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Capítulo 2: Lo más cerca que estaremos de los viejos tiempos

Aún seguían a una peligrosa distancia cuando la puerta se abrió de golpe, Katherine agradeció que se tratase de su asistente quien difícilmente comentaría con otras personas aquella comprometedora situación, su presencia bastó para que él se alejara y sabía que él también peligraba, si alguien se enteraba de que uno de los hombres más influyentes de la región visitaba un lugar como ese sería suficiente para enterrar su reputación.

-Lo siento caballero, pero Monique no forma parte de la clase de entretenimiento que usted busca-. Soltó Leia viendo como un discreto tono rojizo cubría las mejillas del hombre.

Leia reconocía que inicialmente le causó cierta impresión la cercanía entre ellos, la electrizante química que ambos desprendían era tan evidente que borraba la posibilidad de que se tratase de un interés unidireccional, prácticamente lucían como dos antiguos amantes que habían dejado su relación inconclusa.

Aunque se tratara de un encuentro consensuado la simple presencia del hombre en el camerino era una violación a las normas del lugar y podía perder su membresía como castigo, "Eres un hombre muy afortunado" pensó mientras cerraba la puerta, porque ella no tenía intenciones de causar revuelo y mucho menos si manchaba el nombre de Monique.

-No quería causar ningún problema, soy un viejo amigo de Monique-. Sebastian no podía creer la capacidad que tenía aquella mujer de crear una nueva persona totalmente diferente, era incluso aterrador como hasta el aspecto físico de Monique difería del de Katherine.

Cuando la conoció llevaba su cabellera ondulada de un tono rubio oscuro que no sobrepasaban sus hombros, su figura era mucho más esbelta que ahora "Por si volvía al ballet" recordó con amargura lo que ella le había dicho en aquel entonces, sus ojos brillaban con dulzura y benevolencia todo lo contrario a la mujer frente a él, su pelo azabache caía en capas hasta la mitad de su espalda, jamás se imaginaría que unos kilos extra pudieran generar tales curvas, sobre todo sus caderas y piernas, parecía que había entrenado para convertir su cuerpo en un arma de seducción y vaya que era efectiva.

-Él estaba a punto de marcharse, solo quería darme un mensaje importante que no podía esperar-. Mencionó Katherine manteniendo sus ojos fijos en los de él, estos brillaban de la ira y podía verse reflejada en sus dilatadas pupilas.

Sebastian no bromeaba al respecto y estaba dispuesto a involucrarse en su vida convirtiendo su presencia en una amenaza que estaba a punto de obstaculizar su trabajo y lejos de asustarse le pareció cautivante esa nueva faceta desafiante de Sebastian.

-No lo olvides querida, estaré muy pendiente de todo lo que pase-. Dijo él mientras volvía a colocarse la máscara, ocultando así los atractivos rasgos de su rostro.

-No lo dejaré pasar por alto, disfruta del resto de atracciones de la casa roja-. Mencionó Katherine con un tono juguetón, cuando deparó a profundidad en la idea de que él estuviese allí por motivos sexuales le causó algo que pronto entendió que eran celos.

Lo vio salir del lugar en total silencio, con pasos cuidadosos y calculados tal y como había entrado, cuando lo perdió de vista regresó la mirada al espejo y se detuvo en su aspecto y optó por rápidamente retirarse el resto del maquillaje, encontrarse con su rostro totalmente descubierto le cerró la garganta impidiéndole respirar y su mente empezó a llenarse de aquellos horribles recuerdos.

-No creo que te haya hecho mucha gracia verlo-. Se atrevió a decir Leila después de tanto pensarlo, le extrañaba el silencio que había mantenido Monique, algo que no era de esperarse en una persona tan expresiva como ella.

-Honestamente no me imaginaba que volvería a encontrarme con él otra vez, aún estoy saliendo de la impresión-. Fue lo único que respondió Katherine, la presencia de Sebastian fue un factor que no había tomado en cuenta en todo ese tiempo y una respuesta vaga era lo único a lo que podía recurrir si quería seguir pasando desapercibida.

