Capítulo 1

1 Semana Después

Eyra entraba a la Central, siempre puntual y lista para el servicio. Su uniforme bien arreglado y pulcro. Fue hasta su casillero dejando sus cosas, tomando sus armas de servicio y ajustándose el chaleco antibalas. Se miró al espejo, su cabello rubio estaba sujeto por un moño alto, no usaba maquillaje, si acaso bálsamo de labios y sus pestañas rizadas. Era lo mínimo que podía usar como alumna.

Tras dejar todo, entró a la cafetería donde algunos de sus compañeros ya estaban desayunando o solo perdiendo el tiempo hasta que iniciara su turno. 

— Buenos días – saludo con una pequeña sonrisa. 

— ¿Qué tal Wayne? – saludaron algunos.

Se acercó a la cafetera, tomó una taza y sirvió un poco de café, se recargó en la pared y tomó tranquilamente su café.

— Oh Wayne, ya estás aquí – dijo Rogelio – Hoy patrullamos en el lado Sur.

>>¿Otra vez?<<

— Está bien – asintió.

No ha visto a su jefe desde el día de la presentación, o más bien desde el día en el que creía que la besaría sin razón alguna. 

No ha dejado de pensar en su jefe y cree que es por razones profesionales, es decir, básicamente es su encargado todo su tiempo como alumna. 

Su jefe… Maldición, nunca creyó que al entrar como policía encontraría un jefe tan sexy. Pelirrojo, brazos fuertes, espalda ancha, tatuajes por todos lados, una sonrisa tan seductora. Es un orgasmo visual. 

>> ¿Qué mierdas haces, Eyra? <<

Tiene que reprenderse o acabará loca. 

— Solo que más tarde, debo ir a casa a cambiarme de ropa – suspiro cansado. – ¿Alguien ha visto a mi hermano?

— Está en el despacho de arriba – dijo Kyle.

— Gracias.

Sin despedirse se fue de la cafetería. Kyle miró a Eyra que estaba mirando su café como si tuviera las respuestas al universo.

— El café no responde nada Eyra, lo sé – dijo divertida – Soy Kyle, soy Comisario solo que estuve fuera de Sacramento cuando ustedes llegaron. 

Kyle Johnson, alta, grandes curvas, pechos y culo perfectos. Su uniforme se ajustaba bastante bien a su cuerpo, cabello rubio oscuro, ojos avellana. La favorita del Superintendente, sin duda alguna. 

— Yo soy Eyra, pero creo que ya lo sabes, porque dijiste mi nombre.

— ¿Quién no sabe quién eres aquí? Eres la única que se comportó al llegar a comisaría el día de tu llegada – dijo Reyes Collins, entrometiendose en la conversación. – Por algo serás la favorita de Lodbrok. 

Kyle aniquiló con la mirada a Collins quien solo le sonrió mientras tomaba una dona glaseada. 

— Oh gracias.

— Y también porque tu culo es de Lodbrok  – soltó una risita. Su único fin era ponerla nerviosa.

>> Relajate, solo tratan de ponerte nerviosa. <<

Se recordó antes de ponerles cara a los comisarios que la miraba como ratón atrapado por dos grandes felinos. 

— Sí, pero ni lo he visto desde ese día, es más creo que no lo he visto desde ese día.

— Hay Eyra – Kyle la miró con una sonrisa burlona. – Aún eres pequeña para saber la verdad de Lodbrok.

— ¿Qué pasa perras? – dijo Gambino llegando a la cafetera donde estaban ellos. 

— Ya se está quejando de Lodbrok – sonrió Kyle.

— Ya era hora – sonrió divertido - ¿Wayne, verdad? – asintió – Bien Wayne, si Lodbrok llega a estar contigo haces dos cosas, rogar porque no te aniquile o pensar en que has hecho bueno. 

— ¿Qué? ¿Por qué?

— Mi hermano fue su alumno a cargo y ¿tú? – dijo Gambino y miró a un chico que estaba robando una dona glaseada cuando el italiano lo tomó del brazo y lo atrajo con ellos. – ¿Verdad?

— Si, yo también – dijo James Gordon.

— JM ven acá – dijo Gmabino y su hermano se acercó con ellos. — Dile a Wayne, ¿cuántas veces estuvo Lodbrok con ustedes?

— Dos veces – dijo Jose Maria – Y fueron aterradoras.

— Conmigo fueron tres y dos de ellas me cagué – dijo James.

— Exacto, Wayne no te sientas mal porque Lodbrok no esté contigo – le sonrió el italiano – Los comisarios estamos para eso, al igual que algunos oficiales.

— Pero, se supone que es su trabajo – dijo como si fuera lo más obvio. 

