El regreso de Mauro

Marko Romano.

Me siento completamente molesto porque esa miserable no quiso venderme las acciones. En menos de dos días se presentó en la empresa y exigió una oficina. No la soporto y ahora la tengo en la empresa. Incluso ha traído al niño con ella.

Me costaba entender cómo podía ser tan desagradable y obstinada podía tener la audacia de imponerse de esa manera. Y para empeorar las cosas, no solo tenía que tolerar su presencia, sino que también tenía que soportar a su niño y los gritos.

Desde mi oficina, que quedaba cerca de la suya, podía escuchar los gritos de Gabriel resonando por los pasillos. Cada grito suyo era como un martillo.

No había escapatoria; su voz penetraba en mis pensamientos. Intentaba concentrarme en el trabajo, pero no podía hacerlo.

Ya estaba completamente molesto, así que decidí dirigirme a su oficina para expresarle mi frustración en persona. Sin embargo, cuando llegué, me di cuenta de que ella no estaba allí.

En su lugar, encontré al pequeño Gabriel, sentado e
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