Ensenada, Baja California.
Anastasia la hermana de Amanda, salió del tribunal de lo familiar, leía la oposición interpuesta por Daniel, observaba el informe que había emitido la psicóloga de su sobrina, además del informe de la trabajadora social. Todo se ponía en contra de ellas.
—Eres una estúpida, Amanda, ¿de qué manera podrías acercarte a tu hija si todo está en tu contra? Tú misma cavaste tu tumba y la nuestra, al haberte echado de enemigo a un hombre tan poderoso como tu ex marido. —Bramó.
Caminaba molesta hacia su auto, cuando chocó golpeándose con uno de sus hombros con el abogado. Lo miró rabiosa.
Daniel la observó sin poder evitar sentir un escalofrío al tenerla tan cerca. Ya que era una mujer hermosa, con clase y refinada, pero estaba seguro que al igual que Amanda, tenía el corazón podrido. Bastaba con mirar su angelical rostro, con esos profundos ojos Azule
Te invito a dejar una reseña en la historia y cuando puedas dar me gusta lo hagas, eso me ayuda como escritora. Si no conoces Amar una vez más. Te invito a que le des una oportunidad, historia con temas sociales y resiliencia, escrita con mucho respeto.
Álvaro abrió los ojos de par en par sorprendido, al igual que los demás ante la llamada de esa mujer. Amanda: Pau, hija, respóndeme por favor—la voz angustiada de la mujer al otro lado de la línea era escuchada por los presentes. Álvaro y Alondra se miraron por unos segundos, hasta que la joven salió corriendo tras Paula María, mientras él, respondía a la llamada. Álvaro: ¿Qué demonios quieres? —tomó el teléfono quitando el altavoz, encaminándose hacia la terraza. Amanda: Deseo hablar con Paula María. Álvaro cerró sus ojos y colocó una de sus manos en el puente de la nariz. Amanda: Yo no sabía que ella iba a responder, deseaba hablar contigo. — Sollozó. Álvaro: Pues no debiste hacerlo. Amanda: Es mi hi
Oaxaca, Oaxaca. Arnulfo se encontraba en el hotel cenando en un restaurante en el centro de la ciudad, con Farah, Ernesto, y su madre. —Oye mijo aprovechando que Paula María no se encuentra, me llevarías en un par de días a hacer una última comprita. —Lo miró sonriendo traviesa. — ¿Y ahora que estás planeando madre? —Nada, mijo, ¿qué podría tramar una mujer a mi edad? —volvió a sonreír. —Esta bella dama, sería incapaz de hacer alguna diablura, porque si así fuera, me lo hubiera pedido a mí. —Ernesto tomó una mano de doña Ofe y la besó. —Hay mijo me han tocado conocer puros príncipes en esto últimos días. Lástima que esta carrocería ya esté pasada de moda. —Por supuesto que no, doña Ofe, usted es la mujer más hermosa y distinguida del universo. —Mijo, ¿estás disponible? —le guiñó un ojo
Sus ojos se llenaron de gruesas lágrimas, bastó con parpadear para poder liberarlas. Paula elevó su mirada para poder observarla y esperar su respuesta. — ¿Estás segura? —Alondra la miró con todo un mar de emociones, corriendo por su sistema nervioso. —Sí —respondió con una hermosa sonrisa. —Tomó el rostro de la joven entre sus manos. — ¿Quieres serlo? —volvió a cuestionarla, sintiendo su corazón martillar con fuerza. —Sí, por supuesto que lo deseo. —Alondra estrechó con la calidez de sus brazos pegándola a su pecho, mientras lagrimeaba. Álvaro se acercó a ellas, muy conmovido. —Sí quiso, papi. —Pau sonrió. —Me alegra que sea como tú deseabas. —Álvaro miró a Alondra manteniendo en sus piernas a Pau, sin dejar de abrazarla, se sentía tan emocionada, que sus ojos se cristalizaron. *** Momentos más tarde.
