Charlotte. Charlotte miró su teléfono, su dedo flotaba sobre el número de Frederick. Lo pensó una y otra vez, pero el deseo de estar cerca de él fue más fuerte que sus dudas. Su corazón estaba atormentado por la culpa y la necesidad de reconciliarse, y sabía que el primer paso era admitir sus errores.El tono de la llamada comenzó a sonar, marcando el ritmo frenético de su corazón, que parecía a punto de romper su pecho.Al otro lado de la línea, Frederick estaba sumido en su mundo, mirando el teléfono que parpadeaba sobre su escritorio, mientras sus ojos seguían empañados de lágrimas. Sin siquiera mirar quién lo llamaba, rechazó la llamada, absorto en su propio caos. No tenía fuerzas para enfrentar nada.El sonido del buzón de voz golpeó a Charlotte como una bofetada, su cuerpo tembló y el teléfono se apretó contra su pecho en un impulso desesperado. Sin vacilar, marcó de nuevo, sabiendo que no podía dar marcha atrás.—¿Pero ¿quién diablos…? —Frederick levantó el teléfono, mirando e
NARRADORFrederick la abrazó con fuerza, sintiendo que, en el momento en que sus brazos se entrelazaron, algo dentro de él despertaba. Era como si le hubieran devuelto el aire, como si el pesado nudo que oprimía su pecho se deshiciera poco a poco. Ambos lloraron desconsolados, como si sus lágrimas fueran una mezcla de tristeza y felicidad, un torrente de emociones que se desbordaba sin control. Lo único que importaba en ese momento era estar juntos, sin importar nada más.—Gracias por querer hablar conmigo —Federick rompió el silencio, su voz quebrada.Charlotte se separó ligeramente de él, sus rostros quedaron tan cerca que casi podían sentir el suspiro del otro. Ella apretó los labios y negó con la cabeza, como si no pudiera encontrar las palabras adecuadas.—Gracias por buscarme —dijo con suavidad—. No sé qué decirte ahora mismo porque muchas cosas aún no están claras, pero quiero que sepas que esta vez estoy dispuesta.—¿Qué? —Frederick la miró, los ojos llenos de esperanza.—Sí,
NarradorFederick la besó con tal fuerza que Charlotte sintió como si le faltara el aire, pero a pesar de la intensidad, no dudó en corresponderle, inundándolo también con besos llenos de deseo. Las hormonas del embarazo la hacían vibrar internamente, una sensación eléctrica recorría su cuerpo, especialmente entre sus piernas, donde el placer comenzaba a intensificarse.—Federick, no tienes idea de cuánto te he echado de menos —susurró Charlotte, respirando con rapidez. Al escucharla, él, movido por un impulso, se deshizo de su camisa, y frente a él se revelaron sus senos, más grandes y sensibles por el embarazo. Sus pezones, duros y erguidos, llamaban la atención de Federick, despertando en él un deseo insaciable de explorar cada rincón de su cuerpo.Lo miró directamente a los ojos, luego sus labios se encontraron en un beso profundo y ferviente. Él descendió por su cuello, dejándose llevar por la pasión, y con una mano comenzó a desabotonar su sostén. Al liberarse, sus senos quedaro
NarradorCharlotte permanecía acurrucada sobre los brazos de Federick, mientras él, fascinado, deslizaba los dedos entre su cabello, formando suaves ondas como si quisiera grabar cada hebra en su memoria. El silencio entre ellos no necesitaba palabras, porque las caricias hablaban más fuerte que cualquier declaración. Su conexión, tras el éxtasis compartido, era tan íntima que el mundo exterior parecía inexistente.Pero Joanne no compartía esa calma. Frustrada por no encontrar una solución más sutil para cumplir con las órdenes de Dorian, decidió recurrir a medidas extremas. Observó la vieja alarma de incendios en el pasillo y, sin pensarlo dos veces, sacó el encendedor de su bolsillo. Encendió un fuego improvisado en una caneca de basura junto a la puerta de la habitación donde estaban Charlotte y Federick.Con el humo empezando a esparcirse, Joanne activó la alarma de incendios y salió corriendo hacia un lugar seguro. El grito ensordecedor de la sirena se propagó por el motel, desen
