3. Casa Sandoval

[principios del otoño, ese mismo año] 

Gritan mi nombre por todas partes, hoy hemos tenido el restaurante lleno y mis cocineros no se dan abasto. Desde que salió ese artículo en el periódico reconociendo "Casa Sandoval" como uno de los mejores restaurantes de comida mexicana, las reservaciones no han parado y desde que llegué de mi viaje hemos estado a tope. Los meseros entran y salen de la cocina llevándose platos llenos de comida y otros vacíos, dejando más pedidos. Es tanto la carga que mi chef asociado y yo hemos tenido que llevar una sobrecarga de trabajo para dejar que los cocineros tengan sus descansos. 

― Chef― Escucho la voz de uno de los meseros ― Quieren conocerla en la mesa tres ― Me dice mientras toma otro de los platos y los pone sobre la charola.

― No puedo, estoy un poco ocupada, diles que una disculpa― agrego mientras sigo preparando los famosos tacos de jamaica que son la especialidad del lugar. En verdad no me gusta mucho salir a que me conozcan los clientes, Pedro, mi socio, es el indicado para eso, así que con una mirada le pido que lo haga él y me sonríe ― diles que el Chef Xicotencatl irá a su mesa en un momento.

― Sí chef ― Me contesta el mesero y sale de la cocina.

― ¿Estás segura?― Siempre te piden a ti.

― Pedro tú también haces las recetas y sabes el movimiento del restaurante, tienes todo el derecho de salir y presumir, así que ve y luce tus encantas de co-socio.

Pedro se enjuaga las manos rápidamente y sale de la cocina mientras yo continúo arreglando platillos y sirviendo. Unos minutos después entra Pedro y me interrumpe.

― Quieren verte a ti ― me dice en voz baja mientras emplato un delicioso mole poblano. ―¿Qué te cuesta salir dos minutos?― Me cuestiona. 

― Tenemos el restaurante a tope ― le contestó concentrada.

― No creo que dos minutos te afecten. Vamos, no te cuesta nada― Insiste.

Una chica se acerca a mí de inmediato con intención de ayudar ― Yo lo tomo desde aquí chef, no se preocupe.― Me deja saber.  

Molesta dejo lo que estoy haciendo, me enjuago la manos y me quito el delantal negro. Comienzo a arreglarme un poco y cuando salgo por la puerta de la cocina junto con Pedro, observo a todos los comensales felices comiendo y bebiendo. Debo admitir que es una satisfacción que me llena de orgullo ― ¿qué mesa es? ― le pregunto de nuevo.

― La mesa tres. Parece que no son de aquí o de algún lugar cercano― explica.

No tomo mucho el comentario de Pedro y mientras me voy acercando trato de reconocer rostros, en verdad necesito lentes para ver de lejos, pero debido al vapor en la cocina prefiero ponérmelos hasta que salgo. Voy viendo la cantidad de personas en la mesa cuando de pronto reconozco a una de las personas que se encuentran sentadas.

― ¡Mierda! ― susurro.

― ¿Qué pasa? ― pregunta Pedro de inmediato

― Nada, puede que me equivoque ― me disculpo con él pero en verdad sé que algo está por suceder. Llegamos a la mesa y ahí está, el Argentino de Ibiza, que al verme me da una sonrisa enorme 

«Me reconoció» pienso de inmediato.

― Ella es la Chef de Casa Sandoval, les presento a Valle Sandoval―

Saludo a todos de inmediato y puedo sentir su mirada sobre mi. Tanto luché para no caer en su juego, para que no supiera quien soy, me escapé a las 5:00 am sin dejar ni un rastro y estuve evitando la playa todos esos días para ahora encontrarlo aquí, y no solo eso ya sabe no sólo mi nombre y mi apellido sino también donde trabajo.

― Ellos son Cielo, Esperanza, Enrique y Diego ― dice Pedro presentándome a todos. ―Tengo entendido que Diego es empresario ¿cierto?―

― Sí, tal vez conozcas a Diego D’angelo ― contesta él viéndome a los ojos fijamente― empresario, simplemente un empresario― me dice. 

«¡Claro, por eso la ofensa cuando lo llame gigoló!»  Pienso y me siento tan estúpida porque sonrió sin poder evitarlo ya que recuerdo la escena en su habitación. 

