momento. El señor Bates quiere conocerlos a todos y hablar con ustedes personalmente —Taylor sonrió cuando vio la mirada de miedo en uno de sus colegas—. Solo es para conocerlos, es algo que a él le gusta, le encanta familiarizarse con sus colaboradores y para él es muy importante los vínculos, ¿sí?

Ahora comprendía porque el ambiente era tan diferente a la firma, era porque el líder no pensaba como un jefe y trataba a los colaboradores como familia. Eso era bueno y diferente. Comenzaba a entender porque todos se veían tan felices y se llevaban tan bien, Taylor tenía años trabajando para el señor Bates, no en aquella entidad, pero si en otras y lo había acompañado en cada nueva empresa que este fundaba. Si fuera un mal líder, no continuaría trabajando allí y tampoco lo hubiera recomendado.

—Jared no podrá unírsenos, así que solo seremos nosotros y el señor Bates —explicó la ausencia del supervisor de su departamento mientras se dirigían hacia el estacionamiento subterráneo del edificio donde estaba la compañía.

Usaron el vehículo de Taylor para transportarse hacia el lugar que quedaba un poco alejado de la entidad. El restaurant donde iban a cenar con el líder de la entidad era un lugar caro, pero no tan formal, así que la camisa de manga corta de cuadros de color beige y los vaqueros claros no estaban fuera de onda.

El sitio era maravilloso y Taylor le susurró que tuvo su primera cita con Dylan allí y que era por esto que siempre lo recomendaba para las cenas de trabajo. Había una gran mesa a nombre de la compañía en un área muy reservada y Clayton se sentó al lado de Taylor. El señor Bates aún no había llegado, pero Taylor les había informado que podían ir pidiendo a lo que este llegaba.

Clayton tomó un menú y lo revisó para ver que pedía, pues debía de aprovechar la ocasión y pedir una buena cena, la misma era cubierta por la empresa. Estaba dudoso entre un plato y otro cuando escuchó a Taylor saludar al señor Bates, indicando que había llegado.

—Siento la tardanza —expresó una voz muy profunda que hizo que la piel de Clayton se erizara porque algo en esta le recordó al desconocido, pero no del todo, era como un ligero parecido.

Curioso, Clayton alzó la mirada del menú para encontrarse a un hombre alto vestido con un traje oscuro y palideció al reconocer su rostro.

Espera un momento.

Este hombre era…

Clayton bajó la mirada al ver al amante de su esposa, sin poder creer que este estuviera allí a un lado de él. ¿Cómo era posible que su jefe era el amante de Hazel? Clayton se clavó las uñas en las palmas mientras tenía un ataque de pánico. No entendía porque diablos estaba pasando esta coincidencia tan grande.

—Mi nombre es Matthew Bates —se presentó el hombre tomando asiento, para desgracia de Clayton frente a este del otro lado de la mesa.

Clayton no pudo apartar la mirada por más tiempo y sus ojos conectaron con los pozos negros del señor Bates. Este lo miró por igual y algo conectó. El señor Bates sabía quién era y Clayton comenzó a sudar bajo su ropa.

¿Cómo debía de sentirse? El amante de su esposa y la persona que provocó que terminaran estaba frente a él como si nada y parecía que sabía quién era exactamente, porque paseó la mirada por él y luego la desvió hacia Taylor. ¡Dios Mío! ¿Qué clase de crimen estaba pagando en esta vida que todo le estaba saliendo tan mal? ¿Por qué tenía que ser su jefe de todos los puestos de la entidad? Bien podría ver el mensajero o un colaborador más, no el maldito jefe de la entidad.

Se ordenó la cena de cada uno y la conversación inició. Clayton miró de soslayo hacia el mientras el señor Bates hablaba con cada uno de los colaborares y cuando llegó su turno, Clayton tuvo que bajar la mirada porque no podía volver a verlo a los ojos. Las preguntas que le hizo el señor Bates eran básicas, pero sabía que cuando entraran en materia, vendrían las que no quería responder.

Durante la velada, Clayton habló poco y respondió sin dar más detalles, el señor Bates no cuestionó su falta de sociabilidad, pues sabía quién era, pero lo ignoraba. ¿Debería hacer lo mismo? El señor Bates estaba muy normal mientras que Clayton estaba hecho nervios, tanto que hasta la comida le había sentado mal. Quería irse de allí, pero tenía que aguantar.

Sin embargo, debía de tomar un receso pronto así que se excusó y salió corriendo hacia el baño más próximo. Entró en un cubículo y se sentó sobre la tapa del váter. Se cubrió la cara con las manos y quiso gritar.