-Es una peculiar forma de referirse a que no terminaron en muy buenos términos-. Leila solía ser algo indiscreta y tan pronto soltó el comentario se cuestionó su falta de autocontrol especialmente delante de Monique que solía ser muy reservada con su vida personal.

-Nunca encuentro la manera de hablar sobre mi vida amorosa, lo único que me sale bien es hablar de comida-. Había esbozado una sonrisa al final de la respuesta para asegurarse de que la conversación se fuera desviando por ese camino.

-Debes estar hambrienta, hoy sirvieron mariscos ¿Te apetece?-. Preguntó Leila tras recordar el menú de la noche de hoy.

-Claro es lo más cerca que estaré del mar por estos días y si logras tomar prestada una de las botellas de vino de Simon sería espectacular-. Mencionó Katherine luchando por tener un momento a solas para poder recobrar la compostura.

-Eso tomará algo de tiempo, pero lo haré posible-. Aseguró Leila mientras una sonrisa aparecía en su rostro, no tendría que esforzarse mucho, sabía las palabras exactas que convencerían a Simon, con tal de perder la menor cantidad de tiempo posible se dispuso a salir del camerino.

-Gracias Leila, eres mi salvadora-. Dijo antes de que la joven cerrara la puerta y tan pronto como desapareció borró la sonrisa del rostro.

No era capaz de procesar aún lo que había sucedido aquella noche, Sebastian dio con ella, había encontrado la manera de entrar a aquel lugar solo con el objetivo de cobrar venganza y eso no pintaba nada bien para su misión, necesitaba saber lo que se escondía entre las paredes de la casa roja pero con Sebastian cuidando cada paso que daba sería sumamente desafiante.

Se llevó las manos hacia la nuca y recorrió la zona buscando el cierre del vestido, la pieza cayó, los detalles metálicos hicieron ruido al contacto con el suelo, ella se agachó para tomarlo y desabrocharse los tacones, se sintió mucho más cómoda una vez se deshizo del atuendo, recorrió con su mirada todo el camerino en búsqueda de una bata para cubrir su cuerpo expuesto.

Encontró la prenda cerca del área del bar a un paso de donde estuvo sentado Sebastian, el resplandor de un objeto capturó su atención inmediatamente, tan pronto lo tuvo entre sus manos sintió un nudo formarse en su garganta, "Es imposible que haya sido casualidad" se repitió varias veces mientras tenía los ojos clavados en su antigua sortija de matrimonio.

El anillo de oro blanco seguía intacto como si se tratase del primer día, los detalles ramificados alrededor mantenía sus bordes prolijos y limpios, parecía que los últimos cinco años no le habían afectado y volvió a sentir como la culpa le quemaba las entrañas.

-No pierdes el tiempo-. Susurró para sí misma percatándose de la rapidez con la que él había dado inicio su venganza.

Una media sonrisa se asomó en su rostro por la fehaciente convicción de Sebastian, no había otra forma de dejar más claro el mensaje, que él la desafiara despertaba en ella una emoción singular que solo había sentido cuando entró en la vida de los Pratt.

Escuchó su teléfono vibrar dentro de su bolso algo que le resultó bastante extraño nadie solía llamarla los domingos después de la media noche, teniendo en cuenta sus escasas opciones no tardó en concluir que se trataba de Sebastian.

Decidió entretenerse un rato y tomar la llamada.-Voy a molestarme mucho si no me agregaste a tu lista de contactos como bombón-. Katherine se estaba refiriendo al apelativo cariñoso que él solía usar para dirigirse a ella.

Se estaría mintiendo a sí misma si dijera que no extrañaba aquellos momentos a su lado, pero esos recuerdos formaban parte del pasado y debía enterrarlos antes de que despertaran en ella los sentimientos que tanto se esforzó por erradicar.

Escuchó su risa del otro lado del teléfono hasta que lo escuchó decir.-Siendo honesto aún no he tenido la oportunidad de añadirte a mis contactos, tengo cierta ambigüedad no sabría si llamarte Katherine, Monique o Vanessa, no sabía que además de cantante fueses instructora de yoga-.

Estaba sorprendida de que él hubiese descubierto una de sus identidades y la curiosidad la llevó a preguntarse que tanto conocía Sebastian de ella, a estas alturas estaba en peligro su misión dentro de la casa rosa y la investigación de Sara Brown.

