«Ring, Ring, Ring»—Espero que está llamada sea para darme buenas noticias.Manuel escuchó esas palabras en cuanto tomaron la llamada y al ver a su hija inconsciente en la parte de atrás de su auto sintió tranquilidad.—¿Ahora piensas quedarte en silencio?Él, rápido, aclaró su garganta evitando hacer enojar al jefe. —Todo sigue en pie, mañana será el gran día.—¿Se acabó la espera?—¡Se acabó la espera!Héctor Rinaldi estaba sentado en la mesa de su comedor y en cuanto escuchó esas palabras observó la silla que le quedaba al frente, donde todo el tiempo repetía que se sentaría su reina y con esa confirmación sentía que estaba muy cerca de suceder.Cerrando la llamada mandó a buscar a su hombre de confianza y este de inmediato se presentó.—Aquí estoy señor.—¿Continuaste con los preparativos como te lo había ordenado?—Sí, señor. En este momento se está llevando a cabo la decoración del interior del salón de eventos. ¿Le puedo hacer una pregunta?De inmediato su mirada se dirigió hac
Un dolor de cabeza fuerte junto a un gran amargo en su boca hicieron que de repente Amanda abriera los ojos, llevándose la siniestra sorpresa de que no había estado soñando y estaba en su realidad, una cruel, absurda, y dolorosa realidad.Con rostro de espanto se levantó de la cama y caminó directo al espejo. Llevaba un vestido en corte sirena en un color blanco hueso, imaginó que el color simbolizaba que ya no era pura.Luego miró a su alrededor y observó las montañas de flores y regalos. Todo le parecía absurdo, su mente le jugaba una pesada broma y su realidad era menos dolorosa que la muerte.—Qué bueno que ha despertado, señorita Amanda, ha llegado el momento y todos la esperan.—¡Espero que esto se trate de una broma! ¿Dónde está Manuel? —se dirigió a la persona que la acompañaba con gran ira y eso se podía notar en su mirada.—Él ha salido a terminar con los arreglos de la iglesia y muy pronto estará de regreso.En ese momento todo su cuerpo se encendió en llamas ¿Acaso ese hom
La impotencia, la rabia y el dolor, habían arropado por completo la vida de Amanda. Solo con 25 años de edad estaba experimentando el dolor de ser traicionada por segunda vez.—¿Qué clase de padres me regaló la vida? ¡Debí ser un aborto más! —fueron las palabras que salían de su boca con el alma hecha pedazos.—¡Te ves hermosa querida hija!Escuchó la voz alegre y fiestera de su padre, como si no estuviera pasando nada.—¿Qué haces allí sentada, todos te esperan en el altar? Vamos, termina de arreglarte afuera te espera una limusina.—¿Quién diablos te crees? ¿Piensas que por ser mi padre me debo convertir en tu marioneta o en tu títere? —reclamó mirándolo a los ojos bastante enojados y frustrados.—¿Qué, quién me creó? ¿Qué, quién creo que soy, preguntas? ¡Mírame! Soy el estúpido que se encargó de ti desde el momento en que tu madre salió huyendo de sus responsabilidades, el mismo que escuchó tus llantos, limpió los desechos de tu cuerpo y el mismo que estuvo a tu lado dándote cariño
El deseo de llorar, la impotencia y la decepción, adornaban la vida de Amanda, incluso más que el despampanante vestido que vestía en ese día. Ella salió de la limusina y dio pasos lentos, intentando retrasar lo que parecía inevitable frente a sus ojos.—¡Estás hermosa, hija! —expresó su padre al verla acercarse con todo el descaro del mundo.Ella no dijo una sola palabra y tampoco la miró a la cara. Él la tomó del brazo y juntos empezaron a caminar. Cada paso era como un cuchillo atravesando su corazón y dolía. ¿Qué más podía pasar? Ella no quería ser tocada por otro hombre y, de solo pensar en la posibilidad, su corazón se arrugaba. ¿Qué había más allá de la muerte? ¿Qué sucedería si solo dejara que llegará a su vida y no seguir impidiendo lo que debía suceder solo por cobardía?En ese momento ella se detuvo de golpe —¿Qué sucede, hija? ¡Vamos!—No —exclamó con decisión.—¿Estás preparada para lo que vendrá si me haces pasar una vergüenza en este momento?—No estoy preparada para mu
