Señora Archibald

Al día siguiente, llamé a mi madre desde la oficina y la invité a almorzar para que pudiéramos hablar, como me había pedido. Al llegar al restaurant que ella eligió, ya estaba ahí, vestía un traje rosa pálido y negro, muy de su estilo, y su impecable peinado recogido.

—Madre —saludé con dos besos, como de costumbre.

—Hola, Dorian. ¿Cómo te encuentras?

—Muy bien, ¿y tú?

—Terrible. Toma asiento. —El camarero tomó las órdenes y se fue.

—¿Qué sucede? —pregunté preocupado. Que mi relación con mis padres no fuera la mejor, no significaba que no me importara lo que les pasara, eran mis padres, después de todo.

—Es tu padre, está empeorando, creo que la partida de Kara e Isabel le afectó más de lo que pensaba.

—¿

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