¿Qué diablos pensaba la persona que movía los hilos de su vida? ¿Cómo fue que lo guio allí sabiendo que su jefe? Era esta una prueba y estaban viendo que tan fuerte era, si, debía de ser eso porque Clayton no entendía porque últimamente tenía tanta mala suerte.

¿Qué debía de hacer? No quería renunciar, pero dudaba que pudiera aguantar ver al amante de su esposa. ¿Y si algún día ellos formalizaban la relación y tenía que verla paseándose por allí con otro? Clayton no tenía tanto temple para aguantar dicha imagen por más dudoso que estuviera de su sexualidad, al final, Hazel había sido su mujer.

Habían pasado unos minutos y se dijo que tenía que regresar para no levantar sospechas.

Salió del cubículo en el mismo momento que alguien entraba en el servicio de caballeros. Por instinto Clayton miró hacia la entrada y se quedó frisado al ver quien fue la persona.

Oh, m****a.

Clayton apartó la vista rápidamente, pero por el espejo, notó que Matthew lo miraba con curiosidad. M****a, si sabía quién era, no era una suposición, era real. Clayton se calmó y se dijo que tenía que actuar como si no supiera nada, así evitaría un escándalo o que fuera despedido por esto. No tenía nada malo que trabajara para este hombre, al final, quien le hizo daño fue el señor Bates, no al revés.

—¿Disfrutas de la velada? —quiso saber el señor Bates mientras se lavaba las manos. La vista de Clayton fue hacia él y miró sus grandes manos. Sin discreción alguna, Clayton lo analizó con la mirada. Gracias a Dios que era ciego y que sus gafas se oscurecían con las luces de cualquier tipo, por lo cual, miró sin importarle.

El señor Bates, como había mencionado antes era muy alto y grande. Se veía que estaba en el gimnasio ya que su cuerpo era musculoso y bien formado, muy diferente a Clayton y viéndolo, comprendía porque Hazel lo había dejado. Hasta él lo dejaría si estuviera en sus zapatos, pues el señor Bates era un buen partido y nada que decir de su cincelado rostro. Al ser su piel muy blanca, sus ojos y su cabello oscuro destacaban. Era muy atractivo y no sabía porque algo le atrajo de este. Iugh, era el amante de su esposa y de paso su jefe. No debería ir por allí.

El mismo sentimiento de antes cuando lo escuchó, volvió. Algo en él le recordaba a su desconocido y aspiró el aire notando el olor a colonia más intensificado allí en el espacio cerrado de los servicios. La colonia era igual a la que emanaba aun su nota dejada por su desconocido y a la que Clayton recordaba oler en la habitación de hotel.

—¿Clayton?

Oh m****a, si, le había preguntado algo. ¿Cuál era la pregunta? Ah, sí.

—Claro, señor Bates —comentó Clayton apartando la mirada una vez más y enfocándola entre sus manos, las cuales estaba lavando en el lavabo.

—Llámame Matthew o Matt —pidió el señor Bates.

—De acuerdo —respondió Clayton automáticamente, esperando que el señor Bates se apartara y lo dejara ir, pero Clayton era tan educado que le ponía nervioso irse así sin más.

—¿Te encuentras bien? —escuchó que Matt preguntaba luego de unos segundos en silencio.

—Creo que estoy muy nervioso —respondió sin mirarlo y se sobresaltó cuando sintió una mano sobre su hombro.

M****a, lo iba a golpear. Sin embargo, Matt le dio un suave apretón y luego le palmeó la espalda con suavidad.

—Hey, no te preocupes, aquí somos familias y como tal, no deberías actuar de esa forma, ¿verdad? —preguntó y Clayton tuvo que asentir—. Tómatelo con calma y regresa cuando te sientas mejor, ¿sí? —terminó diciendo dejando caer la mano y sin esperar su respuesta final, se giró sobre sus talones y se fue por donde vino.

Clayton miró hacia la puerta de los servicios y parpadeó con confusión. Eso fue extraño. Había esperado algo diferente, pero Matthew, a pesar de que sabía quién era exactamente no había definido límites. Era un hombre muy extraño y le daba curiosidad.

Suspiró cansado y se miró en el espejo, viendo su aspecto que ahora era mejor en comparación con días anteriores. Sin embargo, en estos momentos, había una expresión de miedo en su semblante.

Su jefe era un hombre que tenía una presencia intimidante, no obstante, no invitaba a Clayton a odiarlo. No parecía muy mala persona y Taylor confiaba mucho en él, no, todos los colaboradores confiaban en él. Matt se veía muy sano y diferente a lo que había pensado a pesar de su aspecto de hombre misterioso.