—Pau por favor, mírame —Anastasia solicitó. — ¡Papá! —Paula María exclamó aterrada—, por favor que no se me acerque, te lo ruego —imploró sollozando. —Pau, por favor.—Anastasia intentó tocar su rubia cabellera. Entonces doña Ofe se interpuso en medio, mientras Álvaro trataba de calmar a su pequeña. —Aléjate de mi nieta, ¿Acaso no entiendes que le haces daño? —Ella debe comprender que no soy Amanda, sino Anastasia. — ¿Acaso hay alguna diferencia entre ambas?, si las dos, están cortadas con las mismas tijeras. —La abuela bufó. —Doña Ofelia me ofende, ¿De dónde saca eso? ¿Acaso se volvió loca por la vejez? — ¿Cómo te atreves a faltarle al respeto a mi abuela? —Daniel elevó la voz, la miró fulminándola con la mirada. —Déjala, mijo. —Doña Ofe abrió su bolso, sacando una ho
—Bueno dejen continuó— Doña Ofe hizo volver a la realidad a su hijo—. Me desvié poquito. Mi Arnulfo guardó el sobre que llevaba con papeles, luego Daniel se fue a hacer una llamada y mi hijo, se puso de pie para salir a hablar con esa mujer, que te digo que es muy guapa Farah, que tienes que estar bien viva; pues bien, yo... curiosee un poquito, para ver de qué se trataba, así que vi que decía Anastasia Fox, entonces lo tomé y me dirigí al sanitario. Ahí lo abrí con cuidado, y lo leí. La información era tan buena, que debido a que jugó chueco para que llevaran a Paula a los juzgados, es que decidí guardarla por si se requerían. ¿Y qué creen?, se necesitó. —Soltó una gran carcajada al recordar la manera en la que la enfrentó. — ¿Qué hiciste doña Ofe? —Álvaro indagó con emoción. Mientras Arnulfo la miró sorprendido. —Pues luego que nos hicimos de palabreríos, figúrate mijo, que se atrevió a decirme que la vejez me había vuelto loca. —Sonri
—No, claro que no, Álvaro, es todo un caballero y sería incapaz de hablar de sus antiguas relaciones. —Dirás de sus antiguas aventurillas —la abuela intervino con sarcasmo. —Gracias, justo esa era la palabra que estaba buscando —Alondra externó con seriedad—. No soy tonta, veo como lo miras y tratas de llamar su atención, sin embargo no voltea ni a mirarte. Supuse de inmediato que fuiste de las amistades ocasionales que llegó a tener, pero por la forma que te evita, me doy cuenta que ni siquiera fuiste alguien especial. Solo un polvo. De ese que basta con soplar para que desaparezca —Alondra manifestó. La carcajada que dio doña Ofe llegó hasta los oídos de Álvaro que se encontraba en el jardín revisando los muebles que estaban bajando y dirigiendo hacia la planta de arriba. De inmediato giró hacia la terraza en donde las observó a las tres, pudo distinguir el desencajado rostro de
Ciudad de México. Seis meses después. Arnulfo fue llevado al departamento de Farah, por un par de agentes de la gendarmería, luego de haber tenido una reunión con altos funcionarios del estado, para una propuesta que le agradó mucho. Al llegar los escoltas estacionaron el vehículo, en es momento vio un par de camionetas negras con vidrios polarizados, a unos cuantos metros de distancia de ellos. Permaneció durante unos segundos observándolos, atento. En ese momento su instinto se alertó, algo no estaba bien y tenía que saber qué. ***** Farah esperaba con emoción la llegada de Arnulfo, terminaba de rociar un poco de su perfume predilecto, cuando escuchó que timbraron a su puerta. Se miró por unos segundos al espejo, para ver que su peinado y su maquillaje estuvieran perfectos. Sonrió complacida con su reflejo. El
Aline y Arnulfo esperaban en el cubículo asignado a Farah, para el teniente que la joven lo acompañara mientras ella llegaba lo relajó un poco. La chica pudo hacerlo al no haber una emergencia en su horario de turno dentro del hospital. Luego de unos minutos, Ernesto entró agitado, al llegar a toda prisa para saber del estado de salud de su mamá. — ¿Cómo se encuentra? ¿Qué fue lo que le sucedió? —preguntó con evidente preocupación. Arnulfo se quedó callado durante uno segundos, tratando de contener la furia que lo corroía, desde lo sucedido. —El ex esposo de tu mamá, llegó a México. Ernesto abrió los ojos de par en par. — ¿Qué le hizo? —se acercó al teniente, temblando de la rabia que sintió, al imaginar que él era causante de su hospitalización. —La... golpeó—respondió arrastró las palabras. —Es