Estaba saliendo del baño envuelta en una toalla, Sanya estaba en la habitación sosteniendo una bandeja con mi desayuno.
—Señorita, el señor me pidió que le trajera esto —informó colocando la bandeja sobre el escritorio, me sonrió—. ¿Necesita algo?
—Por ahora no, gracias, Sanya.
Sanya se fue dándome privacidad, comencé a vestirme pensando en el trabajo que tenía que hacer, mientras me ponía unos jeans me distraje viendo la bandeja que había traído Sanya. Había una flor extraña, al principio pensé que era de plástico, pero no, era natural. Era hermosa y no la conocía, tenía un color amarillo pastel y un aroma delicioso.
Coloqué la flor sobre el jarrón lleno de rosas y la dejé allí, resaltando entre el rojo, como una chispa de luz. Estaba sonriendo sin evitarlo, tom&eac
Podría acostumbrarme a esto. Los terrenos montañosos, el clima extremo y los paisajes magníficos. Mis dientes tiritaban y me abrazaba a mí misma, el viento por alguna razón lograba colarse por mi grueso y peludo abrigo. El frío me estaba comiendo, pero estaba demasiado entretenida mirando las montañas que tenía frente a mí como para darle mayor importancia. Había mucho lodo por todos lados, cada vez que alguien caminaba se producía un sonido de chapoteo.Maldije en voz baja cuando mi pie terminó en un charco de lodo que casi se traga mi pierna hasta la rodilla. Ahora entendía porque el señor Galger nos había dado un par de botas de plástico para este recorrido.Marco tiró de mi brazo para ayudarme a salir del charco sin resbalar y caerme.—Acérquense —bramó Tomas desde lo alto de una colina.Sonreía y no v
—¡Por dios! Solo estaba conversando con un chico —me defendí. No entendía su exasperación.—Desde la mesa se vio como si estuvieran coqueteando abiertamente, Tomas temió que estuvieras siendo timada por ese chico, por eso tuvo que intervenir.Tomé una almohada y se la arrojé.—Yo no estaba coqueteando —resoplé.Marco me señaló.—Se supone que viniste por un cambio de aires, no voy a permitir que lo eches por la borda volviendo a tus comportamientos de antes. El cuchillo se clavó en mi pecho, profundo.—¿Qué comportamientos? —inquirí, aunque no necesitaba escucharlo.Lo sabía, lo sabía porque todo el mundo se molestaba en comentarlo.—Sabes a lo que me refiero —dijo con cuidado.La cama estaba entre el medio de ambos, nos mir&
Bebí de mi té para quedarme callada, necesitaba tiempo para digerir lo que estaba sucediendo. Tomas no permitió que el silencio incomodo se instalara entre nosotros, él decidió llevar la conversación a otro punto. Yo. Comenzó a preguntar sobre mi vida en Voutere, mi trabajo, mi educación. Respondía con fluidez, le hablé de mi fundación, mi cargo en las empresas Robinson, mi apoyo en algunas campañas y sobre las publicidades que hacía por mis redes sociales.Eso lo hizo fruncir su ceño.—No comprendo —admitió con vergüenza.—Las marcas me contactan para que me grabe usando sus productos o para que les dé una buena reseña, tengo muchos seguidores y lo que digo tiene un impacto. Siempre lo hago con las marcas que de verdad me gustan —expliqué, iba a tomar mi teléfono para mostrarle algunos ejemplos,
Joselyn terminó de peinarme el cabello, en la mesa junto a nosotras tomó la late de aerosol y comenzó a agitarla.—Te aplicaré el tinte azul —me avisó—. Cierre los ojos, por favor.Obedecí.Durante varios segundos permanecí con los ojos cerrados, imaginaba el lugar al que iría esta noche. Seguía en Klayten, después de todo no me habían echado todavía, y pretendía ir esta noche a ese club nocturno que me había recomendado el chico del restaurant.La razón por la que seguía en esta maravillosa ciudad era Tomas Galger.Era inevitable para mí no sentir vergüenza cuando recordaba la forma en la que le había confesado la razón por la que estaba aquí. Huí, naturalmente. Huí de mi verdad. Huí de la vergüenza que me provocó estar en mi propia piel. Dios, habí
Recibí un mensaje de Estefany al instante exigiendo explicaciones. Le conté todo con libertad, la forma en la que me sentía, los detalles sobre lo que había sucedido con Tomas. Le pedí que mantuviera informada al resto de nuestras amigas también, no quería tener que repetir la historia dos veces más.Detuve los mensajes cuando llegamos a la casa. Una mujer del servicio me avisó que la cena ya había sido servida, por lo que me apresuré para llegar al comedor.Encontré a Tomas y a mi hermano sumergidos en una conversación sobre los precios aumentados de un producto. Beatriz Galger fue la única que notó mi presencia y no tardó en arrastrar su silla ruidosamente hacia atrás para marcharse.—Buenas noches —saludé incomoda a ambos hombres, quienes se habían quedado callados por la escena de Beatriz.Era una idiot
Tomas.El silencio era una cosa curiosa, podías encontrar tanto placer como tortura, pero era difícil encontrar el verdadero silencio, dado que siempre había ruido, por más insignificante que fuera. El ruido podía convertirse en un enemigo sino aprendíamos evocar el silencio en nuestro interior.«Escucha tu alma». Eso era algo que te enseñaban desde que tenías la capacidad de entender las palabras, aquí en Klayten era sagrado. Era difícil de conseguir, por supuesto, había personas que morían sin lograr entenderlo todavía. Qué curioso, que escucharse a uno mismo fuera una actividad que tomaba tanto tiempo por aprenderse. Incluso a veces, toda la vida.Desde que tengo razón me he conocido como alguien susceptible. Las multitudes las detestaba, los ruidos me irritaban, por eso siempre había preferido vivir aqu&i
Tomas.Verla dirigir el caballo sin piedad me hacía recordar una vieja leyenda, la de una mujer nativa que iba a ser dada en matrimonio, pero un día robó el caballo intocable del jefe de la tribu y escapó. Nunca jamás se volvió a saber de ella. Por esa razón la habían vuelto una leyenda.“Lebri”, ese era su nombre, en mi idioma era sinónimo de salvaje, indomable, independiente.Verona tiró de las riendas del caballo para que se detuviera, permitiéndome alcanzarla. Se removió sobre su silla e hizo una mueca de dolor.—¿Te encuentras bien? —consulté preocupado.—Sí —su rostro se tornó rojo, huyó de mis ojos—, hace más de dos meses que no montaba. He estado algo ocupada —confesó.Comprendí a lo que se refería. Debía resu
Íbamos a tener una fiesta para celebrar la nueva alianza entre las empresas Robinson y Galger. Más que todo sería una reunión oficial donde conoceríamos a varios trabajadores y aliados de las empresas Galger.Estaba nerviosa, pero no era por la fiesta, estaba acostumbrada a ese tipo de cosas. Era Tomas Galger. Después de haber jugueteado con las manos de Tomas en la sala de cine, no había vuelto a ocurrir nada similar, salvo por las sonrisas y las miradas a escondidas.No sabía qué me había pasado por la mente ese día para tocarlo de esa forma, me gustaba creer que había sido por la emoción del momento, me asustó ver a Tomas con los ojos en blanco, su mirada tan perdida que…era como si no hubiera estado presente. Eso solo me había hecho sentir la necesidad de…sentirlo.Hasta que Beatriz Galger me había ordenado quitarle las manos de encim