Riiiiiing riiiing riiiing.
Faltaban pocos días para que iniciase el nuevo curso en la preparatoria. Las vacaciones se habían convertido en un efímero soplo de viento y para no perder la costumbre decidí hacer las paces con mi despertador. Aunque con eso me condené a despertar muy pronto en las mañanas. A pasar casi una hora acostada, aburrida, mirando al techo y sintiendo los pensamientos pasar.
No había comentando con nadie que había visto a Frank y a Brenda salir de aquel baño, ni siquiera con mi rubio arrogante. No tenía ese derecho.
Mi teléfono, como la mayoría de las veces, se encontraba al alcance de mi mano. Decidí llamar a Lucas. Él, aunque me duela en el orgullo admitirlo, le daba sabor a mis días.
Encendí mi celular presionando con mi pulgar el botón que detecta mis huellas dactilares. Busqué
"Imbécil" en la lista de contactos.
—¿Qué pasa?—Contestó del otro lado del teléfono.
—Buenos días
Los días adyancentes a la aparición de la madre de Lucas él y yo estuvimos algo distantes. Al parecer mi chico tenía mucho tiempo perdido que recuperar con su madre. O tal vez, Marie le tenía terminantemente prohibido cualquier contacto conmigo. ¿Quién sabe? las suegras son así. Al menos eso han dicho las personas durante decenas y decenas de años. Debe ser verdad.Como Lucas no aparecía, aproveché ese espacio de tiempo que quedó libre en mi vida para hacer todo lo que había dejado de lado. Lo primero fue concluir la mayoría de los libros que había comenzado a leer. Me comuniqué por el Facebook con Jenna . Ella estaba inmersa en los trámites de la mudanza. Por eso casi no podíamos vernos en persona.Le textié por WhatsApp a Brenda.Me divertí mucho con las cosas alocadas que escribía. Me contó de su ex-novio Patric, al cual dejó porque era un desastre en la cama. De su vecina de junto, con la que había discutido porque ponía la música a un volúmen alto durant
Mientras acomodaba mi clóset encontré muchísimas piezas de ropa que ni siquiera recordaba que tenía. Escogí para ir a la cita con Lucas un cálido suéter de lana rosa. Lo combiné con pantalones negros de licra y unas botas igualmente rosadas.Me encontraba en mi cuarto, ultimando los detalles de mi aspecto cuando, escuché que llamaron a la puerta principal. Salí de mi habitación deprisa. Quería abrir la antes de que lo hiciese alguien más de mi familia.Lucas estaba ahí, del otro lado de la entrada, increíblemente guapo como siempre. Usaba una chaqueta de cuero roja por encima de una polera de algodón blanca, unos jeans azules un poco ajustados y zapatos deportivos. Su cabello estaba algo alborotado, pero no por eso dejaba de verse hermoso, suave, brillante y bien cuidado. Mi chico, portaba además un brillo diferente en la mirada.—Vine en transporte público—Fue lo primero que me dijo y lo hizo con una sonrisa gigante en sus labios.<
Cinco de la tarde.—¡¿Qué me pongo?! ¡¿Qué me pongo?! ¡¿Qué me pongo?!—Estaba desesperada.—No sé si usar este vestido azul o el negro ¿Y si elijo el rojo?¿Cuál es el más adecuado?¿Zapatos altos o bajos?¿Falda ajustada o pantalón? ¡Joder! ¿Por qué es tan difícil elegir algo para ir a esa cena? ¡¿Por qué?!Llevaba más de dos horas probándome conjuntos de ropas sin llegar a una decisión en concreto.—¡Natasha, apacíguate!—Me ordené—Inhala...exhala...Sólo es una comida, no va a pasar nada".Después de muchos ejercicios de relación para no morir de un derrame cerebral. Luego de pensar mil veces en las posibles piezas de ropa que podría ponerme y de desorganizar mi armario, tomé una decisión. Usaría un vestido que tenía sin estrenar: blanco, de buena tela, con detalles en negro, sin mangas, ajustado adecuadamente a mi cuerpo. Era la combinación perfecta de elegancia, clase, porte, moda y belleza. Mi vestido no tenía
Aquel día mis padres salieron temprano de casa. Partieron a la parrillada de la cual me había comentado mamá. La única órden que tenía era que cuidara todo. Eso incluía a Joseph, mi querido hermano.—¡Enano, ven acá!—Mi labor como niñera incluía perseguirlo por la casa para que cepillase sus dientes. Joseph corría por todas partes. Me esquivaba. Saltaba sobre los muebles. Cruzaba por debajo de las mesas. Subió a la segunda planta para despistarme entrando por una puerta y saliendo por otra.—¡Deja de correr por todos lados idiota!—Estaba harta de él, de sus tonterías e inmadureces.Él se detuvo a cierta distancia de mí. Estaba lejos del alcance de mis manos y de mis deseos de estrangularlo.—Si rompes algo en medio de tu huída, a mí me van regañar. Pero luego iré a tu habitación en la noche y te extirparé varios órganos.No hablaba en serio. Era el enojo. Me pone verbalmente muy violenta y sanguinaria.
