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*—Clayton:

Habían pasado dos semanas desde que fue despedido de su trabajo y supo que su esposa lo engañaba. Clayton se había mantenido recogiendo el apartamento, porque no deseaba seguir viviendo allí y era posible que regresara a casa de sus padres, cosa que armaría un revuelo, pero era lo único que podía hacer. Además, era cuestión de tiempo antes de que su familia se enterara. De tan solo pensar en el sermón que vendría de sus padres, principalmente de su madre, Clayton estaba seguro de que iba a ser un dolor de cabeza por mucho tiempo hasta que volviera a encontrar pareja. Hazel fue la única en su vida y había jurado que sería así por siempre.

Los primeros días no tuvo ganas de nada, se obligó a comer porque se negaba a matarse de hambre, ya que eso no le haría bien. Les envió un mensaje a sus amigos al segundo día, diciéndoles que algo había pasado y que cuando estuviera con la cabeza más clara, hablarían. Estos lo dejaron ser y solo le hablaban para saber si seguía vivo. Clayton se mantuvo viendo series que no tuvieran nada que ver con romance, algunos documentales de asesinos seriales y algo de acción, pero al final, nada llenaba el vacío.

Una parte de él quería permanecer en su habitación llorando por lo que pasó, pero no podía quedarse de brazos cruzados, él era una persona que siempre daba lo mejor de sí y no podía echarse a morir. Era esa última parte suya que lo invitaba a seguir luchando y a no tirar la toalla. No había funcionado en su trabajo, buscaría uno nuevo. No funcionó con Hazel, por el momento trataría de permanecer solo y sanar la herida que está provocó.

El plan era sanar y recuperarse para volver a sus andanzas.

Los chicos lo habían invitado a cenar aquella noche para que saliera del apartamento y Clay decidió aceptar la invitación. Como había dicho antes, no podía echarse a morir para siempre.

Cuando se acercó la hora de reunirse con estos, Clayton decidió tomar una ducha y mejorar su aspecto. Mirarse en el espejo era sorprendente para él, puesto que el reflejo le mostraba otra persona. Tenía unas fuertes ojeras y estaba más flaco que antes. Sus clavículas se mostraban y nada que decir sus costillas.

¿Quién iba a quererlo así?

Recordando las fotos en la que el tal Matthew salía, podía decir que Hazel prefería a los hombres como este, alto, muy varonil y guapo. Siempre se quejó de lo delgado que era, algo que no era su culpa, pues por más que comió y fue al gimnasio, nunca pudo echar grasa ni musculatura, era un espécimen raro.

Sin embargo, al Buen Samaritano su cuerpo le había interesado. Quizás B, como lo había estado llamando, le fascinaban los hombres como él. Bueno, no podía confirmarlo pues no sabía quién era exactamente B y podía ser la clase de hombre que, donde sea que hubiera un orificio en donde meter su polla, este la metía sin importarle el sexo ni cómo te vieras. Era lo más probable que fuera eso, porque físicamente, Clayton no se veía bien. Su cara ya era otros quinientos, pero la odiaba. Demasiado femenina.

Bufó molesto y dejó de observarse en el espejo para irse a duchar.

Bajó el grifo de la ducha, su mente volvió a evocar lo poco que recordaba de aquel momento, algo que siempre le sucedía cada vez que se bañaba. Comenzaba a creer que había compartido una ducha con B y no lo recordaba claramente, pues cada vez que se enjabonaba y tocaba ciertas áreas erógenas de su cuerpo, este reaccionaba. Cuando tocó sus pezones, su miembro se endureció y Clayton suspiró cansado.

Bonita manera para descubrir que posiblemente se sintiera atraído por los hombres. Nunca se le había pasado por la cabeza hasta que sucedió el engaño de su esposa y esa noche con el desconocido, pero una parte de él le decía que posiblemente lo fuera y eso explicaba muchas cosas. Sin embargo, no iba a admitirlo en voz alta. Era demasiado vergonzoso.

Ignoró los deseos de su cuerpo, pues no tenía tiempo para toquetearse y se duchó rápidamente.

Unos minutos después iba en un taxi hacia el lugar donde se encontraría con sus mejores amigos, los cuales había conocido durante su época universitaria.

Durante su adolescencia, fue un marginado, solo enfocado en sus estudios y en dar lo mejor de sí, por lo cual, no creo los vínculos de amistad que la mayoría tenía y no fue hasta que llegó a la universidad que, Dylan Harrigton, uno de sus mejores amigos, se acercó a él, pues a pesar de que no estudiaron las mismas carreras, habían congeniado en una materia básica relacionada a ambas y desde ahí una gran amistad surgió.

En el camino conoció a Hayden Bryant antes Henderson quien era el mejor amigo de Dylan y a pesar de que eran tan diferentes los tres, tenían muchas cosas en común. Habían pasado años desde que se conocieron y aún seguían actuando como los tres idiotas de siempre.

