Las bombas de humo inundaron el lugar, las personas comenzaron a toser, 10 hombres armados hasta los dientes derribaron la puerta del despacho jurídico, ordenando que todos se fueran al piso. Un hombre con un arma larga comenzó a caminar entre cada uno de los abogados que estaban en el suelo, él no estaba ahí, así que dio la orden de que le trajeran a uno de los abogados que estaban en el piso. — ¿Dónde está Nick Miller? — Ya no trabaja aquí – dijo un hombre. – Hace meses que dejó el despacho. — ¿Por qué?— No lo sé, solo se fue. Soltó un fuerte suspiro y pateó una silla. — Cálmate – susurró un hombre que se puso a su lado. – Vamos a encontrarla – se acercó al hombre. – Quiero todas sus cosas, reportes, últimos casos y los quiero ahora. El resto de hombres se mantenía apuntando a cada abogado, mientras uno traía todo lo que habían pedido. El líder del ataque se metió en una oficina, se quitó el casco y la máscara que cubría su rostro y miró al frente. Pasó la mano por su cabell
— Ya pasó otro puto mes, Eyra debe estar en el octavo mes – dijo Konstantin, pasando sus manos por su rostro. – ¿No hay nada? — La CIA y la DEA saben lo mismo, la Yakuza se mueve demasiado, el jefe debe estar en una isla sin registro – dijo Katherin por la pantalla. – Hacemos lo que podemos.— Pues no se nota – suspiró cansado. – Tengo que irme, llama si saben algo útil. Corto la llamada y miró al frente, Max, Enzo, Nacho y Beth estaban con él en Italia. Konstantin decidió irse con Enzo, estar más protegido, y tener más ojos en busca de Eyra, sin mencionar que estar cerca de su pequeña niña le da un poco de paz. — Katherin tiene razón – dijo Enzo. – Tengo ojos en todo el mundo, incluso en Japón, el líder está desaparecido y todos sabemos porque. No va a salir, puede que de la cara cuando Eyra de a luz.— No puedo dejar que eso pase, Eyra está muy embarazada, no puedo dejar que dé a luz sin mí – susurró Konstantin. — Deben de estar en un solo lugar – dijo Nacho. – Eyra no puede via
Konstantin salía a la entrada, Nacho y Beth estaban por partir cuando su presencia los detuvo. Ambos hombres estaban magullados por los golpes, no era la mejor forma de hablar las cosas pero ambos ya estaban en paz. — Vayan con cuidado, no por ser los mejores en esto quieran hacerse los héroes, la encontraremos – afirmó Konstantin. – ¿Entendido?— Sí – dijo Beth. – Y tú también, no hagas una estupidez – se acercó y le dio un corto abrazo. Nacho no dijo nada, Konstantin y él se miraron y con un ligero asentimiento de cabeza, Nacho subió a la camioneta y Konstantin volvió al interior de la casa. — Nos reuniremos pronto con los irlandeses – dijo Enzo que llegaba a su lado con la pequeña Annika. – Ellos tienen trato directo con la yakuza, nos ayudarán.— ¿Cómo estás tan seguro? – dijo Max.— Porque les voy a dar algo que tanto quieren – sonrió mirándolo. – A Konstantin. Max mira Konstantin con fundido y él solo fija la mirada en la pequeña bebé. — ¿Dé qué mierda hablas? — Tu hermano
— No es una buena idea – dice Lebrant mientras Konstantin camina de un lado a otro. – Enfrentarse a los irlandeses es una muerte segura.— Te enfrentaste a ellos y saliste ileso.— Sí, pero eso era cuando no estabas presente, contigo despierto no estoy al cien y lo sabes.— Si eso quieres te daré el control cuando estés con ellos – suspiro. – Sabes bien que no puedo perder a Eyra, la necesito a salvo y eso es lejos de todo esto y lejos de mí.— ¿De verdad lo crees? Konstantin puedes hacer una vida nueva, tienes que dejar de pensar en tu maldito pasado, no puedes arruinar esto.— Oh creeme que ya lo arruine Lebrant
