2 Su verdadero ser.

La novia llegó a la iglesia, mientras los violines echaban a andar su preciosa y romántica melodía nupcial, Mariana se quedó parada en la entrada. Los invitados estaban de pie expectantes queriendo ver a la hermosa joven dirigiéndose al altar. La iglesia estaba extravagantemente adornada con flores de distintas especies color blanco. 

Nadie podría imaginar el infierno que Mariana estaba experimentando en secreto; no solo por ese embarazo ni por lo sucedido con José Ignacio en la cabaña; la verdad era que había tenido con Alejandro un tormentoso noviazgo, caracterizado por el maltrato, celopatía y hasta golpes que le infringió en distintas ocasiones. Él tenía el control sobre ella y había mermado casi en su totalidad su fuerza de voluntad y su capacidad de tomar decisiones.

A pesar de todo, y con su disminuida fuerza de voluntad, ella decidió dejarlo meses atrás y se marchó por unos días a una cabaña a esconderse de Alejandro mientras él aceptaba el rompimiento.

En esos días él insistió a los padres de Mariana para que le dijeran en dónde se encontraba. Ellos desconocían la verdadera personalidad de Alejandro y no tenían idea de los maltratos a los que había sometido a su hija, él fue a su casa y les dijo:

—Mariana está enojada conmigo, pero ustedes saben que ella y yo nos amamos, y si no la encuentro ¿cómo se supone que nos vamos a reconciliar? —Renato le dijo:

—Mi esposa y yo no sabemos en dónde está, créeme hijo, si lo supiéramos no dudaríamos en decírtelo, sabes que te queremos, eres como un hijo para nosotros. —Alejandro consternado metió los dedos de las manos entre el cabello.

—Se supone que nos casaremos este año, ella no puede tomar una decisión de marcharse y dejarlo todo tirado así de esta manera.

Maru al igual que los padres de Mariana pensaba que Alejandro era un bien hombre, solo sabía de él que era celoso y que acosaba a su amiga llamándola a cada rato por teléfono y la interrogaba más de la cuenta acerca de las cosas que había hecho durante el día; fuera de ello ignoraba que la golpeaba, aunque sí sabía que la había amenazado con un revólver, y desde esa vez Mariana le había cogido mucho miedo.

Maru conocía el paradero de Mariana, y estaban en comunicación. Alejandro intentó que ella le dijera dónde se encontraba y fue a su oficina esperanzado en obtener su dirección.

—No sé dónde está Mariana.

—Por supuesto que lo sabes, eres su mejor amiga.

—No lo sé, pero de una vez te digo, deberías respetar su decisión, si ella no desea verte déjala en paz, espere a que se le quite la rabia que tiene en tu contra y decida por ella misma si va a volver contigo o no. —Alejandro la miró con reproche y enderezó los hombros.

—¿Me dices que debo respetar su decisión? ¿Acaso piensas que debo quedarme de brazos cruzados? ¿Debo esperar que aparezca dentro de diez años casada con otro hombre?

—No exageres, solo intento decir que debes calmarte y dejar que a ella se le pase el enojo; Mariana no va a aparecer con otro hombre.

Como no tuvo éxito intentando que Maru o los padres de Mariana le dijeran dónde se encontraba, decidió contratar una agencia de detectives, y mandó a seguirlos. Tres días después recibió una llamada.

«Ya sabemos dónde se encuentra su prometida»

Mariana se estaba hospedando en una cabaña cerca de la playa, Alejandro no dudó por un instante, y fue por ella, no tenía intención de reconquistala, sino de obligarla a regresar con él.

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