Capítulo 36

Media hora fue lo que se demoró la pequeña en alistarse, pensé que le tomaría algo más porque había visto parte de su ropa regada, pero no fue así. Treinta minutos después de habernos mandado al infierno, salió de su habitación con la maleta que había traído de su casa a un lado y un bolso del otro. 

Ella era obviamente mucho más grande que su maleta, pero me parecía que si intentaba levantarla se iba a caer con todo. Dejé que se adelantara un poco, me acerqué a ella y le di un ligero beso en los labios, lo que produjo que una pequeña corriente danzara por mis labios. Cuando me alejé de ella y por la distracción exitosa, logré quitarle la maleta con mi mano libre y empecé a caminar más rápido. 

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