No puedo creer que ese hombre que está sentado ahí haya pasado la noche conmigo meses atrás. Él sabe que me siento incómoda así que decide empeorarlo.

― Excelente comida Chef ― me sonríe― estoy seguro que el disfrute es su especialidad― me dice insinuando mil cosas más.

― Me alegra que les haya gustado. El chef Pedro también es socio de aquí y si gustan puede quedarse con ustedes a discutir cualquier cosa ― hablo mientras quiero salir corriendo y esconderme en la cocina.

― ¿No se puede quedar a tomar una copa con nosotros? ― sugiere Diego, mientras todos lo apoyan incluyendo el mismo Pedro.

― Me encantaría, pero tengo carga en la cocina y cómo ven el restaurante está lleno, así que me gustaría regresar y revisar que todo esté en orden. Le indicaré al capitán que les traiga una bebida o dos a cuenta de la casa, con permiso― me despido y sin pensar mucho camino lo más rápido que puedo hacia la cocina, entro y de nuevo me siento más segura. 

―¿Todo bien chef? ― me dice Roberto el capitán de meseros.

― ¿No me están siguiendo? ― pregunto como si tuviera un instinto de persecución 

Roberto revisa de inmediato ― No chef.

― Ok, ve a la mesa 3 y pregunta qué quieren beber y lo pones a cuenta de la casa.

― Sí Chef.

―Y te pido que no más interrupciones, ya fui muy felicitada hoy ― expreso guardando la compostura para que no se note mi evidente nerviosismo.

Me pongo de nuevo el delantal y  regreso a revisar que todo esté marchando bien. Sin embargo, sé que me será imposible volver a concentrarme, comienzo a revisar los platillos mientras en mi mente repito miles veces su nombre "Diego, se llama Diego D’angelo" y sin poder evitarlo vuelvo a sonreír al recordar nuestra noche juntos. 

―Y tú que pensabas Valle que jamás te lo volverías a encontrar― murmuro para mí misma y después del momento de emoción continuo en lo mío. 

Horas después, cuando ya no queda ningún cliente dentro del restaurante y éste ha cerrado sé que es hora de ir a casa. No sé porqué pero me siento muy cansada y todo lo que quiero es llegar, darme una ducha y cenar viendo Netflix, aunque debo admitir que no puedo dejar de pensar en el argentino de Ibiza y las preguntas que rondan por mi mente son ¿cómo es que me lo volví a encontrar? y sobre todo ¿cómo es que llegó a mi restaurante? 

― Lena ― le digo a mi sobrina que trabaja conmigo como mesera. 

― Sí Chef.

― ¿Tú conoces a Diego D’angelo?― le pregunto. 

Ella sonríe pero niega con la cabeza― No Valle, pero es guapísimo que no, pienso investigarlo tan solo salga de aquí, le tomé una foto― comenta tímida―¿por qué? 

― Por nada, sólo simple curiosidad, al parecer es alguien importante, no me hagas caso―hablo tranquila mientras tomo mis cosas y salgo de la cocina, donde escucho a todo mi personal planeando algo para hacer el fin de semana y ríen felices― nos vemos mañana―me despido. 

― Hasta mañana chef― dicen todos en coro.

Salgo por la puerta del restaurante y me dirijo al estacionamiento. Mientras me voy acercando veo su figura a lo lejos ― ¿es en serio? ― susurro cuando lo veo recargado sobre un auto. Sube la mano y me dice "ven" tal y como lo hizo en el club. Yo muero de nervios pero camino hacia él segura porque ¿qué podría pasar en un estacionamiento al aire libre? 

Me acerco y siento que quiero morir ― Nombre― Pronuncia mientras me ve a los ojos y sonríe triunfante ― que en verdad se llama Valle Sandoval, nombre femenino que le hace alusión a la santidad ― repite las mismas palabras que le dije meses atrás ― ¿Sabes cuantos nombres hay así?, ¡cientos!

― Así que me buscaste ¿eh?― Comento

«¿Acaso le estoy coqueteando?»

― Claro que lo hice, pero Nombre no iba a salir en ninguna red social o en ningún lado ¿me dejas en la habitación y ni siquiera me decis gracias? Muy mal. Te fuiste al amanecer y me dejaste con las ganas.―

― No pensé que te afectaría tanto, además es evidente que es algo a lo que estás acostumbrado― me defiendo.