— Chica con ovarios – sonrió Collins. 

— Su trabajo es mantener a raya la Central y la ciudad – dijo Gambino – Lo cual trata de hacer – la miró – Llevas una semana aquí, aún faltan muchas cosas que te harán odiarlo.

— Si – dijo Kyle – Aunque no esté contigo, estará con los alumnos jodiendolos y probando que tan maduros están ya.

— No le cuenten – dijo Collins – Que ella sepa pasar por ello, es de un día a otro que Lodbrok se vuelve todo lo contrario para probarlos – la mayoría río divertido.

— No espanten a la novata – dijo Reyes llegando con ellos. – Que se va a cagar antes de tiempo – sonrió mirándola. 

Eyra se arrepiente de haber hablado, ahora sentía que su jefe era Satanás. 

Entonces la mayoría se quedó callada, Lodbrok había entrado a la cafetería, se quitó sus lentes oscuros y los miró a todos. Eyra se dio cuenta de que en verdad imponía mucho poder y que hasta sus comisarios bajaban la mirada ante él.

Sin embargo, su vista reparó en verlo. Camisa negra con dos botones abiertos que dejaban ver sus tatuajes del pecho y del cuello, un saco color azul oscuro y pantalones que le hacían juego. Su cabello rojo estaba bien peinado y tenía una barba bien delineada. 

Ese hombre en verdad era el pecado de toda mujer. 

— ¿Fiesta en la cafetería? – dijo Konstantin mirándolos. 

— Algo así – sonrió Collins. 

— Superintendente – dijo Kyle con una sonrisa radiante. – Su subordinada está pensando mucho en usted.

La mayoría de los que estaban ahí casi escupen lo que tenían en la boca, vieron a Eyra que estaba sonrojada hasta las orejas.

— Pero no te sonrojes – dijo Gambino a su lado, burlándose de la chica.

Konstantin relamió sus labios y la miró. Eyra ni siquiera pudo mirarlo, mantenía la vista fija en su taza de café, una pequeña sonrisa se le dibujó, así es como le gustan.

— ¿A sí Eyra? – sonrió aún con su vista fija en ella. – Solo ha pasado una semana pronto me querrás fuera de tu vista – Eyra lo miró, él le dio un guiño provocando que se sonrojara aun mas.

— No sonrojes más a la chica – dijo Maximus cuando llegó a su lado. – Quiere que se la trague la tierra.

Konstantin la miró una última vez, queriendo grabarse la imagen de la rubia en su mente.

— Está bien – soltó una risita – Gambino te quedas en H50 y Max en Z20.

— 10-4 Superintendente – respondieron los dos.

— ¿Estarás aquí? – dijo Collins. 

— No, tengo que hacer otras cosas – los miró y por última vez miró a Eyra que lo miraba de reojo, le sonrió coqueto y salió de la cafetería.

Sin duda Eyra sería el meme de la semana en la Central por lo que le pasó ahí. 

{…}

Konstantin bebía un sorbo de su cerveza, acomodaba sus lentes y se recargaba en su silla.

— ¿Sonrojaste a tu alumna? No me imagino lo que debió sentir.

— Yo si, fue demasiado gracioso – dijo con una sonrisa. 

— Chinga, extraño esos momentos en la Central – el pelirrojo lo miró – Pero prefiero estar en las calles que encerrado.

— Yo preferiría estar en tu lugar mil veces que como estoy ahora – suspiró terminando su cerveza.

— Sin duda – suspiraron.

El pelirrojo disfrutaba de la brisa del viento y el sonido del mar, aún mantiene su traje, solo son cinco minutos de paz con un amigo antes de regresar a su realidad. 

— Aún recuerdo ese momento en el que tu hermano casi me mata cuando supo que te aventaste del helicóptero – dijo divertido.

— Pobre Tobias, paso dura esa semana – rieron divertidos – Pero, estar muerto unos días para que los Rojos cayeran fue genial – terminaron sus cervezas – Ya que estamos aquí – suspiro y lo miró. – Llegaron nuevos a la ciudad, se están metiendo en todos lados, trabajando en distintos lugares, lo que significa…

Hora de regresar a su realidad…

— Tener control de más lugares – carraspeo.

— Así es, ten el ojo abierto con los nuevos alumnos puede estar alguno topo por ahí.

— Lo tendré en cuenta.

— Aún no se reúnen en un lugar específico pero escuchen que son una mafia organizada – lo miro – Tratare de entrar al ruedo lo que significa que necesitaré mi mafia.

Konstantin lo miró con una sonrisa. 

— Estaremos listos, nosotros también estaremos en nuestros líos está semana – lo miró – Cualquier cosa, avísame y estaré rápido contigo.