—No me quiero ir Charlotte, no puedo dejarte sola —Federick acarició su mano con delicadeza, sintiendo que cada segundo a su lado era valioso, y no quería perderlo.—Yo tampoco quiero que te vayas Federick, pero ya escuchaste a la enfermera, no permiten acompañantes.—No me importa, no me voy de tu lado, incluso si tengo que comprar medio hospital para quedarme contigo.—¡¿Tienes dinero?! ¿Y para comprar medio hospital? Wow cariño, qué bien lo tenías guardado.—¡No! Olvidé que no tengo, eres cruel Charlotte, pero me encanta cuando haces esos chistes. Sé que estás nerviosa, y me estremece saber que aún te pongo sensible. Dime, ¿realmente te gusto?—Mucho cariño, me fascinas Federick —Las mejillas de Charlotte se sonrojaron—. Pero debemos ir paso a paso. No sé en qué momento mis sentimientos me hagan tropezar de nuevo, y con todas las hormonas que tengo, se me hace difícil mantenerme tranquila.—Lo sé, lo entiendo completamente Charlotte, por eso quiero que, tan pronto como salgas del h
NarradorEsa noche, Frederick no se separó ni un momento de Charlotte. No fue hasta la mañana siguiente, cuando una notificación en su teléfono lo despertó, que se dio cuenta de que había dormido profundamente sobre la camilla de Charlotte.Era un mensaje de texto. "¡Federick, ¿dónde te metiste?! Demian ha preguntado por ti", le escribió Helen con urgencia. Durante esos días, estaban afinando los últimos detalles del negocio, y Frederick había olvidado avisar que no estaría disponible. Con un sobresalto, se levantó y se dirigió al baño. Allí, tomó su teléfono y marcó el número de Helen. —¿Federick Maclovin, estás bien? —preguntó Helen con voz preocupada. —Perdóname, Helen, han pasado tantas cosas que olvidé llamarte. Estoy cerca de Occidente, tuve que viajar hasta donde estaba Charlotte. Helen soltó un suspiro resignado. —Ya me imaginaba que ella tenía algo que ver, pero sabes bien la responsabilidad que llevas, Frederick. Necesitamos cerrar ese negocio. Son solo dos meses en lo
Narrador—¡Qué alegría, Federick! Finalmente hemos cerrado este trato, ¡Salud! —Helen levantó la copa y brindó con él.—Sí, la verdad es que estoy deseando regresar a casa con Charlotte. Solo faltan dos meses para el nacimiento de mis hijos, y estoy impaciente por estar allí cuando lleguen mis preciosos gemelos.Helen bajó la mirada, aunque había comenzado una nueva relación sentimental, aún sentía un vacío en su pecho.—Me alegra mucho que las cosas entre tú y Charlotte estén mejor, ¡al fin! ¿No? —dijo con un toque de sarcasmo.—Sí, después de tantos años separados y tantas dificultades, siento que por fin llegó la felicidad. ¿Y tú? ¿Cómo va todo con Dorian?Helen sonrió ligeramente.—A la perfección. No te voy a mentir, aprender a amar a alguien es todo un proceso, pero estoy entregada a la relación y él me hace muy feliz. Nos vamos a casar, como viste en la invitación formal. Dorian y yo seremos esposos.—Me alegra muchísimo, Helen, y lo vamos a celebrar. Pero hoy tengo que irme, m
Narrador—Me encanta que contigo pueda hacer el amor de tantas formas —dijo Federick, abrazando a Charlotte y besándola en la frente.Charlotte acarició la mejilla de Federick y suspiró, su voz cargada de emoción.—Mientras yo siga viva, siempre haré el amor contigo. Siempre quiero estar a tu lado, Federick, y ser complaciente en todos los sentidos.Federick se separó de su pecho y la miró con ternura, tomando sus manos.—No cariño, soy yo quien quiero complacerte en todo lo que desees. Eres mi amor, mi mujer, y nadie va a cambiar eso. ¿Me oyes?Charlotte sonrió, conmovida por sus palabras.—Gracias por tanto amor. Bueno, cariño, mi mamá debe estar por regresar. Le pedí que me comprara algunas cosas. Me extraña que la enfermera no esté. Voy a llamarle a su teléfono.—Claro, preciosa, no te preocupes. Aunque desde que estoy aquí, seré tu enfermero. Si ya no te sientes cómoda con ella, adelanta el pago de los meses que faltan, dale una indemnización y que se vaya. Yo cuidaré de ti.Char