AlmaDescendí las escaleras con paso firme, consciente de su presencia antes incluso de posar mis ojos en él. A pesar de la tensión palpable en el ambiente, mantuve mi mirada altiva, sin permitir que ninguna emoción traicionara mi semblante. Sentí su escrutinio mientras me observaba de arriba a abajo, y aunque intentaba mantenerme imperturbable, no podía ignorar la intensidad de su mirada, cargada de frialdad y resentimiento.No podía creer que una vez más nos encontráramos frente a frente. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, pero me odiaba por ello. Me esforcé por controlar mis emociones, por mantener la compostura ante su presencia, pero la tormenta de sentimientos en mi interior amenazaba con desbordarse en cualquier momento.— ¿Qué mierda haces en la casa de mi madre, desvergonzada? — Espetó Marko, visiblemente irritado.— Estoy viviendo aquí porque un desgraciado me echó de mi departamento, y ese desgraciado eres tú. ¿Acaso no te cansas de arruinarme la vida? — Expresé con
Marko.Odio admitirlo, pero me jodió. Me jodió demasiado ver a ese niño llorar de esa forma. Tuve que contenerme para no ceder a la tentación de seguirle la mentira y hacerle creer que yo soy su padre. Después de todo, él no tiene la culpa de la mujer que tiene por madre. De esa traidora.No puedo evitar pensar que él podría haber sido mi hijo. Tal vez por eso sentí esa extraña sensación en el pecho cuando lo vi. Tiene sus ojos, los malditos ojos de esa traidora de Alma.En este momento estamos en el sepelio de mi padre. Es una reunión corta con pocas personas, y me hierve la sangre ver a Alma en los brazos del miserable de Miguel. Ni siquiera ha sido capaz de mirarme ni una sola vez; la desdichada está actuando como si yo no existiera.Quisiera arrancarla de los brazos de ese hijo de puta, pero debo mantener las apariencias.Siento un nudo en la garganta mientras observo la escena frente a mí. Mi mente está llena de ira y resentimiento hacia Alma, pero sé que debo mantener la compost
Alma Aún me resulta difícil asimilar la realidad de que mi padre haya fallecido. Aunque nuestra relación fue terrible, y nunca realmente sentí que fuera un padre para mí, el peso de su ausencia me golpea con fuerza. El dolor que siento es abrumador, casi insoportable.En el sepelio, mientras veía su ataúd descendiendo lentamente hacia la tierra, sentí que mi alma se quebraba en pedazos. Las lágrimas brotaban de mis ojos sin control, mezclando el dolor con la confusión y la ira. A pesar de todas las veces que me lastimó, de todas las heridas emocionales que me infligió, no puedo evitar sentir un vacío en lo más profundo de mi ser. Quizás sea porque, a pesar de todo, siempre esperé en secreto que algún día pudiera redimirse, que pudiéramos encontrar alguna forma de reconciliación,que me amará como yo merecía, para curar las heridas que él mismo me causo cuando era una niña.Pero ahora, esa posibilidad se desvanece junto con su presencia física.Aunque él nunca fue el padre que necesita
Marko Romano.Me siento completamente molesto porque esa miserable no quiso venderme las acciones. En menos de dos días se presentó en la empresa y exigió una oficina. No la soporto y ahora la tengo en la empresa. Incluso ha traído al niño con ella.Me costaba entender cómo podía ser tan desagradable y obstinada podía tener la audacia de imponerse de esa manera. Y para empeorar las cosas, no solo tenía que tolerar su presencia, sino que también tenía que soportar a su niño y los gritos.Desde mi oficina, que quedaba cerca de la suya, podía escuchar los gritos de Gabriel resonando por los pasillos. Cada grito suyo era como un martillo.No había escapatoria; su voz penetraba en mis pensamientos. Intentaba concentrarme en el trabajo, pero no podía hacerlo.Ya estaba completamente molesto, así que decidí dirigirme a su oficina para expresarle mi frustración en persona. Sin embargo, cuando llegué, me di cuenta de que ella no estaba allí. En su lugar, encontré al pequeño Gabriel, sentado e
