Desde que eramos pequeños, Brody siempre fue muy protector conmigo. Deshoyendo las advertencias de mi madre, siempre se robaba algo de la cocina o de su propio plato y me lo llevaba a escondidas a mi cuarto, cuando estaba castigado y sin cena. Siempre actuaba de abogado defensor cuando el Juez me retaba por mi comportamiento. Aún recuerdo cuando se escabullía en mi cama a la noche y me decía que algún día mi personalidad me metería en muchos problemas, pero que no me preocupara porque él estaría ahí para ayudarme. Un escalofrío me recorrió la espalda. Desde el fatídico accidente donde él murió, no me había permitido recordarlo, extrañarlo. La verdad es que me hacía mucha falta, él siempre fue la voz de la razón en mi cabeza. Y con los últimos acontecimientos, tanto lo de Kara como lo de Sam, realmente me vendría bien su consejo. Y
Luego de desayunar juntos en la cafetería donde trabajaba Sam, me marché a la oficina y comenzamos a trabajar en el caso del desalojo. Por suerte, Scott era muy bueno en lo que hacía y de inmediato consiguió algo de información. El tal Quinteros era todo un delincuente, como bien me había advertido Rita, sus negocios turbios y malas compañías lo precedían. Estaba involucrado en varias estafas a sus inquilinos. Y no era la primera vez que hacía algo como esto, pero la diferencia era que era la primera vez que esa gente tenía un bufete importante detrás, alguien que los defendiera a ellos y a sus intereses. Comencé a redactar una intimación, pidiendo que se les permitiera volver a sus hogares a sus respectivos dueños, hasta que se esclareciera la causa legal del desalojo, y le pedí a mi secretaria que la enviara de forma urgente. Pasé el día metido dentro de es
A mitad de semana recibimos la inesperada visita de Quinteros. Apareció en la oficina acompañado de dos enormes gorilas. Estaba claro que su intención era intimidar y no hablar. Janet, temblando, me avisó de su presencia. Lo hice pasar de inmediato, y los dos hombres lo siguieron.—Señor Quinteros —saludé sin inmutarme—, ¿necesita de la compañía para dialogar conmigo?—Así que tú eres Dorian Archibald. Esperaba algo mejor, pero bueno…—Tome asiento. ¿Le ofrezco algo de tomar?—Seguro tienes algún buen whisky ahí.—Por supuesto. —Serví un vaso y se lo entregué, hice de cuenta que los otros tipos no estaban en la habitación. Para que vieran que no me intimidaban en lo más mínimo.—Muy bueno, caro… —dijo luego de probarlo. Me apoyé en
El sábado no fuimos a jugar al golf. Sam y yo pasamos la mayor parte de la mañana juntando y guardando sus cosas para mudarlas a mi departamento. Grace estaba sentada en el sillón, no se veía nada bien; por suerte, Sam logró hablar con Luke, quien consiguió que uno de los mejores especialistas en enfermedades genéticas la viera. En menos de una semana, debíamos llevarla a su cita. Cuando todo estuvo listo, Elle nos ayudó a cargar las cosas al auto. Nos despedimos de ambas y nos fuimos.Descargamos las cosas y Sam no tardó en comenzar a ponerlas en orden. No trajo mucho, ropa, algunos libros, su chelo y unos pocos recuerdos. Mientras ella ordenaba, yo me dispuse a poner unos papeles en orden en la pequeña oficina que tenía en casa, abrir correpondencia y contestar algunas invitaciones. Con la ocupada semana que había tenido, me había olvidado por completo del asunto de Kara, pero
