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Capítulo 4: Una pesadilla tras otra

Llegó a su departamento poco después tras haber cenado algo en compañía de Leia, quien para su fortuna no volvió a mencionar nada sobre Sebastian.

Encendió inmediatamente la luz de la habitación y se quitó el cárdigan gris que llevaba puesto, debía colocarse algo más cómodo para empezar adelantar en la misión, pero su mente estaba tan agotada que le hacía imposible continuar con todo lo que debía investigar; ya había terminado de recopilar toda la información personal e itinerario de su nuevo objetivo Cole Ellis, solo quedaba el encuentro con los demás miembros para decidir lo que harían.

Siguió al pue de la letra su rutina de dormir, se lavó el rostro, cepilló sus dientos, se colocó una bata de satén rojo, se hidrató con dos vasos se agua y tomó su pastilla para dormir, esperaba que eso bastara para poder descansar pero no guardaba muchas esperanzas de que funcionara, sin embargo cerró los ojos y se sumergió en el mundo de los sueños.

"M*****a sea, mírame" vociferó una voz gutural, podía sentir el dolor producido por su mano al rodear su brazo con violencia, quería moverse y poner distancia entre su padre y ella, pero su cuerpo no respondía, podía ver sus fríos ojos grises en el espejo y vio como su mano libre se movía y sostenía sus mejillas.

Pronto todo se convirtió en oscuridad tal vez había escapado de una pesadilla y por fin caería en un sueño más placentero, pero estaba completamente equivocada sintió el agua turbulenta chocar contra su cara mientras las manos de su padre la sostenían del cuello, sus pulmones le suplicaban por aire pero sabía que tan pronto tratara de inhalar sería solo agua lo que llegaría a ellos.

Se movió con desesperación tratando de salir pero no podía, fue su mano la que le concedió una momentánea libertad para recuperar el aliento y luego él se acercó a su oído para decir en voz baja "Deja que purifique tus pecados", regresó nuevamente su cabeza al fondo de la tina y la sensación de ahogo regresó con mayor intensidad.

Katherine nunca le suplicó a su padre por piedad, ya la experiencia le había demostrado que eso solo incentivaría su furia y arremetería contra ella con mayor violencia, él hizo lo mismo unas cuantas veces más mientras susurraba otras frases delirantes "Conviértete al altísimo", "Abandona los mundanos placeres y sométete al divino", recordar lo que la había llevado a merecer tal castigo le resultaba absurdo.

Aunque supiese lo que pasaría tras adjudicarse la pertenencia de aquella revista erótica, no le importaría con tal de que nadie más sufriera, lo volvería hacer una y otra vez, si con eso era capaz de que su hermano no se enfrentara a los arrebatos de cólera que solía producirle a Quentin su fanatismo religioso.

Pronto sintió que él soltaba su agarre y que el baño era sustituido por una preciosa pradera, la cálida brisa chocaba contra su rostro y sentía el húmedo pasto entrar en contacto con sus pies descalzos, abrió los brazos como si quisiese fusionarse con el viento, por fin había llegado el sueño tranquilo que tanto había anhelado y decidió correr sin una dirección definida, de vez en cuando dejaba que los pulpejos de sus dedos rozaran los pétalos de las flores que se iba encontrando en el camino.

Escuchó en la lejanía unos pasos que al principio no capturaron su atención, fue cuando empezaron hacerse más sonoros que hizo que girara la cabeza para ver de quien se trataba pero no estaba lo suficientemente cerca para distinguirla.

Una figura masculina chocó con ella mientras seguía corriendo hasta posicionarse a unos metros de ella, los ojos almendrados de Lexter estaban entrecerrados por la amplia sonrisa que tenía en su rostro, ella esbozó una sonrisa al ver a su hermano una vez más por lo menos en el mundo de los sueños, "Intenta amcanzarme" La desafió él mientras emprendía su huida.

Lexter solía ser el más rápido y aunque trató de seguirle el paso no logró, habían corrido tanto que se encontraban cerca de la cascada que limitaba los terrenos de su hogar, fue entonces cuando lo escuchó decir "Otra vez te gané, aún no eres lo suficientemente rápida..." al final dijo su nombre y la sola mención de este provocó que una descarga eléctrica le recorriera la espina dorsal provocando que cada vello de su cuerpo.

No podía repudiar más esas cuatro letras porque sin importar quien pronunciara su nombre solo podía escuchar la voz de su padre en su lugar, prefería escuchar cualquier otro nombre con tal de poder olvidarse aunque sea por un momento de todo el tormento que había vivido.

Una voz femenina se abrió paso y desvaneció el sueño que había tenido con Lexter, la voz temblorosa de la niña volvió a llamarla cada vez más incesante "¿Dónde estás? Tengo mucho miedo".

