Lisa
Me encontraba en la habitación de Akira, sujetando su mano y contemplándolo.—¿Escuchaste, mi amor? todo salió bien. Recupérate pronto, para que puedas estar con nosotros para poder compartir y crear nuevos recuerdos juntos. Muero por poder besarte, pero me conformo con tenerte así de cerquita.La puerta se abrió y Jefferson entró.—El doctor me dijo que todo salió bien. ¿Cómo está todo?—Esta todo bien. En cualquier momento debe despertar.—Debe descansar, ha estado mucho tiempo aquí y debe cuidarse por el bebé.—Estoy bien aquí, mientras esté a su lado.—Lo sé, eres una buena esposa, pero debes pensar en tu embarazo también. No ha descansado nada. Ese sillón debe ser muy incómodo paraColgué la llamada y puse el teléfono en la cama.Eso es imposible, yo mismo vi cuando le dispararon. ¿Cómo puede estar ese maldito vivo? Claro, por eso lisa se fue con Jefferson. Ahora todo me cuadra.—¿Por qué, lisa? ¿Por qué lo defiendes? ¿Por qué me lo ocultaste? ¿Por qué me mentiste? ¡Ese Maldito debe morirse! No voy a dejar que se interponga entre nosotros otra vez. Tengo que salir de aquí antes de que lleguen a buscarte. Seguiremos después, lisa. Te juro que serás libre de ese hombre, así sea lo último que haga— salí de la habitación.Lisa—Srta. Lisa, despierte— escuché la voz de la empleada.—¿Qué sucede? —mi cabeza daba muchas vueltas y me sentía muy cansada.—Señorita
Jefferson—¿Cómo se siente, señora?—Bien, ¿cómo salió Akira de todo? —preguntó la madre de lisa.—Todo bien. Ya ha despertado. Su hija está con él en este momento.—Como me alegra esa noticia. Valió la pena.—Gracias por lo que hizo por mi hijo.—Lo hice con mucho amor. Quiero que ambos sean felices. Aún están jóvenes y pueden tener una vida normal.—Ahora serán una familia. Estoy seguro de que van a poder sobrepasar todo esto juntos.—Gracias por su amabilidad y por hacer tanto por mi hija y por mí; en especial por su silencio.—No hay de qué. Estaré visitándola cada vez, espero no se moleste. No la dejaré aquí. La llevaré a mi casa, allá
Lisa—No seas terco, debes quedarte acostado. No puedes caminar más de la cuenta. Te puedes lastimar.—Necesito recuperarme ya.—Eso te va a empeorar. Déjate cuidar, Akira.—Te estás esforzando mucho y no tienes que hacerlo por mí.—¿Acaso no fue lo que juramos? Me gusta poder cuidar de ti. Quiero seguirlo haciendo. Deja de ser tan orgulloso.—Lo siento, es solo que estás embarazada y no quiero que te esfuerces demasiado por mí.—Permíteme estar a tu lado y poder cuidarte, o es que, ¿acaso quieres que una enfermera sea la que te atienda?—¿Tal parece que mi corderito está celosa? Si ese es tu miedo, te digo que no es así; aunque pensándolo bien, deberías de verte muy bien vestida de enfermera.—Tal par
Akira—Akira, ¿Qué fue lo que pasó? — preguntó Jefferson.—Keita tiene a Lisa.—Maldición, te lo dije. Ese pendejo no me gustaba para nada.—Vamos a buscarla.—Mira tú estado, tú no puedes salir de aquí.—Mi estado me importa una mierda. Mi mujer y mi hijo están en peligro, así que sácame de aquí y vamos por ese cabrón.—No puedo permitirlo.—Entonces me iré yo solo, pero ni tu ni nadie me lo va a impedir.—Tu herida se puede abrir.—No me importa. La vida de mi mujer está en juego y es más importante que está simple herida— caminé a la puerta.—Eres un imbécil, Akira. Yo te ayudaré, no me queda de otra.
Regresamos al hospital y lo llevé a su habitación.—Akira, ¿Cómo te descuidas de esta manera? ¿Quieres que se te abra y se te infecte la herida? — preguntó el doctor en un tono molesto.—No es para tanto, además no volverá a pasar.—Lo siento, fue mi culpa, doctor. Me voy a asegurar de que no se vuelva a desarreglar— bajé la cabeza.—Esta vez tuviste suerte, pero no siempre la tendrás. Debes descansar y no vuelvas a levantarte de esa manera y a salir de la clínica como si nada. Es por tu bien. Por otro lado, tuve que calmar las aguas por aquí con lo que sucedió. Tengan más cuidado y no me traigan más problemas en la clínica — dijo el doctor antes de salir de la habitación.—Amargado de mierda— soltó Akira.—Lo siento, fue m
Me arranqué el suero y me levanté de la camilla.—No puedes hacer eso, no estás en condiciones.—A mi tú no me digas lo que tengo o no que hacer, Jefferson.—No te puedo dejar salir de aquí y menos en ese estado.—No te atrevas a meterte en mi camino.—No te atrevas a salir de aquí. Como tu amigo te pido que te calmes.—Como mi amigo te pido que te salgas de mi maldito camino, si no quieres que te lleve por delante.—No te dejaré ir, Akira. ¿Piensas dejar a lisa aquí?—O te mueves y me llevas a donde está Keita, o se me va a olvidar el lazo que tienes conmigo.—Eres terco, Akira. Tu terquedad te va a llevar a la tumba.—Luego que mate a ese hijo de puta, que me lleve el mismo diablo si quiere. Ahora llévame a donde Keita
—¿Por qué no lo cortamos en rebanadas? No tardaría mucho de igual manera— reí y acerqué la cuchilla, cortando lentamente pedazo por pedazo —. Debe sentirse muy bien para que hagas esa expresión, Keita. ¿Cómo algo como esto pudo soñar en grande? — corté otro pedazo de sus genitales.Lágrimas bajaban por sus mejillas y continuaba retorciéndose en la silla.—Mataría a cualquier hijo de puta que tenga pensamientos con mi mujer, y más si la tocan— terminé de cortar el último pedazo —. Aquí pondré un torniquete porque aún no te me puedes morir. Debes experimentar los peores dolores y sufrimientos que nadie jamás ha tenido. Te arrepentirás de traicionarme y de haber abusado de mi mujer— ajusté el torniquete—. Jefferson, llévalo a esa mesa.
LisaAl ver llegar a Akira, me pude sentir un poco tranquila.—No vuelvas a hacer esto, por favor.—Estoy bien, no te preocupes, corderito— me besó antes de que pudiera investigarlo.—Akira, ¿ya llegaste de tu paseo? —preguntó el doctor.—Sí, ¿Por qué no me hace un chequeo, doctor? — preguntó sarcásticamente.—Eres un imprudente, Akira. Si sigues con estas cosas, no podré seguir vigilando tu salud—Akira ignoró su comentario y me haló del brazo a la habitación.—Akira, estás sangrando. ¿Te lastimaste la herida? Tenemos que quitarte esta ropa— lo llevé al baño.—¿Por qué no nos bañamos juntos? — preguntó.—¿Vas a seguir con es