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Xana sentía que su cuerpo se movía de un lado a otro, sobre una superficie algo dura. Iba sentada y su cabeza se golpeaba a cada rato como si donde estuviese fuera inestable. Lentamente abrió los ojos donde sus párpados pesaban y apenas podía hablar. Su garganta estaba sumamente seca.

Estaba mareada y su cabeza dolía y no era más. Había reconocido el olor en cuando había sido puesto en su nariz. Su hermana, Aurora, la había drogado y ella sabía bien cuál era la intención. Después de todo ella era la que sería enviada como sacrificio a los lobos.

Y las cosas no se quedarían así.

Y Xana la conocía bastante bien para saber qué haría aquello. Intercambiar sus lugares. Y prueba de ello era el cambio de ropa, ahora ya no tenía los ropajes rojos, sino un vestido de tela blanco largo y mangas hasta las muñecas que tenía amarradas en su regazo, y un velo blanco que a diferencia del rojo que cubría su rostro de su esposo, este lo ocultaría de su verdugo. Quiso reír. En otro momento no le hubier
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