Buscando respuestas y sin saber por dónde comenzar, Sarah se quedó perdida en sus pensamientos mientras estaba en la habitación de Liam. Todo había pasado muy rápido y la dejó intranquila.—También te ha afectado mucho la partida de Amanda, ¿cierto?De inmediato sus ojos rodaron y llegaron a la dirección en donde se encontraba el pequeño Liam en su silla de ruedas, él miraba por la ventana y ella sintió un gran pesar por el niño, pues después de tantos años había empezado a sonreír, ya que cada mañana Amanda iba a su habitación dándole un nuevo motivo.—Así es, todo fue tan repentino que aún no puedo creer que se haya marchado.—¿Qué le habrán hecho esas mujeres, para lograr que se marchará?Sarah no entendía lo que él decía, pero los gestos y la manera en la que expresó aquellas palabras, llamaron mucho su atención, así que se acercó hacia donde él estaba y continuó indagando.—¿A qué mujeres te refieres?—Helen y la señora María. Yo estaba por salir al jardín y en cuánto vi que se a
Helen salió de aquel lugar realmente molesta,. Le parecía una falta de respeto en la posición en que se había puesto la señora Sarah.—Esa mujer se atrevió a golpearme ¡Usted misma la vio!—¿Cómo es que está tan consciente de que nosotros fuimos quienes sacamos a esa mujer inconsciente?María la miraba disconforme, ya que no le hacía caso y ella estaba toda golpeada, su cabello estaba quebrado, su cuello amoratado y su blusa rota. Le parecía el colmo que nada de eso le importara la señora Helen.—¡Me duele todo!Ella la miró —¡De verdad te ves fatal!—Cómo iba yo a saber que esa vieja m*****a tenía tanta fuerza.—Esa mujer tiene información que nos puede hundir. Yo jugaré mi última carta y trataré de llevarme al niño para que Elliot regrese a mí.María no respondió nada más, ella detuvo un taxi y se marchó. Le parecía verdaderamente cruel de parte de Helen,,, que después de ella haberla ayudado tanto no le importará su condición y siguiera detrás de lo que parecía imposible. Desde ese
Llegaron a emergencias y atendieron a Amanda a toda velocidad, ella se veía muy débil, su rostro demacrado y con abundantes ojeras. Todo eso fue de preocupación incluso para los doctores, así que de inmediato le hicieron los análisis pertinentes mientras Ana en la sala de espera se sentía angustiada.—De no haberme comunicado contigo, no las encuentro en ninguna de las salas de emergencia de toda la ciudad —se presentó el esposo de Ana sosteniendo sus manos temblorosas.—He registrado a mi hija con otro nombre, pues temo que ese hombre la encuentre y venga hasta aquí a querer enfrentarme. —Ella se recostó en el pecho de su esposo —. No tengo fuerza para pelear, solo necesito que ella esté bien.—¿Pelear con quién?—Con ese hombre. Estoy muy segura de que no se dará por vencido y querrá volver a llevársela en bandeja de plata a ese hombre.—Familiares de la señora Pamela.Por fin habían llegado noticias después de una hora completa de revisión.—¡Soy yo, doctora! —se acercó Ana con las
«Ring, Ring, Ring»—Buenas tardes —respondió David la llamada.—Necesito tener noticias sobre mi esposo, estoy segura de que eres la única persona que sabe a dónde está.—No es así. Elliot se marchó y cómo me había pedido un tiempo para sanar yo decidí hacerlo.—Es imposible que se haya marchado sin decirle a nadie ¿A dónde se fue?—La separación de ustedes lo afectó directamente en su alma. La última vez que lo vi lo desconocía.—Yo fui sedada y sacada de este lugar a la fuerza por una trampa en conjunto con mi padre. No hay tal separación, yo sigo siendo la esposa de Elliot, en este momento voy a poner a los abogados a que lo confirmen.—¿Cómo es eso, no entiendo nada?—Sí, algo tengo claro, son mis sentimientos hacia mi esposo, por eso he regresado.—Había fotos tuyas entrando al altar y casándote con ese hombre Héctor.—No me casé y jamás lo haría.—Necesito que me ayudes a entender todo.—Y yo que me ayudes a llegar con mi esposo.—¿Qué sucedió?Ella le contó con lujo de detalles