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El cuerpo de Xana se petrificó.

No la había sentido, en serio que no la había sentido, ni mucho menos escuchado. Acaso se debía a lo débil que estaba, creía que era por ello, porque sus sentidos la habían ayudado en el pasado.

Lentamente giró la cabeza por encima del hombro encontrando un rostro joven que la miraba pestañeando confundida.

¿Quién eres?- la loba volvió a preguntar.

Xana tragó en seco. Si cometía un error ella llamaría al alfa y la volvería a encarcelar. Y al parecer ella no se mostraba tan alterada, como si no estuviera al tanto de su situación, sino ya hubiera gritado, así que probó.

-Hola, me puedes ayudar, me caí y necesito agua y ayuda por favor.

Lilya miró a la chica que tenía los ojos suplicantes y sonrió.

-Claro, ven, yo te ayudo- la loba la ayudó a levantarse con una tranquilidad que sorprendió a Xana y la llevó caminando lento hasta una casa relativamente cerca de aquello, parecía acostumbrada a tratar c

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