Tres días después. Siete de la mañana...
Era el primero de los días que estaríamos en el hotel. Estábamos divirtiéndonos y disfrutando de unas merecidas vacaciones. Acompañé a Lucas hasta la recepción mientras que mis padres y mi hermano se quedaron sentados en uno de los sillones. Mamá y papá leían un catálogo donde explicaban cada servicio que ofrecía el hotel. J.J. jugaba Call of Duty en su tableta electrónica.
—Buenos días y bienvenidos ¿En qué puedo servirles?
—Buenos días, preciosa—le contestó mi novio—. Yo soy Lucas Johan MillerGheat. Hice una reservación para mí y la familia James.
—Déjeme ver...—Revisó en la computadora—Sí, aquí est&aacu
El ambiente estaba tremendo. La música era la mejor y había muchas personas bebiendo, fumando, bailando...En fin, haciendo lo que se hace en una discoteca. Desde el primer momento que pusimos los pies dentro del lugar Dakota activó su escáner visual. Quería comprobar si por los alrededores habían algunos galanes que pudieran ser presas de su seducción. Tuvimos mucha suerte ¿Por qué? Pues, había muchos chicos guapos y porque a pesar de que la disco estaba llena de personas encontramos una mesa libre. Lucas, compró un paquete de cigarrillos como predije y un mechero. Según él extrañaba el placer de la nicotina.—Casi había olvidado lo genial que me lo paso en sitios como este.—Expresó después de encender el primer cigarrillo de la noche—Es gracioso, porque si Michael me hubiera escuchado decir eso, pensaría que me volví un hombre casero y me golpearía.—Liberó la nube blanca de humo que estaba en su boca.—Pero, ¿Qué haces insensato? ¿Acaso quier
Los buenos días de Lucas vinieron acompañados de cortinas abiertas y rayos de sol cocinándome el rostro.—¡¿Qué haces, hombre?! Cierra las cortinas que quiero dormir.—De eso ni hablar-me quitó las sábanas de un tirón—. Ya es tarde, no puedes seguir durmiendo.—Sí puedo, pero no me dejas-coloqué una almohada en mi cara.Resopló.—Eres una perezosa. Ven aquí.—Me cargó en sus brazos—Vas a ver que con un buen baño se te quita el sueño.Lucas me llevó cargada hasta la bañera. Ya estaba lista para usarse y con espuma hasta arriba. Me dejó en el suelo y, lentamente me fue quitando las prenda que traía puestas. Yo hice lo mismo con él, lo dejé como Dios lo trajo al mundo. Rodee su cuello con mis brazos, nos acercamos ynos besamos. Entramos luego al agua, con cuidado de no resbalarnos y de tampoco salpicar demasiada sobre el piso. El momento fue increíble, sensual y romántico. Él, yo,
—¡Cuñadaaa, levanta, que tenemos que irnos de compras!—gritaba Dakota con su inconfundible tono de voz, como si fuera una niña de seis años, mientras saltaba sobre mi cama.—Ya voy—dije abriendo con mucho esfuerzo uno de mis ojos.—Parece mentira que tengas veintiséis años—Escuché que le decía Lucas a su hermana. De hecho era la primera vez que escuchaba la edad de Dakota—Sólo te abrí la puerta porque, o lo hacía o la echabas abajo de una patada.—¡Uy! como me conoces hermanito. Vamos Nat—sacudió mis piernas.Yo, usé las pocas fuerzas de voluntad con las que me despierto por las mañanas, y me puse en pie.—¡Ya estoy despierta!—Estaba orgullosa de mí misma, pero quería seguir durmiendo.
—¡Qué ni se te ocurra hacer lo que piensas hacer!—Grité como desquiciada desde mi asiento.—Pero, si va ser divertido.—¡Qué vengas a sentarte a la mesa!—Pero...—Sabes que si me levanto de aquí va a ser peor.—¡Eres una aguafiestas!—Bufó irritado.—Me da igual lo que me digas. Sólo, aleja esa salsa picante de la zona de los postres.Mi hermano no tiene arreglo. Aprovecha hasta la más mínima oportunidad para hacer travesuras.—¡Eres una aburrida!—dijo muy enfadado mientras se sentaba frente a mí, en la silla que quedaba junto a Dakota.—Gracias. Yo también te quiero.—Me mostró su lengua en señal de burla.—A mí no me importa si quieres carbonizarle la boca a alguien—le expliqué con tono de indiferencia y tomé un trozo de queso para probarlo—. El problema es que si lo haces nos pueden echar aquí, con una demanda o algo peor.
