Monté en el asiento del copiloto del auto de Lucas, mientras que él colocaba cuidadosamente las bolsas de la compra en el maletero. Llegó el olor del interior del vehículo a mi nariz. Respiré profundamente para sentir mejor ese aroma que ya conocía: el perfume de Lucas. Escuché el maletero cerrarse de inmediato.
Él se sentó en silencio frente al volante. Estaba algo más que pensativo y yo me puse nerviosa por alguna razón.
Lucas condujo hasta su casa. Durante el trayecto no estuvimos completamente en silencio, pero tampoco hablamos de algo fuera de lo común. Noté que quería reservar la noticia para el momento en que llegáramos.
El auto entró lentamente en el garaje en reversa. Cuando estuvimos fuera tomó mi mano y me condujo a su habitación "Allá estaremos más tranquilos" me dijo. Subimos las escaleras y entramos en un cuarto.
La casa tiene muchas habitaciones, pero esta en particular era en la que Lucas usualmente dormía. "La idea inic
Lucas y yo nos encontrábamos sentados en Peace Garden C, durante la hora del descanso. Estábamos sentados en una banca, pensando y analizando muy bien cual sería el próximo paso; para no equivocarnos ni arrepentirnos cuando lo diéramos. A pesar de que la indecisión era compartida, era fácil notar que en Lucas había crecido más que en mí. Lo peor todo es que la mezclaba con sus impulsos.—¡Ya estoy harto!—Se puso en pie—Voy a la dirección a hablar con mi tía.—¡No, espera!—Lo hice detenerse en seco.Lo veía bastante estresado.—¿Qué tengo que esperar?—Un mejor momento. Ella ahora está muy ocupada. Deberías decirle, pero en su casa. Con calma.Suspiró enojado y se sentó a mi lado de nuevo. Apoyó sus codos en sus rodillas y tomó su cabeza. Metió sus dedos entre sus cabellos.—Necesitamos que Dakota lo sepa primero, Lucas. Ella es muy comprensiva y te aconsejará, inclu
Meses después...La brisa proveniente del mar acariciaba y refrescaba mi pielEn algunas ocasiones erizaba mis vellos. Alocaba mis rizos. Los hacía bailar a su ritmo natural. Mi nariz se llenaba y disfrutaba con el leve olor a salitre que viajaba en ese soplo.La arena mojada brillaba como un millón de monedas de oro debido a la resplandeciente luz de los rayos del sol. Se apreciaba esa marcada línea entre los diminutos granos secos, que volaban con el viento y los más compactos. Estos últimos, eran así por el beso constante de las olas.Olas que iban a morir a la orilla dejando tras ellas unas finas hileras de blanca espuma.Observaba todo desde el resguardo de una enorme sombrilla azul con listas verdes. Me proporcionaba una sombra deliciosa y me protegía del abrasador apretón del Astro Rey. Mi cuerpo estaba descansando en posición horizontal. Malamente me cubría un traje de baño blanco de dos piezas. Lucas lo eligió, por cierto. A mi
Una decisiónNo estoy muy segura de saber como ni cuando empezó esta historia, ni de como comenzarla a narrarla, ni de si tendré el talento suficiente para desarrollarla hasta el final. Solo sé que ocurrió.Cuando despierto en las mañanas, malhumorada porque el despertador arruinó mi descanso; lo primero que viene a mi mente es su nombre. Es en ese nombre en lo último que pienso en las noches antes de quedar profundamente dormida. En algún momento él aprendió a entrar en mi mente, en mi cuerpo, en mi vida.Para comenzar a andar con el pie correcto diré soy una chica de casi de dieciocho años que responde al nombre de Natasha y al apellido James.Dije que "respondo" porque si algún día sales de tu casa para pasear con tu perro, me ves en la calle y me gritas ¡Ana! ¡Rose! ¡Marie! es muy difícil que de vuelta para saludarte porque entenderé que tus gritos no están dirigidos a mí.De mi aspecto físico lo más im
Aquella mañana no quería levantarme de mi cama. Era el primer día en mi nueva escuela y eso no me emocionaba mucho. El despertador me recordó con sus incesantes pitidos que debía ponerme en pie en algún momento. Pero estar bocabajo sobre el colchón parecía una idea más tentadora.Mis rizos se habían atravesado en mi rostro. Los aparté con mi mano derecha justo antes de voltearme para quedar sobre mi espalda. Mi vista aún estaba borrosa. No me había adaptado a la luz de la mañana todavía.Cuando enfoqué el techo un mal presentimiento se apoderó de mi pecho. Era eso, o los nervios mezclados con la tristeza. Dejar atrás a mis amigos y mi escuela para estar en una a la que no quería asistir era algo muy pesado para mi alma juvenil .Alcé la mitad de mi cuerpo y quedé sentada sobre la cama. Bostecé y estiré mis brazos lentamente. Miré a mi alrededor. Observé el clóset y un suspiro de irritación salió de entre mis labios. El mueble no era el problema. L