-Estoy aquí, Evelyn-. Gritó pero no bastó para llamar su atención.

La cabeza de la niña giraba tratando de buscar con la mirada a su hermana, empezó a deambular para ver si corría con mejor suerte y Katherine la siguió.

-Estoy aquí Evy-. Le dijo cuando la alcanzó, al ver que ella no la escuchaba y seguía su recorrido ella apresuró aún más el paso e intentó rodearla con sus brazos pero su figura se desvaneció en la oscuridad.

-No, no, no no puedes quitármela otra vez-. Se desplomó sobre el suelo, hasta sus sueños jugaban sucio con sus más preciados recuerdos.

Abrió los ojos de golpe, supo que se encontraba en una pesadilla de principio a fin pero era incapaz de cambiar sus sueños y estos se habían convertido en la forma ideal que su mente usaba para atormentarla con su pasado.

Se levantó de la cama rápidamente, el cambio abrupto de postura la mareó un poco por lo que no tuvo otra opción que sujetarse de la mesita de noche para no perder el equilibrio; dirigió su mirada al ventanal ubicado en el costado de la habitación y supo por la cantidad de luz que entraba que no podían pasar de las seis treinta de la mañana.

Caminó lentamente hacia el baño aún abrumada por los efectos de los sedantes que usaba para poder conciliar el sueño, se detuvo frente al espejo y se enfrentó a la imagen que le devolvía el objeto, rara vez se detenía a analizar su rostro limpio y como podía hacerlo si era como ver a su madre.

Desde las raíces ónix de su cabellera hasta cada una de sus pecas solo sus ojos verdes diferían de los orbes ambarinos que solía tener su madre, desvió de inmediato la mirada con tal de deshacerse de los recuerdos que evocaba tan solo su parecido con aquella mujer.

Tanto su hermano Lexter como su hermana Evelyn contaban con un parecido inigualable a Emmaline y cuando por fin decidió ver a Evy se dio cuenta que era una copia más jovial "Solo que en Evelyn no había un ápice de maldad" pensó para luego apartar la mirada del espejo.

Alejarse de Evelyn para dedicarse a lo que hacía, resultó ser el mayor de los sacrificios que había hecho sin duda alguna, pero no podía dejar que su sucio pasado ensuciara también a su hermana, era una niña inocente atrapada al igual que ella en una familia llena de seres humanos horribles, no dejaría nunca que la pequeña cargara con las atrocidades cometidas por sus padres.

Sabía en carne propia lo que era ser juzgada por los pecados de los demás y se negaba a permitir que Evelyn pasara por lo mismo, la persona menos indicada que debía sufrir por todo lo que sus padres habían hecho era Evelyn, quien solo tenía 4 años cuando toda la locura empezó.

Se lavó el rostro con el limpiador facial, echó abundante agua como si deseara borrar cada unas de sus facciones, cuando terminó se dispuso a retirar el camisón borgoña de seda con el que solía descansar, esperaba que una ducha fría lograra bajar su frecuencia cardíaca y el sudor que le había provocado sus pesadillas.

Al finalizar la ducha apenas podía percibir la mezcla de vainilla y flores de almendro, por culpa de Quentin había perdido gran parte de su sentido del olfato y nuevamente se vio atacada por los recuerdos, se vistió con prisa optó por unos leggins negros y una camiseta del mismo color que se ceñía a su figura, el sonido del timbre perteneciente a la puerta de entrada capturó su atención.

Se dirigió con lentitud, todavía no se encontraba a la distancia apropiada para ver de quien se trataba cuando escuchó una voz masculina del otro lado.

-Tengo una entrega para usted señorita Chapman-. Reconoció de inmediato la voz y no podía creer que Gregor se arriesgara de esa manera a ir a su departamento pese a haberle alertado la situación.

Abrió la puerta y se encontró con el hombre de mediana de edad de metro setenta quien lucía un traje gris y una gorra con un logo de una empresa de envíos que claramente no existía.

Echó un vistazo fugaz alrededor y vio a su vecino dirigirse hacia la escalera, decidió no tomar ningún riesgo. -Debe ser un error, señor no ordené nada-.

Cuando ambos se aseguraron que no había nadie alrededor fueron al interior del apartamento.

-No debería estar aquí, mi identidad se comprometió y corres el mismo riesgo-. Dijo ella algo molesta, necesitaba mantenerlo lo más lejos posible de Sebastian pero el carácter desafiante de Gregor lo hacía tomar una decisión tan riesgosa.