Todo pasaba muy lento, las contracciones eran cada vez más fuertes, Akemi se mantenía en su habitación, tratando de calmarla, pero nunca estuvo en ningún parto de sus hijos. — ¡Dios! Que esto acabe – Eyra se sostenía del borde de su cama. — Tranquila todo…— Si dices que todo estará bien juro que te cortaré las bolas aquí mismo Akemi. Levantó las manos y suspiró. – Buscaré al doctor.— Sí, haz eso – Eyra seguía soportando las contracciones. – Maldita sea Konstantin, te necesito aquí cabrón de mierda. Escuchó la voz de Akemi fuera de la puerta, entró seguido del doctor. — Bien Eyra – dijo el doctor. – Vamos a revisarte. Akemi la ayudó a subir a la cama, Eyra abrió las piernas y el doctor revisó cuan dilatada estaba.— Estás en el punto mamá, llamaré a la enfermera y tu obstetra ya está aquí, prepárate vas a ser mamá.Eyra le sonrió y suspiró sintiendo otra contracción, Akemi se acercó a ella cuando el doctor se fue. — ¿Lista? Pronto vas a tener a tu bebé.— Estoy lista desde ha
La casa de seguridad de Santoro era enorme y estaba bien protegida, tenía un jet en la parte trasera que se alistaba, solo descansará un par de horas antes de partir, no podían estar en territorio del enemigo, solo estaría a salvo hasta llegar a Italia. Eyra estaba en una habitación, estaba muy agotada así que en cuanto llegó a la cama quedó profundamente dormida, Konstantin velará el sueño de Eyra y de Alexandra. — En cuanto todo esté listo vamos a irnos de aquí – dijo Enzo. – Es seguro de que Akemi ya sabe y no nos enfrentaremos a una guerra contra la yakuza aquí, sabiendo que perderemos. Iremos a Italia. — Perfecto, iré a dormir entonces – dijo Nacho. Cada uno tomó su lugar algunos para dormir y otros para hacer rondas y que no los tomarán desprevenidos. Beth se acercó a la habitación de Eyra, tocó y entró sin hacer mucho ruido.— ¿Qué pasa? – dijo Konstantin. — Nada, me quedaré con ella, ve y asegúrate de que todo esté bien – lo miró. – Vamos, quiero estar con mi amiga. — Bi
— No me puedes hacer esto, acabo de salir del puto psiquiatra, déjenme en paz, maldición.El pelirrojo se echaba sobre el sofá de esa obstinada oficina, toda su apariencia le hacía creer a la mujer de traje que estaba viviendo en las calles, pero sabe que Konstantin solo ha sido descuidado con su aspecto desde que salió del psiquiátrico. — Sabes que si fuera por mí te dejaría en paz, pero...— Tus amigos del coñac me quieren joder - suspiro cansado - ¿Porque no simplemente me matan? Así me dejaría en paz.— Es una salida fácil - lo miró - En verdad lo siento.— ¿Qué quieren que haga? - dijo resignado.No tenía opción y no quería regresar a estar en el centro psiquiátrico, no después de todo lo que vivió ahí. — Quieren que vayas a California, ellos limpiarán toda la mierda - suspiro - Serás el Superintendente de Sacramento.— Genial, tener a mi cargo a puros payasos - soltó una risa amarga - Bien, lo haré pero diles a tus amiguitos que será lo último que hago y si me joden más el tra
1 Semana DespuésEyra entraba a la Central, siempre puntual y lista para el servicio. Su uniforme bien arreglado y pulcro. Fue hasta su casillero dejando sus cosas, tomando sus armas de servicio y ajustándose el chaleco antibalas. Se miró al espejo, su cabello rubio estaba sujeto por un moño alto, no usaba maquillaje, si acaso bálsamo de labios y sus pestañas rizadas. Era lo mínimo que podía usar como alumna.Tras dejar todo, entró a la cafetería donde algunos de sus compañeros ya estaban desayunando o solo perdiendo el tiempo hasta que iniciara su turno. — Buenos días – saludo con una pequeña sonrisa. — ¿Qué tal Wayne? – saludaron algunos.Se acercó a la cafetera, tomó una taza y sirvió un poco de café, se recargó en la pared y tomó tranquilamente su café.— Oh Wayne, ya estás aquí – dijo Rogelio – Hoy patrullamos en el lado Sur.>>¿Otra vez?<<— Está bien – asintió.No ha visto a su jefe desde el día de la presentación, o más bien desde el día en el que creía que la besaría sin ra