Cuando ingresé en ese nuevo mundo creí que todo iba a estar bien y que en poco tiempo haría nuevos amigos. Los primeros tres díasalgunos chicos y chicas me hablaron. Mayormente para preguntarme cosas del mundo real. Un mundo sin limosinas, sin mayordomos, ni cuentas bancarias en Suiza. Yo estaba feliz de contarles como era la vida fuera de sus burbujas, pero misteriosamente, después de esos tres maravillosos días pasó mucho tiempo antes de que alguien me dedicara la palabra. Eso me resultó muy extraño. Era casi como si temieran por acercarse. Comencé a sentir que algo así como un manto negro que se extendía sobre mícada vez que pisaba ese lugar. En él las horas pasaban arrastrándose. Era difícil no sentirme incómoda. ¿Sabes lo complicado que era mantener mi salud mental metida ahí, sin querer estarlo, sin adaptación, sin amigos? Esa escuela para mí era desesperante y, no sol
Esa noche decidí dejar los libros escolares y las tareas a un lado para continuar con la lectura de una novela que me encanta. Narra la historia de una chica de dieciséis años llamada Silvia. Sus padres murieron en un incendio doméstico y ella quedó bajo la custodia de Edisnora, su tía por parte de madre. Esta señora manda a vivir a su sobrina a la casa de otro tío. Era un señor muy rico; pero que anteriormente había enfrentado problemas legales por pedofilia. Silvia, al enterarse, de que estaba viviendo con un ser pervertido y despreciable huye en medio de la oscuridad de la madrugada. Ambos deciden buscarla: el tío para abusar sexualmente de ella y Edisnora, para matarla y quedarse con la herencia.Estaba en una maravillosa nube de fantasía; pero el sonido de una llamada en mi teléfono celular hizo que me precipitara bruscamente hacia la realidad. Jenna, una de mis mejores amigas, era la causante de la llamada.Aparté el libro, no sin antes marcar la página
Para mi sorpresa (o no) Lucas no me habló en días ; yo tampoco a él. Quería tenerlo lejos. Tal vez es algo que resulta lógico; pero el beso que me dio no salía de mi cabeza. Moría de ganas de saber por qué lo hizo. Aunque las personas como él no necesitan motivos ni excusas. La próxima vez que le hablara le preguntaría. No iba a hacer una tormenta en un vaso con agua. Estaba tranquila porque en mi cabeza existía la idea de que esa "próxima vez" sería en muchos años o nunca.Era sábado tres de enero, el cumple de Jenna. Ella en honor a la fecha organizó una fiesta a la cual yo estaba invitadísima.El despertador sonó a las siete de la mañana y como siempre arruinó un bello sueño que tenía en aquel momento. Claro que no faltó el almohadazo que lo silenció. Era una preciosa mañana, el sol brillaba, las aves cantaban y yo me dirigí con cara de zombie a la cocina. Mamá me esperaba con un desayuno hipercalórico, que es mi favorito.
Al día siguiente sentía que la cabeza me quería explotar. Desperté incluso antes de que el despertador sonase. Aunque no sé el porqué no quito la alarma los fines de semana. No quería que llegara el lunes. Deseaba volver al día anterior y cambiar lo que hice, omejor dicho, lo que dejé que me hiciera.¿Alguna vez has sentido que tu mente y tu cuerpo se desconectan? ¿Qué ningún lugar es lo suficientemente bueno para estar?¿Haz temido que suene tu celular o que toquen a la puerta? Si respondiste que sí, al menos a una de las anteriores preguntas ¡Te felicito! puedes saber como me sentía en aquel momento. Pasé el día dando vueltas por mi habitación. Nunca imaginé que el tiempo pudiese transcurrir tan despacio. De vez en cuando bajaba a la cocina a buscar algo para comer. Preferiblemente de chocolate, porque es mi antidepresivo favorito.No fue un domingo muy interesante. Me acosté a dormir un poco después de las ocho. Estaba nerviosa y asustada, pero me convencí