Me divertí todo lo que pude con ella; al final de cuentas, debo matarla según averigüe sobre lisa. Me levanté del suelo para subirme el pantalón.
—¡Eres un ser despreciable! — gritó en lágrimas.—Creo que he sido muy bueno contigo. ¿Ahora qué? ¿Vas a decir que no te gustó?—Eres lo peor, Keita— lágrimas bajaban por sus mejillas.—Eres muy aburrida, niña. Ni siquiera me excitas como ella.—¿De quién mierda hablas, maldito enfermo?—De lisa, por supuesto.—Acaso tú… ¿Le hiciste esto a lisa también? ¡Eres un enfermo!—No creo que me agrade escuchar algo así de una estúpida que se dejó violar tantas veces de su padrastro. Creo que le has tomado el gusto a esto, &iqJeffersonA la mañana siguiente acompañé a la madre de lisa a la preparación de la cirugía.—Por favor, no permita que mi hija sepa que estoy aquí.—No se preocupe, señora, no lo haré. Estaré al pendiente de ella y de usted. Espero todo salga bien. Gracias por lo que está haciendo.—Gracias a usted. Ha sido una bendición para ellos.Lisa—Llegó el momento más esperado, mi amor. Por favor, sé fuerte. No veo la hora de que despiertes. Quiero escucharte, aunque sea para que digas cosas vergonzosas. Solo espero que todo salga bien. Te estaremos esperando con ansias. Te amo, mi amor — besé su frente y le sujeté la mano—. Doctor, ¿cuánto va a tardar esa cirugía? —pregunté.—Todo de
JeffersonMe presenté al lugar donde me citaron.—Mr. Jefferson, será mejor que entremos primero. No hay indicios de que haya ningún auto por aquí. Me da muy mala espina esto, señor.—Vayan ustedes y no maten a nadie.—Como ordene, señor.Minutos después, uno de mis hombres regresó. Todo se veía en calma.—Encontramos a los rehenes, señor. Hay un muerto y uno herido. ¿Qué hacemos?—¿Buscaron en todo el lugar?—Sí, señor.Entré al edificio y vi a un hombre amarrado, supuse que era el chófer de Akira.—Desátalo. Tú debes de ser el chófer de Akira, ¿No es así?—¿Quiénes son ustedes? ¿Me van a matar? — lu
LisaMe encontraba en la habitación de Akira, sujetando su mano y contemplándolo.—¿Escuchaste, mi amor? todo salió bien. Recupérate pronto, para que puedas estar con nosotros para poder compartir y crear nuevos recuerdos juntos. Muero por poder besarte, pero me conformo con tenerte así de cerquita.La puerta se abrió y Jefferson entró.—El doctor me dijo que todo salió bien. ¿Cómo está todo?—Esta todo bien. En cualquier momento debe despertar.—Debe descansar, ha estado mucho tiempo aquí y debe cuidarse por el bebé.—Estoy bien aquí, mientras esté a su lado.—Lo sé, eres una buena esposa, pero debes pensar en tu embarazo también. No ha descansado nada. Ese sillón debe ser muy incómodo para
Colgué la llamada y puse el teléfono en la cama.Eso es imposible, yo mismo vi cuando le dispararon. ¿Cómo puede estar ese maldito vivo? Claro, por eso lisa se fue con Jefferson. Ahora todo me cuadra.—¿Por qué, lisa? ¿Por qué lo defiendes? ¿Por qué me lo ocultaste? ¿Por qué me mentiste? ¡Ese Maldito debe morirse! No voy a dejar que se interponga entre nosotros otra vez. Tengo que salir de aquí antes de que lleguen a buscarte. Seguiremos después, lisa. Te juro que serás libre de ese hombre, así sea lo último que haga— salí de la habitación.Lisa—Srta. Lisa, despierte— escuché la voz de la empleada.—¿Qué sucede? —mi cabeza daba muchas vueltas y me sentía muy cansada.—Señorita
Jefferson—¿Cómo se siente, señora?—Bien, ¿cómo salió Akira de todo? —preguntó la madre de lisa.—Todo bien. Ya ha despertado. Su hija está con él en este momento.—Como me alegra esa noticia. Valió la pena.—Gracias por lo que hizo por mi hijo.—Lo hice con mucho amor. Quiero que ambos sean felices. Aún están jóvenes y pueden tener una vida normal.—Ahora serán una familia. Estoy seguro de que van a poder sobrepasar todo esto juntos.—Gracias por su amabilidad y por hacer tanto por mi hija y por mí; en especial por su silencio.—No hay de qué. Estaré visitándola cada vez, espero no se moleste. No la dejaré aquí. La llevaré a mi casa, allá
Lisa—No seas terco, debes quedarte acostado. No puedes caminar más de la cuenta. Te puedes lastimar.—Necesito recuperarme ya.—Eso te va a empeorar. Déjate cuidar, Akira.—Te estás esforzando mucho y no tienes que hacerlo por mí.—¿Acaso no fue lo que juramos? Me gusta poder cuidar de ti. Quiero seguirlo haciendo. Deja de ser tan orgulloso.—Lo siento, es solo que estás embarazada y no quiero que te esfuerces demasiado por mí.—Permíteme estar a tu lado y poder cuidarte, o es que, ¿acaso quieres que una enfermera sea la que te atienda?—¿Tal parece que mi corderito está celosa? Si ese es tu miedo, te digo que no es así; aunque pensándolo bien, deberías de verte muy bien vestida de enfermera.—Tal par
Akira—Akira, ¿Qué fue lo que pasó? — preguntó Jefferson.—Keita tiene a Lisa.—Maldición, te lo dije. Ese pendejo no me gustaba para nada.—Vamos a buscarla.—Mira tú estado, tú no puedes salir de aquí.—Mi estado me importa una mierda. Mi mujer y mi hijo están en peligro, así que sácame de aquí y vamos por ese cabrón.—No puedo permitirlo.—Entonces me iré yo solo, pero ni tu ni nadie me lo va a impedir.—Tu herida se puede abrir.—No me importa. La vida de mi mujer está en juego y es más importante que está simple herida— caminé a la puerta.—Eres un imbécil, Akira. Yo te ayudaré, no me queda de otra.
Regresamos al hospital y lo llevé a su habitación.—Akira, ¿Cómo te descuidas de esta manera? ¿Quieres que se te abra y se te infecte la herida? — preguntó el doctor en un tono molesto.—No es para tanto, además no volverá a pasar.—Lo siento, fue mi culpa, doctor. Me voy a asegurar de que no se vuelva a desarreglar— bajé la cabeza.—Esta vez tuviste suerte, pero no siempre la tendrás. Debes descansar y no vuelvas a levantarte de esa manera y a salir de la clínica como si nada. Es por tu bien. Por otro lado, tuve que calmar las aguas por aquí con lo que sucedió. Tengan más cuidado y no me traigan más problemas en la clínica — dijo el doctor antes de salir de la habitación.—Amargado de mierda— soltó Akira.—Lo siento, fue m