― ¿Y vos como sabes eso?―

― No lo sé, intuición.― 

«¿Esas son mis piernas las que están temblando?», pienso para mis adentros mientras trato de que él no lo note.

― Volví al club ¿sabes? Pensé que tus amigas iban a estar ahí de nuevo pero no, la tierra te comió completa, como lo hice yo esa noche.― Dice dejándome sin aire. 

― ¡Guau! ― respiro ― eres bastante intenso ―y no puedo evitar sonrojarme y él lo nota.

― Es la verdad las cosas buenas no se olvidan y ahora que sé que sos chef ya entiendo de donde salio ese algo especial que tenés― 

«¿qué insinúa? Querrá repetir lo de Ibiza ¿quiero yo repetir lo de Ibiza?», me quedó mirando al aire cuando siento que su mano toca mi rostro ― ¿disculpa? ― hablo de inmediato tratando de seguir la conversación.

― Que si puedo llevarte a tu casa ― dice cerca de mis labios.

― No ― contestó de inmediato ― yo puedo ir sola a mi casa, gracias.

― ¡Ah! Te espera tu novio― Comenta. 

― No, me esperan 2 hermanos mayores que no quieres conocer ― respondo de inmediato. 

Él sonríe y se muerde el labio inferior ― ¿Entonces puedo salir con vos mañana?― Pregunta.

― Mañana estaré en el restaurante hasta tarde, lo siento.― 

Él se aleja de mí y se recarga en la puerta del automóvil mientras sonríe y cruza los brazos a la altura de su pecho― ¿me estás dando pretextos?―me dice divertido y se nota que está disfrutando del momento.

― No, te lo juro, los fines de semana son los más pesados y Pedro descansa mañana, yo lo hago el domingo ― Y de pronto no tengo ni idea del porqué le di tanta información, pero al ver su rostro me doy cuenta que he dado en el clavo.

― ¿Entonces mañana podes desvelarte? ― y me guiña un ojo.

― Si te digo que tengo que ir a misa ¿me crees?―respondo sin medir mis palabras ni pensar la frase. 

Diego lanza una carcajada que me hace reír a mi también ― No te rías, es verdad. Es cumpleaños de mi abuela así que tengo que ir a la misa y después a una comida.― Explico. 

― Perdón, no quería reírme pero nunca me habían dado un pretexto así.―

― No es pretexto, cuando eres de familia mexicana tienes eventos así más seguido de lo que tú crees. Mira, Diego, en verdad me gustaría salir contigo, pero mañana cierro y suele ser muy pesado― comienzo a decir mi lista de deberes para ver si así puedo disuadirlo. 

Él se acerca a mí de nuevo pero esta vez noto que su intención es diferente ― Creo que alguien me debe una disculpa por escaparse sin dejar una nota ¿no te parece?― 

― Bueno sí gustas puedes venir a esa hora y platicamos.

―¿Y nos cenamos? ― me dice mientras se muerde el labio inferior.

― Puede incluir una cena ― respondo y sé que de nuevo mis palabras no fueron las correctas

― ¡Vaya Nombre! No puedo esperar a ver que preparas para mí― asegura sonriente. 

Me rió ligeramente mientras siento cómo me observa y sé que si pudiera hacerlo me comería viva en este lugar.

― Me tengo que ir ― susurro ― mis hermanos se preguntarán dónde estoy.

― No te creo eso de los hermanos Nombre, yo digo que es un pretexto.

Saco mi celular y le muestro una foto de la familia. Él se sorprende. ― Seis hermanos, uno es gemelo mío, soy la única mujer ― le digo en tono serio.

― Me retracto ― me dice entre risas ― Mejor andate no quiero pensar que me harían estos seis pibes porque su hermana llegó tarde.

― Sólo serían dos, los otros no viven aquí en San Diego, pero mañana llegan así que mejor te evito tensiones y problemas.

Saco las llaves de mi bolso y él sigue con esa sonrisa tonta ― Entonces mañana nos vemos aquí Valle.―

― Supongo ― contesto lo más tranquila posible ― buenas noches Diego.―

― Hasta mañana Nombre, no te desaparezcas.―

Subo a mi auto, lo arranco de inmediato tratando de huir de la tentación pero, no puedo dejar de sonreír como estúpida mientras manejo recordando su nombre Diego D’Angelo.

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