Siete de la mañana.
—Lucas...Lucas—Intentaba despertarlo agitando su hombro—¡Lucas!
—Queeeeé—respondió con pereza.
—Ya es de mañana.
—¿Y?
—Recuerda que estamos en una casa ajena y que ya casi está por regresar la propietaria legal.
—¿Y?
—¡Qué te levantes y te vistas ya!
—Sí, mi amor.—Acomodó la almohada debajo de su cabeza—En un momento me levanto.
—¡Lucas!
—Cinco minutos más, te lo juro—respondió y me dio la espalda.
Decidí no darle mucha más importancia a la vagancia de mi novio. Torcí los ojos y soplé sobre un mechón de cabello que andaba estorbando delante de mis ojos. Me levanté de la cama envuelta en una de las blancas y suaves sábanas.
Abrí la puerta del cuarto sigilosamente. Tengo que admitirlo.
No habría sido apropiado, ni agradable que
Mi cara se arrugó como nunca debido a que trago de tequila que me tomé de un golpe.—¡Vamos Nat, que tú puedes!—Una de las chicas que estaban a mi lado me animaba a continuar bebiendo.—Ya me está dando vueltas la habitación. Necesito parar, aunque sea un momento.Las luces parpadeantes me mareaban y los tragos me tenían la cabeza a punto de explotar. Tenía que forzar mucho la vista para poder ver, porque la iluminación del sitio no era el adecuado para mi vista.Estaba en un bar llamado "HotBoys" con un grupo de amiga de Jenna, su prima Brenda y algunas de sus vecinas más jóvenes.Los oídos comenzaron a zumbarme un poco debido a una estridente combinación: la música estaba a un volumen alto y las chicas a mi alrededor que no paraban de gritar. No las podía juzgar. Habían tres chicos encima de el escenario quitándose las poquísimas ropas que llevaban puestas.Sucede que a Jenna siempre le había he
Eran unas vacaciones muy completas. Había ido a un hotel de lujo, conocí a personas nuevas, fui a un partido de fútbol y casi me meto en un problema muy gordo por dejar que Lucas se quedase a dormir conmigo en el apartamento de Sofía. Eso, sin contar que me embriagué en un club de strippers y casi nos hacen daño unos delicuentes. Esto último no fue agradable pero ocurrió.También noté una mejoría: a medida que iban pasando los días las pesadillas se hacían cada vez más leves. Hasta que llegaron a un punto en el que eran casi inexistentes. Pero aún y así no quería volver a entrar en una piscina en lo que me quedaba de vida.El tiempo pasó y llegó el tan esperado sábado. Era el día de la boda de mi mejor amiga y yo estaba hecha un manojo de nervios. Casi parecía que yo era la que se iba a casar.Desperté aquella mañana con una mezcla rara de orgullo, miedo y alegría que me tenía el estómago y la cabeza dando vueltas sobre sí. Eso, si
Jenna llegó al altar. Levantó su vestido con su mano izquierda. En la derecha traía su ramo compuesto por rosas blancas y amarillas. Paul sujetó su brazo con cuidado, para ayudarla a subir.—Es todo tan hermoso-una pequeña lágrima amenazó con salir de mis ojos—. Es increíblemente romántico ¿Así será el día de mi boda?—¡Ni lo sueñes!—Susurró Lucas—No me vas a amarrar de esa manera.—A mí me gustan los retos—Sonreí mientras secaba mis ojos con un pañuelo de ceda y un sumo cuidado.—Estoy hablando en serio, Natasha.—Ya veremos si te convenzo o no.—¡Shhh!¡Cállense!—Nos requirió Diki. Estaba en el asiento de atrás de nosotros.—Queridos hermano—el Padre comenzó con la ceremonia—estamos reunidos hoy en la sagrada casa de Dios para unir en sagrado matrimonio a estas dos almas jóvenes.—¡Esto es precioso!—De los ojos de Dakota brotaron alguna
Riiiiiing riiiing riiiing.Faltaban pocos días para que iniciase el nuevo curso en la preparatoria. Las vacaciones se habían convertido en un efímero soplo de viento y para no perder la costumbre decidí hacer las paces con mi despertador. Aunque con eso me condené a despertar muy pronto en las mañanas. A pasar casi una hora acostada, aburrida, mirando al techo y sintiendo los pensamientos pasar.No había comentando con nadie que había visto a Frank y a Brenda salir de aquel baño, ni siquiera con mi rubio arrogante. No tenía ese derecho.Mi teléfono, como la mayoría de las veces, se encontraba al alcance de mi mano. Decidí llamar a Lucas. Él, aunque me duela en el orgullo admitirlo, le daba sabor a mis días.Encendí mi celular presionando con mi pulgar el botón que detecta mis huellas dactilares. Busqué"Imbécil" en la lista de contactos.—¿Qué pasa?—Contestó del otro lado del teléfono.—Buenos días