No sabía que planeaba Matthew con él, pero Clayton debía de tomar una decisión pronto.

Cuando regresó, no era que se sentía mejor, pero si había calmado su ansiedad un poco. Habló un poco más, no tanto para no revelar ciertas cosas de su vida privada y al final, la velada paso sin inconvenientes más que la sorpresa del inicio.

Taylor se ofreció a llevarlo a casa de Hayden y Clayton aceptó el aventón porque necesitaba hablar con ella sobre quien era en verdad Matthew y cuando se lo dijo, frenó al instante que, si hubiera venido un vehículo detrás de ellos, los hubiera impactado por detrás.

—¡Estas de broma! —exclamó Taylor sin creérselo y para que tuviera pruebas. Clayton tomó su teléfono y buscó las fotos que aún seguían en este. Debería borrarlas pronto, pero la morbosidad había provocado que las dejara ahí.

—Quisiera, pero el señor Bates es el hombre con el que me engaño mi esposa —le informó Clayton mostrándole la foto en la que se veía el señor Matthew claramente y Taylor movió la cabeza sin creerlo.

—Matthew odia la infidelidad, así que estoy muy sorprendida de que hubiera pasado esto —comentó Taylor mientras volvía a conducir—. Lo siento mucho, Clay, en verdad lo siento —se disculpó la mujer y este solo se encogió de hombros. Nadie lo hubiera esperado y aún estaba muy sorprendido por ella—. ¿Qué vas a hacer? —cuestionó refiriéndose al trabajo.

—Me encanta mi trabajo y todos son muy amables —expreso Clayton bajando la mirada—. Creo que sabe quién soy, pero lo ignora, así que creo que debería hacer lo mismo, ¿no? —pregunto mirándola y Taylor hizo una mueca—. Y no me iré hasta que me despida o la situación se torne difícil, no le daré el gusto.

Taylor suspiro y paso una mano por su hombro.

—La vida no te está tratando muy bien, Clay —comentó la mujer viéndolo con pena y Clayton asintió. Nunca en su vida creyó que pasaría algo como esto, pero esta batalla que estaba librando lo estaba preparando para algo mejor, al menos era lo que quería pensar—. Golpe tras golpe, pero creo que Dios te está preparando para una gran batalla, ¿no? —terminó diciendo Taylor como si estuviera leyendo sus pensamientos.

—Supongo que tengo que seguir luchando, ¿verdad?

—No te rindas y no dudes pedirme consejo, ¿sí?

—Gracias Taylor —le agradeció. A pesar d ellos golpes de la vida, tenía a muy buenas personas a su alrededor y no debía dejarse caer.

—Dylan va a flipar cuando escuche esto —se burló la mujer volviendo a conducir y Clayton entendía porque Taylor y Dylan se llevaban tan bien. Eran tan para cual. Viendo la pareja, podía decir que Hazel y él nunca lo fueron y que nunca tuvieron esa conexión que veía de Dylan y su esposa.

Clayton suspiró.

—No me dejara en paz por un tiempo —comentó divertido y Taylor soltó una carcajada—, pero sé que es su manera de amarme, ¿no?

Después de unos minutos, Taylor lo dejó frente al residencial donde estaba su apartamento, pero antes de irte, le dejó un buen mensaje. 

—Pasa buenas noches y no te frustres, Clay —susurró Taylor dándole ánimos—. Lo que tiene que pasar, pasara. Solo debemos tratar de no dejar que esto nos afecte más de lo normal, ¿sí? —le dio un buen consejo y Clayton se lo agradeció, diciéndose a sí mismo que siguiera ese consejo, pues, si algo iba a pasar en su vida con el amante de Hazel, que pasara. Por más que se quejara de ello, iba a pasar como quiera, así que solo abrazaría el cambio como siempre lo había hecho.

Estaba preparándose para la noche cuando recordó al amante de Hazel, cosa que no pudo evitar, pero había algo que le estaba molestando. ¿Por qué Matthew le recordaba a su desconocido?

Tenía la misma complexión que Clayton recordaba de su buen samaritano, incluso la misma colonia y nada que decir de la voz. Otra cosa era la inicial de su nombre en la nota. La B podía referirse al apellido de Matthew: Bates.

¿Y si…?

Clayton se mareó cuando aquel pensamiento abarcó su mente rápidamente.

No, no podía ser lo que pensaba, pero… ¿Y si su desconocido era el amante de su esposa y se había acercado esa noche a él apropósito? Podía darse el caso de que lo hiciera con ese fin, para joderlo y era posible que las fotos hayan venido de él.

Si era así, era un maldito enfermo.

¡Este mundo no podía estar más jodido!

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