Clayton se bajó del taxi frente al restaurante donde se habían citado y entró en este. Alguien en la entrada le preguntó si tenía mesa o si venía solo y Clay le confirmó que había sido invitado por alguien y que la persona ya estaba dentro. La joven lo dejó ser y Clayton se hizo su propio camino buscando una cabeza oscura y una rubia. Encontró a sus dos amigos en el área al aire libre del restaurante, hablando y riéndose de algo.

Cuando Clayton se detuvo a su lado, la risa cesó y Dylan, un hombre de cabello oscuro lo miró con sus ojos avellanas muy sorprendido de verlo.

—¡Amigo, estás hecho una m****a! —exclamó Dylan sin importarle un comino los comensales del lugar a su alrededor.

—Un placer verte, Dylan —le respondió Clayton tomando asiento en una silla vacía en la mesa para cuatro.

Hayden, quien quedaba frente a Clayton, le sonrió cálidamente.

—Nos has estado ignorando —comentó el chico.

Clayton se disculpó por ello. No había sido su intención, pero habían pasado muchas cosas en su vida y aún estaba muy turbado por estas, pero ya era tiempo de comenzar a avanzar y sacar lo que llevaba dentro. Quería decirle todo lo que pasó a sus amigos para ver si algún consejo de parte de estos, quienes tenían más experiencia que él en muchas cosas, pudiera ayudarlo a avanzar mejor.

—Hazel me ha dejado —soltó sin mucho preámbulo y sus amigos lo miraron muy sorprendidos.

—¿Qué pasó? —quiso saber Hayden después de su asombro sin preguntar mucho y esto hizo que el tapón se destapara.

Sin darse cuenta, comenzó a llorar en silencio y en medio de su llanto, sin importarle que estaba en un lugar público, les relató sobre el mensaje y las fotos enviadas de un número desconocido. Les habló de cómo enfrentó a Hazel y como está se fue tan rápido de casa, como si estuviera esperando que dicho suceso terminará por pasar. Les habló sobre por qué lo hizo y lo avergonzado que se sentía por esto. Además de eso, decidió hablarles sobre su despido por un error mínimo en el trabajo y como todo esto estuvo ligado al peor día que tuvo en la vida.

—Ese día te golpearon muy fuerte, amigo —comentó Dylan apretando su hombro con fuerza para darle ánimos y Clayton asintió—. ¿Cómo estás vivo?

—Ni siquiera yo lo sé —comentó Clayton limpiándose la cara con una toalla de papel. Debía de verse como un tomate, rojo e hinchado. ¿Cómo pudo llorar en público? Era vergonzoso, pero sacarlo le alivió la carga y se sintió un poco mejor. Quizás debió de haber hecho antes, hablar con sus amigos, pero había estado ignorándolos y estos le dieron su espacio hasta que pudo dar la cara.

Hayden le tomó la mano entre la suya y Clayton se sintió bien al sentir la compañía de sus amigos.

—Gracias por decirnos y sabes que puedes contar con nosotros para lo que sea, Clay —comentó Hayden sonriéndole—. Sé que es duro que la persona en la que depositaste tu confianza te engañe así y por una razón tan estúpida cuando pudo hablarlo con tiempo, pero que esto no te derrumbe, ¿sí?

Clayton asintió, aunque estaba herido, más por la traición de Hazel que por otra cosa, no iba a dejarse caer. La amaba, pero con el tiempo, lo superaría. Además de que nunca iba a perdonar una traición como la que hizo, así que tenía que olvidarse de ella, aunque no quisiera.

—Sí, soy un sobreviviente —susurró Clayton sonriente.

—Creo que este fin de semana deberíamos ir a salir a tomar —sugirió Dylan sonriente

—Tu siempre buscas un motivo para tomar, Dylan —se quejó Hayden, pero decía la verdad. Dylan siempre buscaba un motivo para celebrar y eso estaba bien, pues quería decir que vivía la vida muy tranquilamente y se divertía con todo.

Debería comenzar a ser de esa forma, se había agobiado tanto en la vida para que al final todo fuera en vano. Existía, pero no vivía. Quizás debería empezar a hacer planes en donde disfrutara un poco más. La vida era muy corta para estar tan enfrascado en cosas que, a la larga, quizás no le daría tanta satisfacción. Solo tenía que ver cómo había sido despedido de su trabajo donde había dejado el pellejo y como su esposa lo había engañado con otro hombre por no ser lo suficiente experimentado.

Era patético, sí, pero siempre había una primera vez para errar y de esto podía aprender para evitar las mismas situaciones en un futuro.

Y hablando de errores…

—Hay otra cosa —murmuró Clayton recordando ese suceso el día que recibió tantos golpes y tanto Hayden como Dylan lo miraron con mucha curiosidad.

No sabía cómo estos iban a reaccionar a tal noticia, pero sabía que, sea lo que sea, sus amigos estarían a su lado. Además, podrá escuchar un gran consejo de su parte, porque con lo que había pasado, Clayton estaba muy confundido y estaba teniendo pensamientos extraños.

—Creo que tuve sexo con un hombre —admitió en voz baja dejando a sus amigos estupefactos.

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