-Luces muy estresada, no hay nada que un rico desayuno no logre calmar, vamos siéntate-. Greg ignoró la advertencia de Katherine, no se sentía intimidado por la presencia de Sebastian, tenía incluso sus dudas sobre él, sabía que tarde o temprano el hombre desistiría ante sus nulos avances.

Katherine se sentó en una de las sillas del desayunador, su estómago rugía y nunca había podido negarse a los deliciosos platos que Gregor solía preparar.

-Por favor, deja que las aguas se calmen un poco antes de querer lanzarte a ellas, Sebastian es un hombre insistente y no creo que vaya a dejar pasar esto-. Volvió ella a insistir viendo la calma con la que el hombre cortaba los vegetales que utilizaría en el omelet.

-Dime que al menos tienes un poco de yogur griego para acompañar con las fresas-. Gregor la ignoró no porque le resultara insignificante la situación, sino porque en su mente no había lugar para nada más que para esa fecha, 10 de marzo.

-Lograrás mantenerlo bajo control, siempre lo has hecho-. Habló él seguro del poder que aún tenía Katherine sobre Sebastian.

-Ahora las cosas son muy distintas, él amaba a Katherine no a mí, debiste verlo parece un hombre diferente, me temo que ya no es tan predecible como antes-. Mencionó ella, por eso hacía tanto énfasis en el cuidado que debían tener todos ahora más que nunca.

-Cambia tú también, hazle creer que tiene todo el control y dirígelo hacia donde quieras, por Dios está haciéndose cargo de su emprendimiento no cuenta con el tiempo suficiente para jugar a los detectives-. Habló Gregor aún seguía sin ver el problema, Sebastian moría por Katherine y cedería ante ella como siempre lo había hecho.

-No estaría tan segura de eso, debiste ver la rabia que yo vi en sus ojos, no podemos confiarnos de un hombre que busca represalias-. Respondió Katherine para luego llenar el envase de cristal de yogurt.

-Confírmalo tú misma, tengo ojos vigilando a tu noviecito así que preocúpate más por la rubia que está a su lado que porque él me descubra-. Gregor le señaló su teléfono tras expresar aquello.

Ella puso sus ojos sobre la pantalla y observó fijamente la imagen de Sebastian con su ropa deportiva en un centro de escalada acompañado de una mujer alta, esbelta y con una melena rubia dorada sujetada en una coleta alta, sintió un nudo en el estómago al recordar de quien se trataba de Audrey James, habían dos detalles que la incomodaban de sobremanera el primero que ella era una agente de policía y el segundo es que estaba locamente enamorada de Sebastian y por primera vez sintió celos.

-Tú mismo lo has dicho, él no tiene tiempo suficiente para jugar a los detectives ni a los tortolitos-. Solo le faltaba eso para empeorar su humor, Sebastian tenía una debilidad por las mujeres como Audrey y es posible que pronto quede maravillado por su ingenuidad y ternura.

-Pronto debo irme, necesitamos mantenernos cerca de Cole, ninguna niña está a salvo mientras ande suelto-. Dijo Gregor, sabía que Katherine se enojaría al ser excluida de la misión pero no le quedaba otra opción.

-¿De qué hablas? yo estoy a cargo de vigilarlo, no pretendes dejarme aquí con los brazos cruzados-. Preguntó ella con cierta inquietud, le parecía descabellado dejar a un lado la misión estando tan cerca de lograrlo.

-Tómate el día de hoy, desayuna algo real que no sea el desagradable té negro que tanto te gusta consumir y comunícate con tu contacto de la casa roja para informarle sobre la situación de Cole-. Sugirió Gregor, no había forma posible de convencerla de quedarse pero haría su mayor esfuerzo.

-¿Acaso te estás escuchando? no estás de acuerdo a que me exponga a Sebastian pero está bien que lo hagas tú, desde el momento que te vea te va a reconocer y tendrá un nuevo objetivo al cual seguir-. Inquirió Katherine, la idea le parecía descabellada, pero era Gregor, él sería capaz de sacrificar su propio pellejo por ella.

-Katarina, estaremos en un lugar de 300 hectáreas, concurrido desde que el sol se avecina hasta el momento que se oculta, la probabilidad es mínima-. Katherine era lo más cercano que tenía a su hija, si ella ya no puede controlar a Sebastian eso lo convertía en una amenaza.

-La probabilidad de que él me encontrara después de tanto tiempo también era mínima, si él se encuentra conmigo puedo justificar mi presencia allí, no arriesguemos nuestra ventaja-. Respondió Katherine, la estrategia era perfecta el parque estaba cerca del estudio de yoga por lo que tenía la tapadera perfecta.

-Si él te encuentra allá y sospechara de lo que harás con Cole, tienes que llevártelo de ahí, porque dudo mucho que esté de acuerdo con nuestros métodos poco ortodoxos-.

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