El juego empezaba a ponerse serio y ya tendría la oportunidad de investigar por su cuenta las intenciones de su ex esposo, por lo que optó por juguetear un poco más.

-Personalmente prefiero Monique, suena más sensual, pero tú puedes llamarme como prefieras, todo suena mejor cuando sale de tus labios-. Dijo Katherine sentándose lo más cerca posible de la luz para seguir apreciando los hermosos detalles del anillo.

-Tengo en mente algunas palabras que no creo que te resulten tan agradables-. El Sebastian que conocía jamás sería capaz de decir aquello, notaba que cada vez quedaba menos del hombre que alguna vez fue y ahora se enfrentaba a un gran enigma.

-Suenas muy tenso, no tengo ningún problema con darte unas lecciones de yoga, los jueves podría hacerte un espacio, ya sabes, por los viejos tiempos-. Katherine no hablaba en serio, llevar a Sebastian a territorio enemigo era una decisión demasiado osada y de muy alto riesgo para la misión.

-Descuida tengo otra manera de aliviar la tensión-. El tono serio que usó él para pronunciar aquellas palabras le daba a entender que él se encontraba tramando algo y eso no le agradó mucho.

-Ya veo, creo que confundiste mi número con el de la línea de llamadas eróticas, pero no me quejo estamos teniendo una linda charla-. Continuó Katherine mientras al mismo tiempo se colocaba el anillo en su dedo anular.

-Disfrutas evadir el tema pero pronto encontraré la manera de sacarte información-. Hablaba entre dientes por lo que pudo intuir que se encontraba enojado.

-No tienes porqué esforzarte tanto, lo único que debes saber sobre mí es que tengo 28 años, soy pelinegra natural y detesto cantar, pero no se lo cuentes a nadie me pagan muy bien por lo que hago-. Habló Katherine, había una parte en específico de lo que dijo que tenía un significado especial para ella y que despertaba recuerdos de su infancia que no había logrado borrar.

-Tus dotes actorales permiten disimular bastante bien, incluso lograste convencerme de tu amor por mí, que interpretación tan espectacular-. El dolor en sus palabras no pudo ser disimulado aún con todo el coraje que salía disparado de sus labios.

-Hay emociones que soy capaz de simular pero debo darte el crédito por haberme hecho sentir algo verdadero en mi vida-. Fue la única frase de toda la conversación que había salido de su corazón, era su forma de decirle que lo amaba y expresar sus sentimientos después de tantos años la hizo sentir aliviada.

Hubo un silencio sepulcral del otro lado del dispositivo, por primera vez lo había dejado sin palabras y casi prefirió que le gritara mentirosa una y otra vez que la indiferencia detrás de aquel frío silencio. El sonido de los zapatos de Leila alertaron de su presencia por la intensidad del eco podía concluir que se encontraba al final del pasillo por lo que tenía pocos segundos para dejar de hablar.

Se apresuró en pensar en algo y tomó una decisión imprudente de la que pronto se arrepentiría.-No te has equivocado en ninguno de tus puntos, soy una mala persona Sebastian, lo reconozco, pero existen monstruos mucho más aterradores de quienes debes cuidarte la espalda-.

Aquella era la última oportunidad que tenía para alertarlo del peligro que corría, esperaba que él fuese lo suficientemente suspicaz para entrever que los monstruos a los que se refería se encontraban en su propia familia, pero sabía que estaba siendo ingenua al creer que él sospecharía de la gente a la que amaba solo porque ella se lo decía.

-Katherine...-. Él no fue capaz de concluir la frase posiblemente estaba empezando a desgastarse emocionalmente y era perfectamente comprensible que sintiese furioso y traicionado al ver como todo lo que vivió era una vil mentira.

-Gracias por dejarme la sortija, es lo más cerca que estaremos de los viejos tiempos, ten una linda noche, querido-. Tras decir aquellas palabras no esperó su respuesta y colgó la llamada, no contaba con la suficiente energía para seguir y no podía seguir pretendiendo que la culpa de verlo sufrir no la afectaba.

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