El sábado a las tres y media de la tarde escuché como el sonido de un motor se acercaba a mi casa, seguido de un bocinazo que me hizo saltar. Salí a mi balcón. Comprobé que había una furgoneta negra muy linda aparcada delante de mi casa.
De la zona del conductor salió un chico que conocía a la perfección. Su cabello negro se desorganizó un poco con el viento. Era Frank, el salvavidas tatuado.Al final resultó que me gustó la idea de nombre de contacto que le puso Jenna. Lo dejé como estaba, claro que, corriendo el riesgo de que Lucas lo leyera si algún día revisaba mi celular. Pero no importaba, siempre me ha gustado tentar a la suerte."Si Lucas ve eso, tu cabeza va rodar" me advertía mi conciencia. Yo no lo hacía caso.
—¡Natasha, baja que tenemos que irnos!—Gritó Frank con su mano izquierda rodeando su boca para que el sonido se escuchara más alto.
—¡En un segundo estoy abajo!—Contesté a gritos también.
Alexander Robbin se veía notablemente enfadado con la derrota de su equipo. Incluso, luego de que terminó el juego, pateó la pelota con tanta fuerza y rabia que casi golpea a algunas de las personas que aún se encontraban sentadas.—Ese chico...—Dijo Calvin arrugando su frente.—Nunca ha sabido controlar su maldito mal genio—Kevin continuó la frase.Al parecer mi mente y mis ojos estaban aprendiendo a diferenciar a los gemelos. Después de todo, sus voces y sus rasgos faciales no eran exactamente iguales.Alex caminó entre los chicos. En línea recta y sin separar su intimidante mirada de la de Lucas. Cuando estuvieron uno frente al otro, encarándose, hubo un silencio atemorrizante entre ellos. Lucas lo miró con la frente alta y dio el primer paso para romper el silencio.—¿Te
Alexander Robbin se veía notablemente enfadado con la derrota de su equipo. Incluso, luego de que terminó el juego, pateó la pelota con tanta fuerza y rabia que casi golpea a algunas de las personas que aún se encontraban sentadas.—Ese chico...—Dijo Calvin arrugando su frente.—Nunca ha sabido controlar su maldito mal genio—Kevin continuó la frase.Al parecer mi mente y mis ojos estaban aprendiendo a diferenciar a los gemelos. Después de todo, sus voces y sus rasgos faciales no eran exactamente iguales.Alex caminó entre los chicos. En línea recta y sin separar su intimidante mirada de la de Lucas. Cuando estuvieron uno frente al otro, encarándose, hubo un silencio atemorrizante entre ellos. Lucas lo miró con la frente alta y dio el primer paso para romper el silencio.—¿Te
Alexander Robbin se veía notablemente enfadado con la derrota de su equipo. Incluso, luego de que terminó el juego, pateó la pelota con tanta fuerza y rabia que casi golpea a algunas de las personas que aún se encontraban sentadas.—Ese chico...—Dijo Calvin arrugando su frente.—Nunca ha sabido controlar su maldito mal genio—Kevin continuó la frase.Al parecer mi mente y mis ojos estaban aprendiendo a diferenciar a los gemelos. Después de todo, sus voces y sus rasgos faciales no eran exactamente iguales.Alex caminó entre los chicos. En línea recta y sin separar su intimidante mirada de la de Lucas. Cuando estuvieron uno frente al otro, encarándose, hubo un silencio atemorrizante entre ellos. Lucas lo miró con la frente alta y dio el primer paso para romper el silencio.—¿Te
Para el viaje de vuelta nos sentamos en diferentes lugares. Michael ocupó el asiento del conductor. A su lado estaban Kevin y Calvin.En los puesto de atrás quedamos en este orden: Frank, mi hermano, yo y Lucas. En la parte trasera del vehículo iba Dylan.—¿Qué les parece si vamos a celebrar nuestra aplastante victoria en un club nocturno?—propuso Michael y giró el volante rápidamente hacia la derecha en una esquina.Todos nos inclinamos a la izquierda bruscamente.—¡Vamos a morir por tu culpa, inútil!—prostestó Dylan porque se había golpeado la cabeza en medio de la maniobra—¡Última vez que te dejamos conducir!—Para tu información DyLan yo soy un conductor excelen...–¡Mira, luz roja!—Gritó Dylan señalando el semáforo que estaba en frente.Michael pisó el freno a fondo haciendo que la furgoneta parase en seco. Poco faltó para que salieramos disparados por el parabrisas
