Luego de llegar a la suite y de darme un baño, me tiré en la cama. Me sentía muy agotada, ha sido un día largo. Será mejor que me acueste a dormir.
Mi teléfono sonó en la madrugada. ¿Quién podrá ser a estar hora? Era el teléfono que me dio el chófer. Debe ser Akira. ¿Qué es lo que quiere ahora?
—¿Bueno?
—¿Me extrañaste, corderito?
—¿Por qué mandas a tu chófer a darme otro teléfono? ¿No te arriesgas demasiado así? — pregunté directamente, evitando su estúpida pregunta.
—Tengo mis razones. No es algo de lo que debas quejarte; mientras sigas las órdenes y hagas todo de acuerdo con el plan, nada tiene que salir mal. ¿Acaso dudas de tus habilidades? —era evidente su sarcasmo. ¡Es un maldito idiota!
—No, no es as&i
Tengo que buscar a Aomi. Necesito el tiempo justo para poder llamar la atención de Kanji y que escuche nuestra conversación. Si no funciona ese plan, no sé qué podría hacer.—Al fin te encuentro, Aomi. Vayamos mañana —dije en voz alta en pleno pasillo.—¿De verdad irás conmigo? —se veía muy emocionada.—Sí, iré.—¿A dónde van chicas? Veo que ya son buenas amigas —dijo Kanji, acompañado por dos chicos.—Vamos a la biblioteca mañana. ¿Quieres ir? — le preguntó Aomi.—Mañana no tengo nada que hacer, así que nos podemos encontrar en la biblioteca, aunque no soy muy amante de los libros — rio.—Mañana en la biblioteca a las 3, ¿les parece? — preguntó Aomi.—Perfecto, pero no me dejen esperando&mdash
La trajeron a una clínica privada y la atendieron con urgencia.—¿Cómo se encuentra Aomi?—Ella está estable, la estarán vigilando por unos días. Se pondrá bien.—¿Cómo pudo pasar esto? — no podía contener mis lágrimas.—Fue por mi culpa que Aomi está así.—¿Por qué piensas eso?—Los que mataron a mi padre están detrás de mí, no es la primera vez que intentan atentar contra mi vida. Las vieron a ustedes conmigo, por lo que será mejor que se queden en mi casa. Me preocupa que reconozcan tu rostro y te hagan algo— lucía genuinamente preocupado.—Yo no puedo hacer eso. Yo tengo que volver a mi casa, pero será mejor que cuides de Aomi. Ella es quien necesita tu ayuda ahora.—Si me hubiera alejado desde un principio como trat&eac
Golpeó la puerta fuertemente y salí corriendo a la ventana dispuesta a todo, pero en el instante que corrí a la ventana para forzar la cerradura, se escuchó la puerta abrirse. Logré abrir la ventana e intenté lanzarme, pero me haló por el pelo.—¿A dónde crees que vas, corderito? — me haló del pelo hasta llevarme a la cama—. Eres una insolente— tiró el arma a un lado y me agarró las dos manos.—¡Suéltame! ¡Quita tus asquerosas manos de encima de mí! — forcejeaba con todas mis fuerzas.—Eres una perra; supongo que ya te sientes atraída por él y por eso estás así. No dejaré que estés con nadie más, así me toque amarrarte y encerrarte. Tú me perteneces. ¿Me escuchas? — desgarró mi blusa de un tirón—. Tu cuerpo, tu alma y
¿Cómo pude despertar en sus brazos? Algo anda mal en mi cabeza.Salí de la cama antes de que pudiera darse cuenta. Soy de lo peor. Soy un monstruo. El arma aún estaba en el suelo. Debería tomarla antes de que despierte.—¿Está despierto, Sr. Akira? — le llamé para saber si estaba despierto, pero tal parecía que no.En ese preciso momento que me acerqué, escuché el sonido de la cama y quedé paralizada. Pensé que se había dado cuenta de que intenté tomar el arma, pero tal parecía que no. Mi corazón estaba agitado.—Que ruidosa—suspiró.—Ya me voy—me giré en dirección al baño, pero él me agarró el brazo, haciendo que mi cuerpo quedara sentado encima de él.—No seas ruidosa. Quédate así por un momento—sus ojos aú
¿Cómo pude hacer esto? Aomi y Kanji están en un momento difícil; y yo aquí con el culpable de todas sus desgracias. Me sentía la peor persona del mundo. Ese maldito ha hecho lo que ha querido conmigo. Estoy al mismo nivel que ese demonio que tanto odio.No he podido hacer nada, ni siquiera por mi madre. Soy la peor hija, amiga y persona que existe. Si tan solo pudiera tener la vida que tenía antes. Caí en manos de un monstruo sin corazón y, tener que seguir sus malditas órdenes, me molesta. No tengo ni siquiera la fuerza para evitar que me toque. Realmente soy una buena para nada.—Srta. Lisa, su desayuno ya está listo—me avisó la empleada.—¿Dónde estuviste todo este tiempo?—El Sr. Akira me ordenó retirarme.Claro, olvidaba que todos tienen que hacer lo que ese maldito diga.Cada día que paso en este lugar
—¿Alguna novedad? — preguntó el chófer.—Carter no asistió a la universidad hoy, era más que obvio que no lo haría.—¿Y su amiga?—¿Amiga?—Siempre que sale de la universidad viene con una chica de anteojos, ¿no es así?—Oh, ¿te referías a ella? Ella tuvo que quedarse en una actividad de su club —dije lo primero que se me cruzó por la mente.Sería un error decirle que faltó el mismo día que Kanji. Sería demasiado sospechoso. No quiero que la impliquen en esta situación, y menos que sepan que está herida.Han pasado tres días desde la última vez que vi a Kanji y no sé a presentado a la universidad. Será un problema para mí si no se presenta. El Sr. Akira es muy impaciente y me costará la vida si no ve progreso.<
Me sentía muy sola sin Aomi ni Kanji. Era con las únicas personas que podía contar sinceramente. Kanji no ha aparecido desde ese día, ni siquiera pude decirle que me tuve que ir de la fiesta.Por otra parte, Akira está muy raro últimamente. No me dice lo que tengo que hacer y, tampoco hemos hablado.—¡Kyomi! — gritó una voz conocida a lo lejos.Al girarme, vi a Aomi y la abracé fuertemente.—¿Estás bien?—Ya estoy bien, no te preocupes.—No esperé verte por aquí. ¿Realmente te sientes bien? Kanji dijo que estabas en una clínica. Pensé que aún estabas mal.—Ya estoy mejor, por eso regresé a la escuela.—No sabes cómo me alegra escuchar eso. Te echaba mucho de menos—Y yo a ti. Escuché
—No has dirigido ni una sola palabra por todo el camino— soltó Akira indiferente.—¿Qué quiere que le diga? — respondí cortante.—Primero que todo, quiero saber qué te dijo esa zorra.¿Cómo puedo decirle todo? No creo que le guste la idea de saber todo lo que Aomi me dijo. ¿Por qué tiene que preguntar esto ahora?—¿Vas a guardar silencio? —se acercó y sujetó mi mentón, haciéndome mirarlo.Mis manos temblaban al tenerlo tan cerca.—Ni siquiera me has mirado desde que salimos, ¿Será que mi corderito me odia?—¿Cómo pudo hacerle eso? Ella lo amaba.—No es mi problema. Ella mismo firmó su sentencia de muerte, en el momento que pensó traicionarme, pero no es algo que deba discutir contigo.