NarradorFederick la besó con tal fuerza que Charlotte sintió como si le faltara el aire, pero a pesar de la intensidad, no dudó en corresponderle, inundándolo también con besos llenos de deseo. Las hormonas del embarazo la hacían vibrar internamente, una sensación eléctrica recorría su cuerpo, especialmente entre sus piernas, donde el placer comenzaba a intensificarse.—Federick, no tienes idea de cuánto te he echado de menos —susurró Charlotte, respirando con rapidez. Al escucharla, él, movido por un impulso, se deshizo de su camisa, y frente a él se revelaron sus senos, más grandes y sensibles por el embarazo. Sus pezones, duros y erguidos, llamaban la atención de Federick, despertando en él un deseo insaciable de explorar cada rincón de su cuerpo.Lo miró directamente a los ojos, luego sus labios se encontraron en un beso profundo y ferviente. Él descendió por su cuello, dejándose llevar por la pasión, y con una mano comenzó a desabotonar su sostén. Al liberarse, sus senos quedaro
NarradorCharlotte permanecía acurrucada sobre los brazos de Federick, mientras él, fascinado, deslizaba los dedos entre su cabello, formando suaves ondas como si quisiera grabar cada hebra en su memoria. El silencio entre ellos no necesitaba palabras, porque las caricias hablaban más fuerte que cualquier declaración. Su conexión, tras el éxtasis compartido, era tan íntima que el mundo exterior parecía inexistente.Pero Joanne no compartía esa calma. Frustrada por no encontrar una solución más sutil para cumplir con las órdenes de Dorian, decidió recurrir a medidas extremas. Observó la vieja alarma de incendios en el pasillo y, sin pensarlo dos veces, sacó el encendedor de su bolsillo. Encendió un fuego improvisado en una caneca de basura junto a la puerta de la habitación donde estaban Charlotte y Federick.Con el humo empezando a esparcirse, Joanne activó la alarma de incendios y salió corriendo hacia un lugar seguro. El grito ensordecedor de la sirena se propagó por el motel, desen
—No me quiero ir Charlotte, no puedo dejarte sola —Federick acarició su mano con delicadeza, sintiendo que cada segundo a su lado era valioso, y no quería perderlo.—Yo tampoco quiero que te vayas Federick, pero ya escuchaste a la enfermera, no permiten acompañantes.—No me importa, no me voy de tu lado, incluso si tengo que comprar medio hospital para quedarme contigo.—¡¿Tienes dinero?! ¿Y para comprar medio hospital? Wow cariño, qué bien lo tenías guardado.—¡No! Olvidé que no tengo, eres cruel Charlotte, pero me encanta cuando haces esos chistes. Sé que estás nerviosa, y me estremece saber que aún te pongo sensible. Dime, ¿realmente te gusto?—Mucho cariño, me fascinas Federick —Las mejillas de Charlotte se sonrojaron—. Pero debemos ir paso a paso. No sé en qué momento mis sentimientos me hagan tropezar de nuevo, y con todas las hormonas que tengo, se me hace difícil mantenerme tranquila.—Lo sé, lo entiendo completamente Charlotte, por eso quiero que, tan pronto como salgas del h
NarradorEsa noche, Frederick no se separó ni un momento de Charlotte. No fue hasta la mañana siguiente, cuando una notificación en su teléfono lo despertó, que se dio cuenta de que había dormido profundamente sobre la camilla de Charlotte.Era un mensaje de texto. "¡Federick, ¿dónde te metiste?! Demian ha preguntado por ti", le escribió Helen con urgencia. Durante esos días, estaban afinando los últimos detalles del negocio, y Frederick había olvidado avisar que no estaría disponible. Con un sobresalto, se levantó y se dirigió al baño. Allí, tomó su teléfono y marcó el número de Helen. —¿Federick Maclovin, estás bien? —preguntó Helen con voz preocupada. —Perdóname, Helen, han pasado tantas cosas que olvidé llamarte. Estoy cerca de Occidente, tuve que viajar hasta donde estaba Charlotte. Helen soltó un suspiro resignado. —Ya me imaginaba que ella tenía algo que ver, pero sabes bien la responsabilidad que llevas, Frederick. Necesitamos cerrar ese negocio. Son solo dos meses en lo