—¡Qué ni se te ocurra hacer lo que piensas hacer!—Grité como desquiciada desde mi asiento.—Pero, si va ser divertido.—¡Qué vengas a sentarte a la mesa!—Pero...—Sabes que si me levanto de aquí va a ser peor.—¡Eres una aguafiestas!—Bufó irritado.—Me da igual lo que me digas. Sólo, aleja esa salsa picante de la zona de los postres.Mi hermano no tiene arreglo. Aprovecha hasta la más mínima oportunidad para hacer travesuras.—¡Eres una aburrida!—dijo muy enfadado mientras se sentaba frente a mí, en la silla que quedaba junto a Dakota.—Gracias. Yo también te quiero.—Me mostró su lengua en señal de burla.—A mí no me importa si quieres carbonizarle la boca a alguien—le expliqué con tono de indiferencia y tomé un trozo de queso para probarlo—. El problema es que si lo haces nos pueden echar aquí, con una demanda o algo peor.
¡Auxilio!¡ Por favor! ¡Qué alquien me ayude!—¿Quién ha dicho eso?—Busqué con la mirada a la persona que pedía socorro.Había una chica dentro del agua movimiento los brazos desesperadamente, luchando por salvar su vida. No lo dudé. De un salto entré a la piscina y nadé lo más rápido que pude en su dirección. Entre más me acercaba menos escuchaba su voz. Cuando llegué al lugar donde estaba la chica sus gritos de socorro ya no oían. Su cuerpo había quedado por completo debajo del agua. Tomé una última bocanada de aire antes de zambullirme.Ella estaba descendiendo, y descendiendo hacia el oscuro fondo. Era como si la profundidad de la piscina fuera eterna. Estiré mi brazo derecho y conseguí sujetar una de sus manos. Pude sentir que tenía la piel extremadamente fría.Gracias a que la estaba sosteniendo quedó estática: no descendía, pero tampoco flotaba.Sus cabellos se movían libremente alrededor de su cara y alguno
El sábado a las tres y media de la tarde escuché como el sonido de un motor se acercaba a mi casa, seguido de un bocinazo que me hizo saltar. Salí a mi balcón. Comprobé que había una furgoneta negra muy linda aparcada delante de mi casa.De la zona del conductor salió un chico que conocía a la perfección. Su cabello negro se desorganizó un poco con el viento. Era Frank, el salvavidas tatuado.Al final resultó que me gustó la idea de nombre de contacto que le puso Jenna. Lo dejé como estaba, claro que, corriendo el riesgo de que Lucas lo leyera si algún día revisaba mi celular. Pero no importaba, siempre me ha gustado tentar a la suerte."Si Lucas ve eso, tu cabeza va rodar" me advertía mi conciencia. Yo no lo hacía caso.—¡Natasha, baja que tenemos que irnos!—Gritó Frank con su mano izquierda rodeando su boca para que el sonido se escuchara más alto.—¡En un segundo estoy abajo!—Contesté a gritos también.
Alexander Robbin se veía notablemente enfadado con la derrota de su equipo. Incluso, luego de que terminó el juego, pateó la pelota con tanta fuerza y rabia que casi golpea a algunas de las personas que aún se encontraban sentadas.—Ese chico...—Dijo Calvin arrugando su frente.—Nunca ha sabido controlar su maldito mal genio—Kevin continuó la frase.Al parecer mi mente y mis ojos estaban aprendiendo a diferenciar a los gemelos. Después de todo, sus voces y sus rasgos faciales no eran exactamente iguales.Alex caminó entre los chicos. En línea recta y sin separar su intimidante mirada de la de Lucas. Cuando estuvieron uno frente al otro, encarándose, hubo un silencio atemorrizante entre ellos. Lucas lo miró con la frente alta y dio el primer paso para romper el silencio.—¿Te