Jefferson
—¿Cómo se siente, señora?—Bien, ¿cómo salió Akira de todo? —preguntó la madre de lisa.—Todo bien. Ya ha despertado. Su hija está con él en este momento.—Como me alegra esa noticia. Valió la pena.—Gracias por lo que hizo por mi hijo.—Lo hice con mucho amor. Quiero que ambos sean felices. Aún están jóvenes y pueden tener una vida normal.—Ahora serán una familia. Estoy seguro de que van a poder sobrepasar todo esto juntos.—Gracias por su amabilidad y por hacer tanto por mi hija y por mí; en especial por su silencio.—No hay de qué. Estaré visitándola cada vez, espero no se moleste. No la dejaré aquí. La llevaré a mi casa, alláLisa—No seas terco, debes quedarte acostado. No puedes caminar más de la cuenta. Te puedes lastimar.—Necesito recuperarme ya.—Eso te va a empeorar. Déjate cuidar, Akira.—Te estás esforzando mucho y no tienes que hacerlo por mí.—¿Acaso no fue lo que juramos? Me gusta poder cuidar de ti. Quiero seguirlo haciendo. Deja de ser tan orgulloso.—Lo siento, es solo que estás embarazada y no quiero que te esfuerces demasiado por mí.—Permíteme estar a tu lado y poder cuidarte, o es que, ¿acaso quieres que una enfermera sea la que te atienda?—¿Tal parece que mi corderito está celosa? Si ese es tu miedo, te digo que no es así; aunque pensándolo bien, deberías de verte muy bien vestida de enfermera.—Tal par
Akira—Akira, ¿Qué fue lo que pasó? — preguntó Jefferson.—Keita tiene a Lisa.—Maldición, te lo dije. Ese pendejo no me gustaba para nada.—Vamos a buscarla.—Mira tú estado, tú no puedes salir de aquí.—Mi estado me importa una mierda. Mi mujer y mi hijo están en peligro, así que sácame de aquí y vamos por ese cabrón.—No puedo permitirlo.—Entonces me iré yo solo, pero ni tu ni nadie me lo va a impedir.—Tu herida se puede abrir.—No me importa. La vida de mi mujer está en juego y es más importante que está simple herida— caminé a la puerta.—Eres un imbécil, Akira. Yo te ayudaré, no me queda de otra.
Regresamos al hospital y lo llevé a su habitación.—Akira, ¿Cómo te descuidas de esta manera? ¿Quieres que se te abra y se te infecte la herida? — preguntó el doctor en un tono molesto.—No es para tanto, además no volverá a pasar.—Lo siento, fue mi culpa, doctor. Me voy a asegurar de que no se vuelva a desarreglar— bajé la cabeza.—Esta vez tuviste suerte, pero no siempre la tendrás. Debes descansar y no vuelvas a levantarte de esa manera y a salir de la clínica como si nada. Es por tu bien. Por otro lado, tuve que calmar las aguas por aquí con lo que sucedió. Tengan más cuidado y no me traigan más problemas en la clínica — dijo el doctor antes de salir de la habitación.—Amargado de mierda— soltó Akira.—Lo siento, fue m
Me arranqué el suero y me levanté de la camilla.—No puedes hacer eso, no estás en condiciones.—A mi tú no me digas lo que tengo o no que hacer, Jefferson.—No te puedo dejar salir de aquí y menos en ese estado.—No te atrevas a meterte en mi camino.—No te atrevas a salir de aquí. Como tu amigo te pido que te calmes.—Como mi amigo te pido que te salgas de mi maldito camino, si no quieres que te lleve por delante.—No te dejaré ir, Akira. ¿Piensas dejar a lisa aquí?—O te mueves y me llevas a donde está Keita, o se me va a olvidar el lazo que tienes conmigo.—Eres terco, Akira. Tu terquedad te va a llevar a la tumba.—Luego que mate a ese hijo de puta, que me lleve el mismo diablo si quiere. Ahora llévame a donde Keita
—¿Por qué no lo cortamos en rebanadas? No tardaría mucho de igual manera— reí y acerqué la cuchilla, cortando lentamente pedazo por pedazo —. Debe sentirse muy bien para que hagas esa expresión, Keita. ¿Cómo algo como esto pudo soñar en grande? — corté otro pedazo de sus genitales.Lágrimas bajaban por sus mejillas y continuaba retorciéndose en la silla.—Mataría a cualquier hijo de puta que tenga pensamientos con mi mujer, y más si la tocan— terminé de cortar el último pedazo —. Aquí pondré un torniquete porque aún no te me puedes morir. Debes experimentar los peores dolores y sufrimientos que nadie jamás ha tenido. Te arrepentirás de traicionarme y de haber abusado de mi mujer— ajusté el torniquete—. Jefferson, llévalo a esa mesa.
LisaAl ver llegar a Akira, me pude sentir un poco tranquila.—No vuelvas a hacer esto, por favor.—Estoy bien, no te preocupes, corderito— me besó antes de que pudiera investigarlo.—Akira, ¿ya llegaste de tu paseo? —preguntó el doctor.—Sí, ¿Por qué no me hace un chequeo, doctor? — preguntó sarcásticamente.—Eres un imprudente, Akira. Si sigues con estas cosas, no podré seguir vigilando tu salud—Akira ignoró su comentario y me haló del brazo a la habitación.—Akira, estás sangrando. ¿Te lastimaste la herida? Tenemos que quitarte esta ropa— lo llevé al baño.—¿Por qué no nos bañamos juntos? — preguntó.—¿Vas a seguir con es
Pasó un mes y medio para que a Akira le dieran de alta en la clínica. Su terquedad y su actitud de niño malcriado, provocó que el doctor no quisiera seguir su recuperación de cerca. Cuando dice ser así, no hay quien le quite su mal humor.Akira compró una casa nueva y mandó a Jefferson a vender todas las que tenía, ya que no podíamos volver a allá. Ha estado queriendo desarreglarse en todos los sentidos. He tenido que estar luchando para que controle sus hormonas, ya que desde ese día que estuvimos haciendo eso en el baño, ha estado queriendo más.Se le ha ocurrido la estúpida idea de volver a su negocio, aún sin estar completamente recuperado. Es muy terco. Me ha pedido que sea su asistente en esta nueva empresa, aunque no quiere que tenga contacto directo con ninguno de sus empleados. Desde que pasó el suceso de Keita, no ha querido que n
Por todo el camino Akira ha estado serio, sin dirigirme ni una sola palabra. No veo el momento de llegar a la casa y poder huir de su lado. No sé qué pueda estar tramando y me preocupa lo que intente hacer ahora. El tiempo parecía eterno, mientras que miraba a través de la ventana esperando ver la casa. Al llegar, abrí la puerta del auto y caminé rápidamente a la habitación y me encerré, esperando que Akira no entrara a la habitación, por lo menos no mientras se le pasa su mal humor. Es muy impulsivo y no sé lo que pretenda hacer cuando me vea. Escuché que forzaron la puerta y ese sonido me dio escalofrío.—Akira, será mejor que hablemos el tema mañana, no creo que estés en condiciones de discutir sobre eso hoy. Ve a dormir, me quedaré en esta habitación—le dije a través de la puerta, pero la puerta la abrió.