Narrador—¡Qué alegría, Federick! Finalmente hemos cerrado este trato, ¡Salud! —Helen levantó la copa y brindó con él.—Sí, la verdad es que estoy deseando regresar a casa con Charlotte. Solo faltan dos meses para el nacimiento de mis hijos, y estoy impaciente por estar allí cuando lleguen mis preciosos gemelos.Helen bajó la mirada, aunque había comenzado una nueva relación sentimental, aún sentía un vacío en su pecho.—Me alegra mucho que las cosas entre tú y Charlotte estén mejor, ¡al fin! ¿No? —dijo con un toque de sarcasmo.—Sí, después de tantos años separados y tantas dificultades, siento que por fin llegó la felicidad. ¿Y tú? ¿Cómo va todo con Dorian?Helen sonrió ligeramente.—A la perfección. No te voy a mentir, aprender a amar a alguien es todo un proceso, pero estoy entregada a la relación y él me hace muy feliz. Nos vamos a casar, como viste en la invitación formal. Dorian y yo seremos esposos.—Me alegra muchísimo, Helen, y lo vamos a celebrar. Pero hoy tengo que irme, m
Narrador—Me encanta que contigo pueda hacer el amor de tantas formas —dijo Federick, abrazando a Charlotte y besándola en la frente.Charlotte acarició la mejilla de Federick y suspiró, su voz cargada de emoción.—Mientras yo siga viva, siempre haré el amor contigo. Siempre quiero estar a tu lado, Federick, y ser complaciente en todos los sentidos.Federick se separó de su pecho y la miró con ternura, tomando sus manos.—No cariño, soy yo quien quiero complacerte en todo lo que desees. Eres mi amor, mi mujer, y nadie va a cambiar eso. ¿Me oyes?Charlotte sonrió, conmovida por sus palabras.—Gracias por tanto amor. Bueno, cariño, mi mamá debe estar por regresar. Le pedí que me comprara algunas cosas. Me extraña que la enfermera no esté. Voy a llamarle a su teléfono.—Claro, preciosa, no te preocupes. Aunque desde que estoy aquí, seré tu enfermero. Si ya no te sientes cómoda con ella, adelanta el pago de los meses que faltan, dale una indemnización y que se vaya. Yo cuidaré de ti.Char
Narrador. Joanne llegó al hospital, su corazón se sentía pesado y su mente llena de tormentos. Las lágrimas caían sin control mientras caminaba por el pasillo, el dolor la inundaba por completo, y no sabía cuánto más podría resistir. Al llegar a la entrada de la habitación de su hijo, vio a las cuatro personas a las que más amaba y por las que había arriesgado todo. Su madre, su padre, su pequeña hermana y su esposo estaban allí, derrotados por una tristeza que parecía devorarlos por dentro.El silencio en la habitación era abrumador. Cuando su esposo levantó la cabeza y la miró, el gesto de su rostro, una negación sutil pero devastadora, fue suficiente para que Joanne supiera que había llegado demasiado tarde. El esfuerzo por salvar a su hijo había sido en vano. El dolor de la pérdida la golpeó con una fuerza brutal, pero lo peor de todo fue darse cuenta de que, en su desesperación por actuar, había arrastrado a su familia al mismo abismo del que nunca podrían escapar.—¡Joanne! —Su
—Cariño, por favor, necesitas calmarte un poco. Estás muy nerviosa, y si sigues así, será más difícil que te puedan someter a la cesárea —dijo Federick, tomando la mano de Charlotte, que temblaba y palidecía a causa de los nervios ante lo que estaba por vivir.—¿Y si las cosas no salen bien? ¿Y si le pasa algo a alguno de nuestros hijos? ¡Federick, te juro que no lo resistiría! —Charlotte bajó la cabeza y dejó que una lágrima se deslizara por su mejilla.Federick levantó su rostro con ternura, sosteniéndole el mentón.—Todo va a salir bien, mi amor. Hemos sufrido demasiado, y estos hijos que están por llegar tienen el único propósito de sanar todo el dolor que hemos vivido. Créeme, ¡ten fe!—¡Ay, Federick! Dirás que soy un ave de mal agüero, pero de verdad tengo un mal presentimiento, como si algo estuviera por suceder, y no quiero que pase nada malo.Federick la abrazó con fuerza, acariciando su cabello mientras la mantenía cerca de su pecho. Aunque él también sentía una ligera preoc