Alma Méndez.Me encuentro sumida en un torbellino de pensamientos desde que mi padre me legó parte de su legado en acciones. Nunca esperé tal responsabilidad, pero tampoco tengo intenciones de rechazarla. Estoy harta de ser la mujer buena y sumisa de siempre.Hoy, recibí una invitación de Miguel para asistir a una subasta benéfica de gran renombre, organizada por uno de sus cercanos amigos. Desde el momento en que acepté, mi mente se llenó de expectativas sobre lo que el evento tendría para ofrecer.Las modelos desfilarán elegantes vestidos mientras los empresarios los adquieren en una subasta, todo en beneficio de obras de caridad, me emocionó profundamente.Para la ocasión, elegí un deslumbrante vestido plateado con un escote pronunciado en V y la espalda al descubierto. Pía se encargó de mi maquillaje, resaltando mis ojos con una sombra azul y añadiendo un labial rojo vibrante. Opté por dejar mi cabello suelto y lacio, danzando con el viento.Miguel nos recogió en su camioneta, ya
Alma Aún no puedo creer lo que pasó en la subasta. No esperaba en lo más mínimo encontrarme con Marko. Mi corazón dio un vuelco y mi mente se llenó de confusión y sorpresa. ¿Qué hacía él aquí?Por supuesto, me enfurecí muchísimo con Miguel. Me sentí completamente utilizada por él. Sabía que Marko estaría aquí y no me dijo nada. Y para empeorar las cosas, se enzarzó en una pelea con él, provocando una escena vergonzosa que me dejó atónita y humillada frente a todos.Traté de mantener la compostura, pero mis emociones estaban en pleno caos. Me sentía traicionada y furiosa con Miguel, pero también confundida por la presencia inesperada de Marko y ese beso me había estremecido y lo odiaba por eso.Me encontraba absorta en mi trabajo en la oficina, revisando informes y respondiendo correos electrónicos, cuando de repente, fui interrumpida por la entrada de alguien. Al levantar la mirada, mi corazón dio un vuelco al reconocer a la persona parada frente a mí: Mauro Romano. El mismo Mauro q
AlmaMe desperté asustada cuando escuché a Gabriel toser y sentí que su frente estaba muy caliente. Al encender la luz, vi que tenía sangre en la nariz. Sin perder tiempo, llamé a Pía con un nudo en la garganta y le expliqué lo que pasaba. Juntas llevamos a Gabriel al auto y fuimos a la clínica más cercana.El viaje se sintió interminable, con la preocupación flotando en el aire. Cuando llegamos, la sala de espera estaba llena de gente, pero para mí, todo se reducía a Gabriel, pálido y débil, en mis brazos.El médico me explico que únicamente se debía al golpe de calor. Lo que me alivio.Mientras salíamos de la consulta, sentí cómo Gabriel soltaba mi mano y se acercaba a una niña que iba acompañada de Franchesca, la esposa de Alan Villaseñor el gobernador del partido de Marko. Observé con curiosidad cómo mi hijo se acercaba a la niña pequeña, mientras Franchesca sostenía a otra niña en sus brazos, a su hija Giada, quien lloraba inconsolablemente con un brazo enyesado.Gia es bonita , pe
No sé si es correcto lo que estoy haciendo. Nunca he sido una mujer que se deja llevar por los impulsos, pero Marko ya ha pasado todos los límites y alguien necesita ponerle un alto a ese infeliz.Reuní valor para visitar la mansión y enfrentar a Marko de una buena vez por todas. Ese miserable me escuchará, ya estoy completamente harta de sus amenazas y sus ataques.—No puede pasar — Espeta uno de los guardias de seguridad que custodia la mansión.—Tengo cita con Marko Romano y si no me permite el acceso tendrá serios problemas con él — Anuncio molesta.Observo detenidamente a la persona que se encuentra junto a los guardias de seguridad. Lleva puesto el uniforme típico de una ama de llaves, aunque noto que su cabello está más corto que la última vez que la vi. Sus ojos oscuros, intensos y penetrantes, son idénticos a los que recuerdo. No puedo evitar sentir una punzada de decepción al darme cuenta de que ahora está bajo los servicios de Patricia Montesinos. No me sorprende en lo más