Terminé de acomodar todas las cosas que llevaría al campamento dentro de una mochila verde muy grande. Cuando puse dentro la última bolsa de bocadillos que había preparado mamá escuché el sonido de un claxon. Me avisó que era hora de irme. Coloqué la mochila en mis hombros con esfuerzo. Esa cosa pesaba muchísimo. Luego encaminé mis pasos a la sala. Allí estaba mamá, parada junto a la puerta con su pijama rosa de tela de algodón, un tanto despeinada y con los ojos entreabiertos debido a que le molestaba la luz del día. Se abrazaba a sí misma porque tenía un poco de frío.—No sé como—bostezó ampliamente—me convenciste de darte permiso de ir.—Tranquila, voy a estar bien.—¡Claro que sí! ¿Te vas al bosque a acampar y yo tengo que estar tranquila?—Las frases salieron de sus labios cargas de sarcasmo—. Me parece muy lógico, obviamente.—No voy a ir sola. Lucas va conmigo. Él me va cuidar muy bien.—Eso e
La noche cayó y envolvió el cielo con su negro manto. El bosque que nos rodeaba cambió por completo. Habían muchas sombras. Los sonidos producidos por el viento, al soplar a través de la copa de los árboles, el crujir de las hojas secas y las ramas; y el cantar de los búhos se escuchaban con mayor claridad. Entre toda la oscuridad resaltaba un punto luminoso de tonalidades que iban entre rojo, amarillo y naranja: nuestra hoguera.Estábamos sentados alrededor de ella asando malvadiscos y salchichas. Los habíamos encajados en varas delgadas. Lisa se encontraba sentada sobre una roca. A su derecha estaba Calvin. El otro gemelo se acomodó frente a la matriarca. Michael, estaba sobre un tronco fumándose otro cigarrillo. Dylan, cocinaba sobre el fuego tres malvadiscos a la vez y en la misma vara. Yo, me senté junto a Lucas. Disfrutaba del contenido de una bolsa de crujientes patatas fritas."Hola a todos". Escuchamos la voz de Brenda. Recién había salido de la tienda
Tritiriiii triritiriiiii tiritriiiiEra el primer día del curso y obviamente mi despertador había recuperado su odioso trabajo. Pero esa vez no fue él el que me hizo pasar por la peor de las torturas. Esa vez fue mi madre. No había acabado mi reloj de sonar y ya estaba ella abriendo de par en par las cortinas.—Vamos Natasha.—Cinco minutitos más.—Nada de minutitos.¡Vamos!—Me zarandeó—Vas a llegar tarde y es tú primer día del curso.—Mamá, no me hagas esto.—Supliqué.—Cuando tengas treinta y nueve años, vivas en tu propia casa y tengas trabajo para sostenerte te podrás levantar a la hora que quieras. Mientras vivas aquí llegarás a tiempo—Volvió a agitarme— ¡Apresúrate que tengo que despertar a Joseph también!—Sí, sí, ya voy, ya voy.Me senté en la cama con dificultad. Froté mis ojos. Estiré todo mi cuerpo . Extendí mis brazos hacia arriba. Solté u
El estrepitoso sonido del timbre dio la señal de que podíamos retirarnos de la institución. Justo como Lucas dijo hacían seis horas: Jaime estaba esperándome para llevarme a casa.—Buenas tardes señorita Natasha—Me saludó cordialmente cuando me vio acercarme al coche negro.—Buenas tardes Jaime ¿Cómo estás?—Muy bien ¿y usted?—También.—El señorito Lucas me pidió que la llevara a su hogar.—Sí, lo sé. Me lo dijo antes de irse echo una furia.Me trasladé hacia la puerta e intenté abrirla.—Natasha, permíteme-Se apresuró a ayudarme.—Gracias—Sonreí y luego entré al vehículo.Durante el trayecto intenté llamar a Miller, pero su teléfono estaba apagado.—¿Por casualidad sabes dónde está Lucas?-Pregunté a Jaime.—Él salió de la mansión de sus padres muy eno