Los días adyancentes a la aparición de la madre de Lucas él y yo estuvimos algo distantes. Al parecer mi chico tenía mucho tiempo perdido que recuperar con su madre. O tal vez, Marie le tenía terminantemente prohibido cualquier contacto conmigo. ¿Quién sabe? las suegras son así. Al menos eso han dicho las personas durante decenas y decenas de años. Debe ser verdad.Como Lucas no aparecía, aproveché ese espacio de tiempo que quedó libre en mi vida para hacer todo lo que había dejado de lado. Lo primero fue concluir la mayoría de los libros que había comenzado a leer. Me comuniqué por el Facebook con Jenna . Ella estaba inmersa en los trámites de la mudanza. Por eso casi no podíamos vernos en persona.Le textié por WhatsApp a Brenda.Me divertí mucho con las cosas alocadas que escribía. Me contó de su ex-novio Patric, al cual dejó porque era un desastre en la cama. De su vecina de junto, con la que había discutido porque ponía la música a un volúmen alto durant
Mientras acomodaba mi clóset encontré muchísimas piezas de ropa que ni siquiera recordaba que tenía. Escogí para ir a la cita con Lucas un cálido suéter de lana rosa. Lo combiné con pantalones negros de licra y unas botas igualmente rosadas.Me encontraba en mi cuarto, ultimando los detalles de mi aspecto cuando, escuché que llamaron a la puerta principal. Salí de mi habitación deprisa. Quería abrir la antes de que lo hiciese alguien más de mi familia.Lucas estaba ahí, del otro lado de la entrada, increíblemente guapo como siempre. Usaba una chaqueta de cuero roja por encima de una polera de algodón blanca, unos jeans azules un poco ajustados y zapatos deportivos. Su cabello estaba algo alborotado, pero no por eso dejaba de verse hermoso, suave, brillante y bien cuidado. Mi chico, portaba además un brillo diferente en la mirada.—Vine en transporte público—Fue lo primero que me dijo y lo hizo con una sonrisa gigante en sus labios.<
Cinco de la tarde.—¡¿Qué me pongo?! ¡¿Qué me pongo?! ¡¿Qué me pongo?!—Estaba desesperada.—No sé si usar este vestido azul o el negro ¿Y si elijo el rojo?¿Cuál es el más adecuado?¿Zapatos altos o bajos?¿Falda ajustada o pantalón? ¡Joder! ¿Por qué es tan difícil elegir algo para ir a esa cena? ¡¿Por qué?!Llevaba más de dos horas probándome conjuntos de ropas sin llegar a una decisión en concreto.—¡Natasha, apacíguate!—Me ordené—Inhala...exhala...Sólo es una comida, no va a pasar nada".Después de muchos ejercicios de relación para no morir de un derrame cerebral. Luego de pensar mil veces en las posibles piezas de ropa que podría ponerme y de desorganizar mi armario, tomé una decisión. Usaría un vestido que tenía sin estrenar: blanco, de buena tela, con detalles en negro, sin mangas, ajustado adecuadamente a mi cuerpo. Era la combinación perfecta de elegancia, clase, porte, moda y belleza. Mi vestido no tenía
Aquel día mis padres salieron temprano de casa. Partieron a la parrillada de la cual me había comentado mamá. La única órden que tenía era que cuidara todo. Eso incluía a Joseph, mi querido hermano.—¡Enano, ven acá!—Mi labor como niñera incluía perseguirlo por la casa para que cepillase sus dientes. Joseph corría por todas partes. Me esquivaba. Saltaba sobre los muebles. Cruzaba por debajo de las mesas. Subió a la segunda planta para despistarme entrando por una puerta y saliendo por otra.—¡Deja de correr por todos lados idiota!—Estaba harta de él, de sus tonterías e inmadureces.Él se detuvo a cierta distancia de mí. Estaba lejos del alcance de mis manos y de mis deseos de estrangularlo.—Si rompes algo en medio de tu huída, a mí me van regañar. Pero luego iré a tu habitación en la noche y te extirparé varios órganos.No hablaba en serio. Era el enojo. Me pone verbalmente muy violenta y sanguinaria.