Subí a mi cuarto a descansar un poco antes de tener que ir a la misión de cuidar al hijo de la amiga de mamá. El Wi-Fi de la casa estaba activado. Conecté mi celular para ver si había alguna novedad en mis redes sociales. Mi F******k, casi llora al verme. Me había extrañado mucho y el I*******m ni te cuento.Las notificaciones llegaban a mi teléfono. Eran tantas que hacían que vibrará frenéticamente. Creí que en cualquier momento explotaría. Entré a mi verde y también abandonado W******p. Tenía muchos antiguos mensajes sin leer de grupos a los que me habían agregado mis amigos. También me habían escrito familiares lejanos. Concretamente en el chat con Jenna tenía dos mensajes de ella que no había mirado. Jen: Nat, recuerda que el sábado es mi boda. Va a ser en la Iglesia Principal a las
Él traía puesta una camisa blanca de botones. Los dos últimos estaban zafados. Daban una imagen muy clara de su pecho sudoroso. El cabello no estaba del todo organizado. Su aliento apestaba a alcohol, pero intentaba disimularlo masticando caramelos de menta. Sostenía una botella de ginebra casi vacía, con su mano izquierda.Lucas, de inmediato, frotó la zona donde le propiné el golpe. La mueca de dolor no había abandonado su rostro.—Te pregunté que haces aquí— me crucé de brazos sosteniendo la sartén aún.—Es que te extrañaba, mi amor—Se acercó a mí tambaleándose un poco—Me sentía muy solo en aquel club. Los demás pueden hacer lo que quieran, porque no tienen parejas. Tenía que aguantar verlos seducir a las chicas delante mío.—Bien, ¿Y que debería hacer ahora contigo en ese estado?—Pues, cosas sencillas. Puedes invitarme a pasar—Caminó por mi lado para adentrarse en la casa y se dejó caer s
Siete de la mañana.—Lucas...Lucas—Intentaba despertarlo agitando su hombro—¡Lucas!—Queeeeé—respondió con pereza.—Ya es de mañana.—¿Y?—Recuerda que estamos en una casa ajena y que ya casi está por regresar la propietaria legal.—¿Y?—¡Qué te levantes y te vistas ya!—Sí, mi amor.—Acomodó la almohada debajo de su cabeza—En un momento me levanto.—¡Lucas!—Cinco minutos más, te lo juro—respondió y me dio la espalda.Decidí no darle mucha más importancia a la vagancia de mi novio. Torcí los ojos y soplé sobre un mechón de cabello que andaba estorbando delante de mis ojos. Me levanté de la cama envuelta en una de las blancas y suaves sábanas.Abrí la puerta del cuarto sigilosamente. Tengo que admitirlo.No habría sido apropiado, ni agradable que
Mi cara se arrugó como nunca debido a que trago de tequila que me tomé de un golpe.—¡Vamos Nat, que tú puedes!—Una de las chicas que estaban a mi lado me animaba a continuar bebiendo.—Ya me está dando vueltas la habitación. Necesito parar, aunque sea un momento.Las luces parpadeantes me mareaban y los tragos me tenían la cabeza a punto de explotar. Tenía que forzar mucho la vista para poder ver, porque la iluminación del sitio no era el adecuado para mi vista.Estaba en un bar llamado "HotBoys" con un grupo de amiga de Jenna, su prima Brenda y algunas de sus vecinas más jóvenes.Los oídos comenzaron a zumbarme un poco debido a una estridente combinación: la música estaba a un volumen alto y las chicas a mi alrededor que no paraban de gritar. No las podía juzgar. Habían tres chicos encima de el escenario quitándose las poquísimas ropas que llevaban puestas.Sucede que a Jenna siempre le había he