La luz del día entrando por el ventanal de la habitación me despertó de golpe. Sam dormía a mi lado, apoyada parcialmente en mi pecho. Verla dormir era la visión más hermosa que hubiera visto jamás. Acaricié su cabello desparramado y su suave espalda. Pude sentir aún la persistencia de las marcas de la varilla. Me levanté con cuidado de no despertarla y me metí a la ducha. Yo salía cuando ella entró en el baño.—Buen día, cielo —dijo en un bostezo mientras se refregaba los ojos con pereza.—Eres una dormilona. —La regañé con cariño, abracé su cuerpo al mío y dejé un beso en su cabeza.—Eso es porque me agotas, Dorian. No es culpa mía.—Entonces tendré que dejar de hacerte todas esas cosas…—Esta bien, soy una perezosa, lo admito —dijo s
La semana fue caótica, entre las entrevistas a las futuras asistentes y los casos que teníamos en marcha, apenas tuve tiempo de hablar con los chicos. Necesitaba que siguiéramos con los planes de la iniciación de Samantha. El miércoles almorcé con Marc, Luke y Scott en el restaurant cerca de la oficina. Acordamos seguir adelante con todo, ultimamos detalles. Y fue entonces cuando Luke nos dio la noticia de que había tomado a Britt como su segunda sumisa. Los ojos de Scott se abrieron de par en par. «Por idiota» agregué en voz alta. Y todos asintieron. Me parecía una buena idea que para variar, Brittany tuviera un buen Dominante, sabía que Luke la cuidaría y le enseñaría mucho más de lo que Scott podría.Esa misma tarde, al salir de la oficina, encontré mi auto completamente destrozado, los vidrios y los faroles rotos, rayado por todos los costados, y esc
Luego del almuerzo con Sam, volví a la oficina. Me llevé una gran sorpresa cuando me encontré con dos tipos enormes y musculosos en la recepción de mi despacho. Janet estaba hundida en su escritorio con cara de terror. No había nadie más, estaba claro que estuvieron esperando el momento oportuno, me alegré porque Samantha ya no estuviera conmigo.—¿Quiénes son ustedes? —interrogué abriendo mi saco. Algo en mi interior me decía que no sería una conversación amistosa y necesitaba estar lo más cómodo posible.—¿Dorian Archibald? —preguntó uno de ellos, el menos corpulento de los dos y con el cabello absolutamente rapado, estilo militar.—Janet, puedes ir a almorzar —anuncié, no la quería metida en nada de esto.—Pero… señor Archibald.—Ahora, Janet, por favor.
El lunes me reincorporé al trabajo, agradecí a Janet que alertara a la policía y ella se mostró muy consternada por las heridas que yo había recibido. Scott me puso al tanto de las novedades del caso y nos pusimos a trabajar a tiempo completo en ello. Deribé el resto de mis clientes a Ryan y Mía. Al mediodía, me junté a almorzar con Luke cerca del hospital.—Te ves mucho mejor, amigo. Has sanado muy bien, está claro que tienes un gran médico —dijo tan humilde como de costumbre.—El mejor, pero es bastante idiota también —respondí divertido.—Ayer hablé con Marc. Todo está listo en los Hamptons para este fin de semana.—¿Tan pronto? —No me había dado cuenta de que ya estábamos en la fecha establecida.—Sí, la próxima semana es Navidad. Dijiste que quer&iac
Agotados y satisfechos, nos metimos en la cama; su pequeño cuerpo se acopló al mío, pasé un brazo por debajo de su cabeza y acaricié su cabello a un ritmo parejo, mientras ella acariciaba mi pecho desnudo ida y vuelta.—Hoy almorcé con Luke —dije por fín. Tenía que hablar con ella de este fin de semana. Finalmente nos enfrentábamos a nuestro más grande límite en la relación.—¿Cómo se encuentra? —preguntó con voz adormilada.—Bien, te manda saludos. Me comentó que habló con Marc.—¿Ah, sí?—Sí. Ya todo está listo en los Hamptons para este fin de semana.—¿Ya es la fecha? —interrogó, de repente alerta.—Así es. ¿Tienes dudas? Siempre podemos posponerlo si no te sientes segura. —Por alguna e