— 10-4 Jefecito – le sonrió – También quería decirte otra cosa.

— ¿Cuál?

— Debes vigilar a Trujillo, ha sido muy evasivo conmigo y no está entregando lo que debería – se acercó un poco – No quiero decirlo, pero, puede que sea corrupto.

— Bien, lo tendré vigilado – asintieron - ¿Algo más? 

— Si ¿cuándo podré joderles el día a los nuevos? – sonrieron divertidos.

— Yo te avisare, pero sabes que la Central es tuya para joderlos – volvieron a reir – Me tengo que ir, tengo que joder a los mecánicos.

— O más bien a chingarte un culo  – lo miró divertido.

— Cállate – le sonrió – No dejes que te maten.

— Lo mismo digo super.

Konstantin sacudió su traje de arena y se fue de aquella vieja casa, subió a su auto y condujo hasta llegar a los mecánicos.

La rivalidad entre los mecánicos y los policías era evidente, en especial con el Superintendente y la dueña de dicho taller.

— Buenas Superintendente ¿qué haremos por usted?

— Quiero que me limpien el auto – salió de su auto. 

Entonces la vio llegar, cabello negro hasta los hombros, un traje rojo completo que se ceñia bien a su cuerpo, manchada de grasa y aceite de motor.

— Ya vienes a molestar, idiota – dijo Alina.

— Es obvio – le sonrió.

— Mire déjese de tonterías, venga a mi oficina ahí estará en paz y no molestara a nadie, porque su mera presencia jode a cualquiera. 

Konstantin soltó una risita y siguió a Alina, mirando el contoneo de sus caderas, hasta su oficina. La morena cerró la puerta y lo miró con una sonrisa.

— ¿Me extrañaste? – le sonrió juguetón.

— Mucho – Alina se acercó y le dio un corto beso en los labios – Aún me duele la cadera – susurro acariciando sus mejillas. 

— Oh nena, juro que te dejaré las piernas temblando en la siguiente. – Kosntantin la tomó de la cintura – No sigo feliz por lo que hiciste – rozó su nariz con la suya. 

— Te dije que él me coqueteo a mí, además era un cliente más – dijo poniendo los ojos en blanco. 

— Pero te dejaste y si no hubiera estado posiblemente te lo hubieras follado.

— Posiblemente – sonrió divertida. 

— Lo ves – rodó los ojos – Por eso te mereces lo que te mereces.

— Bueno, yo no me quejo de que folles a todas las mujeres lindas que veas ¿verdad, amor? – le dio otro beso en los labios. – Debo trabajar Kons. 

— Yo también – suspiró apretando la cintura de la chica. 

— ¿Cenamos? Y después hacemos algo ¿Qué dices? – sonrió mirándolo. 

— Pasa por mí a las 8:00 – la miró con una sonrisa. – Te dejaré el auto.

— Perfecto – le sonrió – Por cierto, sangre fresca en la Central Cuándo quieras, podemos ir a armar un mitin – dijo divertida. 

— Dales tiempo, si ven una horda de mecánicos queriendo quemar la Central se van a cagar – los dos rieron – Deja que pase un mes y ya puedes hacerlo.

— Bien – acarició la mejilla del pelirrojo. – Nos vemos está noche amor.

{…}

Eyra miraba el reloj en la pared, era hora de irse, su turno terminó en mucho papeleo y de nuevo ni vista del Superintendente desde esa mañana. A veces cree que no quiere saber nada de ellos, actúa indiferente.

— ¿Te toca turno nocturno? – dijo Eyra al ver al bulgaro registrando su entrada. 

— Si – suspiro Ivanov – Pero, mañana nos vemos temprano y sirve que comemos algo juntos ¿te parece? 

— Me parece genial.

— Y descuida buscaré como te conquistes al Superintendente – dijo con una sonrisa. 

— Callate – puso su mano en la boca – No me gusta el anormal ese.

— Si claro, ayer me dijiste que no dejabas de pensar en como se ve con traje y que quieres saber cuantos tatuajes tiene en su piel – le sonrió divertido – Mira, Stefan se fue a la m****a, lo superaste así que te toca seguir adelante.

— Ya lo sé.

— Y el Super está bueno – le dio un guiño, y la rubia solo empujo su hombro. – Solo digo.

— Ivanov ¿listo? – dijo Reyes.

— 10-4 Comisario Reyes – se acercó a la rubia para darle un beso en la mejilla y aprovechar para decirle algo al oído. – Es su mejor amigo averiguare algo.

Eyra solo negó con la cabeza riendo, debe empezar a alejarse de Lodbrok  porque sino parecerá colegiala o ninfomana si se sonroja cada vez que lo ve. 

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